Las estadísticas sobre posesión del balón y jugadas de pelota parada que Scaloni usa como mapa para la Selección de cara al Mundial

Tras ganar la Copa América, el combinado nacional afronta las Eliminatorias, pero de reojo también mira hacia lo que sucederá en Qatar 2022

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El entrenador Lionel Scaloni de Argentina da hoy indicaciones contra Brasil, durante la final de la Copa América en el estadio Maracaná de Río de Janeiro (EFE/Sebastiao Moreira)
El entrenador Lionel Scaloni de Argentina da hoy indicaciones contra Brasil, durante la final de la Copa América en el estadio Maracaná de Río de Janeiro (EFE/Sebastiao Moreira)

En los siete partidos que jugó para consagrarse campeón de la Copa América, Argentina ganó una sola vez el duelo de la posesión de la pelota: fue 68% a 32% ante Bolivia, acaso el equipo más débil de Sudamérica. Frente a Chile (48% a 52%), Uruguay (45% a 55%), Paraguay (43% a 57%), Ecuador (46% a 54%), Colombia (49% a 51%) y Brasil (40% a 60%), Argentina perdió la tenencia del balón. Antes del comienzo del certamen, el equipo dirigido por Lionel Scaloni también se caracterizó, entre otras cosas, por no priorizar la tenencia: el promedio de posesión al cabo de los primeros 27 partidos del ciclo del entrenador fue de 54%. A esta altura, está claro que lo que muchas veces se ve como una debilidad colectiva, se transformó no sólo en un rasgo marcado del equipo, sino también en una estrategia: a la Selección le agrada repartir la tenencia de la pelota. Es algo que busca, que provoca, que en el fondo le sienta bien.

La Argentina de Scaloni cuenta con futbolistas de muy buen pie de mitad de cancha hacia adelante (Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Giovanni Lo Celso, Exequiel Palacios, Lionel Messi, Angel Di María, Nicolás González y siguen las firmas), lo cual invita a pensar que lo más conveniente para su juego sería que mantenga todo lo posible el control de la pelota. Sin embargo, el equipo también se siente cómodo con la postura de esperar para tratar de atacar con transiciones rápidas y un juego bien vertical. Argentina, en definitiva, intenta consolidarse como un equipo versátil, capaz de manejar la pelota y también de modificar esa propuesta por otra menos protagónica concediendo la iniciativa.

En ese sentido, hay un aspecto en el que necesita mejorar: muchas veces, cuando no dispone de la pelota, pasa a tener una actitud pasiva y ni siquiera responde de contragolpe. Quedar a merced del dominio rival puede llegar a ser una complicación seria ante rivales más calificados como los que -se supone- enfrentará el año próximo en Qatar si el equipo consigue el boleto en las Eliminatorias, algo que por lo bajo dan por descontado que ocurrirá en el cuerpo técnico y en el plantel, más allá de que saben que el camino no es sencillo ni mucho menos.

“Tenemos claro que hay cosas por mejorar, pero también que vamos por el buen camino”, dijo a Infobae uno de los integrantes del cuerpo técnico de Argentina cuando se le hizo alusión a los bajones que suele sufrir el equipo al ceder la pelota y retrasarse diez o quince metros en el campo. Scaloni y compañía le quitan relevancia a las caídas de tensión que la Selección tuvo durante los segundos tiempos de varios de los partidos de la Copa América. Lo viven con naturalidad, casi como parte de la búsqueda que proponen.

Con todo, es algo que no debería sorprender. Scaloni fue uno de los ayudantes de campo de Jorge Sampaoli en el Mundial de Rusia 2018. Y quedó encantado con el modo de jugar que tuvo el seleccionado francés, vigente campeón mundial: escasa posesión, transiciones rápidas y juego directo. Con esa fórmula, más efectiva que vistosa, dio la vuelta olímpica en Rusia. Y Scaloni citó más de una vez a esa Francia, y al Liverpool de Jürgen Klopp, que también ganó la Liga de Campeones de Europa en 2019 con un juego más vertical que de elaboración, como dos prototipos del fútbol que quería poner en práctica. Por eso Argentina suele resignar seguido la posesión: ahora le falta que la fase ofensiva de esa postura le brinde mayores réditos al juego del equipo.

