Nombrarlo es casi como invocar a Satán. En el mundo actual de los barrabravas, la Policía Bonaerense, la de la Ciudad y la división de Conductas Delictivas e Inteligencia Criminal de la Federal lo tienen marcado como el más peligroso de todos. Razón no les falta si uno mira su prontuario: está elevado a juicio por un doble homicidio en el marco de la interna de la barra de Boca, es el jefe de la barra de Los Andes, donde tiene derecho de admisión, encabeza la violentísima facción de Lomas de Zamora de La Doce y también conduce el grupo disidente que quiere tomar por asalto la tribuna de Excursionistas. Tiene vigente una condena a dos años y medio de prisión condicional por lesiones en riña. Como si fuera poco, en varias investigaciones judiciales se lo asocia a protección política en el municipio de Lomas, su vehículo fue visto en diferentes actividades proselitistas del PJ, lo marcan como mano de obra del Sitraic, el sindicato de la construcción que le pelea las obras a la UOCRA de manera poco amigable y además los rumores lo vinculan a presuntos negocios no del todo claros.
Es un mundo donde se mueve a sus anchas. Es el más fiero de los violentos del tablón. Es Walter Coronel, alias Tintín, que acaba de quedar preso, acusado de jefe de asociación ilícita en una causa que investigó el Centro de Investigadores Judiciales del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad, con la fiscal Celsa Ramírez y el juez Rodolfo Ariza Clericci a cargo, y que en el medio de la lucha por el poder en la barra de Excursionistas mezcla violentos de Boca, River, San Lorenzo, Los Andes y más.
La causa se inició el año pasado y, como contó Infobae, fueron 12 los barras detenidos y hay otros tantos que están siendo buscados o serán indagados en las próximas horas. Seis, ante las pruebas presentadas, decidieron aceptar la culpa en un juicio abreviado y se fueron con una condena condicional de tres años. Dos quedaron vinculados al caso en prisión domiciliaria, cuatro se pusieron a derecho y su situación es indefinida y tres, entre ellos Coronel, quedaron presos por sus antecedentes. Los otros dos son barras de River de la facción del Oeste: Facundo Vigo, con una condena condicional dictada en 2017 por robo agravado, robo en tentativa, lesiones graves y amenazas, y Carlos Fernández, que también tiene en su foja de servicios una pena condicional por el delito de robo dictada en Morón.
Claro que ninguno de los dos son, para el mundo barra, lo que representa Coronel, quien en sus inicios tomó por asalto la barra de Los Andes junto a su hermano Hernán. Para eso encabezó una sangrienta interna con la familia Paz, que terminó ganando en la década pasada. Y desde esa tribuna empezó a construir su poder. Primero se alió a Marcelo el Manco Aravena, dueño indiscutido de la facción de Lomas de La Doce. Coronel era su brazo armado y el que traía gente de toda laya acostumbrada primero a apretar el gatillo y después a preguntar si es adversario o tropa propia. Así se fue ganando fama en el mundo barra hasta que quedó en la mira de la Justicia por la guerra interna de La Doce que dejó dos muertos el 21 de julio de 2013.
Según la instrucción que en ese momento llevó adelante el juez Manuel De Campos, las armas para el ataque de la facción disidente sobre la oficial, que por entonces comandaba Cristian Fido Debaux, salieron de un Ford Focus champagne cuyo conductor era Tintín. Así, la Policía lo fue a buscar y quedó detenido en agosto de ese año, pero se negó a declarar y diez días después consiguió su libertad. Dos meses más tarde se llevaron adelante las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. Pero Tintín jugó para el oficialismo, ya que según la investigación policial ese Focus champagne y un Taunus también de su círculo arriaron gente para el Frente de Todos.
Entre esa banca política y la libertad, Tintín empezó a hacerse cada vez más grande en Lomas. Según la Justicia, en Los Andes manejaba el predio de entrenamiento, donde hacía torneos de fútbol, cuya recaudación era toda para la barra. Barra que no era ajena a los negocios de La Salada, donde se la usaba como mano de obra para apretar a los puesteros a pagar un canon a cambio de seguridad. De hecho, esa causa judicial terminó fortaleciéndolo: la Justicia mandó a prisión al Manco Aravena y algunos de sus laderos, y a Coronel le quedó allanado el camino para ser el capo de los barras del Sur del Conurbano.
Con ese apoyo fue por más: cuando Di Zeo y Mauro Martín se propusieron recuperar la barra de Boca que estaba en manos de Debaux, recurrieron a sus servicios. Eso fue en 2015 y Coronel vino a reemplazar a otro peso pesado de La Doce: el Uruguayo Richard William Laluz Fernàndez, quien era considerado el más peligroso de todos hasta que fue baleado por la espalda y quedó primero paralítico, luego con prisión domiciliaria y finalmente falleció en 2019. Entonces, ese mote lo heredó Coronel, cuyo poder creció a punto tal que cuando Aravena salió de la cárcel, no le devolvió el mando, sino que lo enfrentó. Tanto fue su crecimiento al lado de Rafael Di Zeo, que Mauro Martín tuvo que acudir a otra banda de maleantes peligrosísimos de la zona Oeste del Conurbano para equilibrar las fuerzas. En su grupo interno se le temía más a Coronel que al propio Di Zeo.
Hasta la llegada del coronavirus sus acciones estaban bien remuneradas tanto en Los Andes como en La Doce. Y cada vez que alguien osaba discutirle algo, su fuerza de choque terminaba imponiéndose. Pero la pandemia hizo estragos en los negocios de cancha y la cúpula de la barra de Boca decidió que lo de ellos, que proviene de fuentes diversas, no se tocaba. Y que si no se podían redistribuir más los alquileres de carnets, la reventa de abonos, los puestos de bebidas y comidas, la venta de la ropa falsificada y la recaudación de los trapitos, que el resto se arreglara como pudiera. A Tintín no le gustó nada y empezó a negociar una parte. Las negativas de Di Zeo y Martín lo llevaron a ponerse en la vereda de enfrente y a tratar de desbancarlos. Claro que no contaba con que sus enemigos tenían mejores contactos que él en la Ciudad de Buenos Aires, por lo que cada acción que intentaba era neutralizada antes con rápidos llamados a la Policía. En el medio, le ofrecieron entrar a quedarse con parte de la barra de Excursionistas, una tribuna que genera muchísimo dinero por los negocios vinculados a las drogas en todo el corredor norte de la Ciudad y el Conurbano. Hacia allí fue con su gente y todo el año pasado hubo una guerra que regó de sangre las calles del Bajo Belgrano.
Pero su grupo no logró ganar la contienda, él terminó con una condena a dos años y medio y parecía que había aprendido la lección: mejor quedarse en las seguras tierras de Lomas de Zamora. De hecho, fue denunciado mediáticamente por la oposición en el club Los Andes de amedrentarlos con su sola presencia el día en el que querían presentar una lista para pelear por la presidencia del club. Al final, en Los Andes ganó su candidato, Víctor Grossi, y festejó hasta la madrugada. Lo que no sabía era que la Justicia seguía tras sus pasos. Y tres días atrás, lo detuvieron. Los investigadores estaban exultantes: habían dado con el barra más peligroso de la actualidad. Ayer quedó en prisión preventiva. Habrá que ver hasta cuando. Porque a diferencia del libro de García Marquez, este Coronel tiene quien le escriba y generalmente son cartas fuertes, tan fuertes como su nombre, que al pronunciarlo hace temblar al mundo barra.
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