Argentina parece haberse afiliado al cambio de tendencia que se dio luego de las conquistas de España en el Mundial de Sudáfrica 2010 y de Alemania en el de Brasil 2014, en ambos casos con un juego aliado a la posesión de la pelota. Si las Eurocopas y los Mundiales suelen marcar las tendencias globales sobre los estilos de juego, el quiebre comenzó a darse con la Euro 2016, en la que Portugal le ganó la final a Francia con una menor posesión para el equipo de Cristiano Ronaldo: el 43%.

En comparación con la Eurocopa 2016, la posesión de Francia bajó casi +20 puntos en Rusia 2018 y con esa fórmula logró el segundo Mundial de su historia: tuvo un 39% de posesión.

Está claro que el fútbol directo no se transformó en el único camino posible hacia el éxito, pero sí se volvió una moda creciente. Si Argentina suele renunciar a la pelota para apostar por atacar al espacio, es porque Scaloni confía en la velocidad supersónica de Messi, en las corridas de Di María o de Nicolás González, en la capacidad de Lo Celso como lanzador de primer nivel y en la contundencia de Lautaro Martínez, el goleador de su ciclo con 14 goles.

El cuerpo técnico tomó nota de las formas que usó la Selección para volver a alzar la Copa América tras 28 años de sequía (EFE/Andre Coelho)
El cuerpo técnico tomó nota de las formas que usó la Selección para volver a alzar la Copa América tras 28 años de sequía (EFE/Andre Coelho)

Casualidad o causalidad, Argentina, España y Alemania tuvieron más del 60% de posesión en el último Mundial y las tres estuvieron muy lejos de pelear por el título. Son datos que Scaloni conoce bien y que al técnico no le pasaron desapercibidos cuando, tras el último Mundial, asistió en Londres a un Congreso del Comité Técnico de la FIFA.

En las Eliminatorias para el Mundial de Qatar, Argentina ocupa la tercera posición junto a Paraguay en el ranking de posesión de la pelota, con el 54%. Brasil marcha primero con el 63% y Chile está segundo con el 55%. Ecuador, a las órdenes de Gustavo Alfaro, ocupa el cuarto puesto con un 51% de posesión. Uruguay está quinto con el 49% y Perú marcha sexto con el 44%.

Entre 2008 y 2014, los equipos que marcaron el pulso en el mundo se caracterizaron por disponer mucho del balón, con posesiones superiores al 60% por partido. En 2009, Barcelona ganó la Liga, la Copa del Rey y la Champions con un fútbol de posesión, al igual que España al obtener la Eurocopa en 2008 y 2012, y el Mundial de Sudáfrica 2010. Lo mismo ocurrió con Alemania cuando ganó el Mundial de Brasil 2014. A juzgar por lo que ocurre en la actualidad, la posesión dejó ser una estrategia tan seductora. En la Eurocopa 2021, Italia logró el título con un 54% de posesión, el quinto mejor registro en esa faceta. La tabla de posesión fue liderada por España (72%), seguida por Alemania (62%), Austria (55%) y Países Bajos (55%). El 54% de Italia es el mismo porcentaje que tuvieron Bélgica y Portugal en esa competencia.

Scaloni y sus ayudantes de campo (Walter Samuel, Roberto Ayala y Pablo Aimar) tienen muy en claro otra circunstancia pensando en el próximo Mundial: las pelotas paradas se volvieron un arma vital para pelear por el título. En Rusia 2018, un 43% de los goles llegaron por esa vía. El ejemplo más notorio es el de Francia, el campeón, que se puso adelante en el marcador en octavos de final, cuartos, semifinales y en la final gracias a su capacidad para manejar los balones detenidos.

Sabemos que tenemos que seguir trabajando mucho la pelota parada en ataque y en defensa. Porque defender mal los tiros libres o los córners te puede llevar a una eliminación”, comentó alguien cercano a Scaloni.

Y en eso está Argentina. Todavía feliz por la consagración en la Copa América y pensando en retomar el 2 de septiembre, ante Venezuela en Caracas, el camino hacia Qatar. Scaloni y compañía consideran que si suman de a tres ante Venezuela y cinco días después frente a Bolivia como local, el equipo dará un gran paso hacia la clasificación a Qatar. La identidad futbolística de la Selección a veces parece difusa, pero en el cuerpo técnico dicen tener bien en claro hacia dónde van.

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