Luis Scola es uno de los atletas más representativos de la camiseta argentina de todos los tiempos, sin importar la disciplina. Capitán de la Selección de básquet desde los tiempos en los que la Generación Dorada todavía era parte del clamor popular, el hombre que empezó en el club Ciudad de la Capital siendo un chico, pero gigante al mismo tiempo por su altura, se hizo famoso en todo el mundo. Hasta en territorio chino es conocido Luifa. Y en el planeta de su deporte, ni hablar. De Europa a la NBA, sin escalas.
Después de transitar lo que pudo haber sido su última temporada como profesional en el Varese de Italia, el campeón olímpico está a pocas horas de vivir una experiencia singular. Así lo son cada Juegos Olímpicos, y Scola cumplirá sus quintos en Tokio 2020. ¿Qué le dijo a Infobae cuándo se le preguntó si serán sus últimos? “Lo primero que se me ocurre contestarte es que no sé por qué los últimos. Si que no voy a jugar el próximo, pero pensar que pueden ser los últimos, darle la exclusividad al deportista como parte única de un Juego Olímpico, me parece, yo siendo deportista, quizás de cierta manera exagerado”, confesó Luis, al mismo tiempo que recordó entre risas una anécdota de cuando dejó la NBA y muchos pensaron que había dejado de jugar al baloncesto.
Además de remarcar el valor que le dio al evento deportivo multidisciplinario más grande del planeta con el paso del tiempo, también fue en ese escenario donde vivió el mejor momento de su enorme trayectoria.
De cara a los Juegos Olímpicos en la capital de Japón y tras la gran actuación de la Selección en el último Mundial de China 2019, donde el equipo dirigido por Sergio Hernández logró el subcampeonato, Scola aprovechó el tiempo de charla desde su habitación en la concentración argentina en Las Vegas para desmenuzar lo que necesita el básquet argentino para volver a ser una potencia mundial del deporte. Y también explicó lo necesario que era para este grupo poder desconectarse de la sombra de un equipo que marcó la historia.
“Faltaba soltarnos, romper ese vínculo con la Generación Dorada y tener nuestra historia. La que sea, no importa si era mejor o peor. Había que romper un poco eso, que al final del día nos frenaba. No nos dejaba desplegar lo que podíamos como equipo. ‘Vamos a dejar nuestro propio legado’, de un proceso que había comenzado en 2015. Hoy, el equipo está en otro lugar porque rompió con ese freno que tenía, tomó vuelo propio porque creó su propia historia”, dijo Scola.
A una semana de la ceremonia inaugural de Tokio 2020, el personaje que llevó la bandera en la última edición olímpica en Río de Janeiro, en la antesala del que podría ser su último baile con la celeste y blanca.
- ¿Cómo fue tener que cambiar la programación de tu vida un año más por la pandemia?
- Creo que fue una situación complicada para todo el mundo, pero la realidad también es que, si hubiera pasado algo con los Juegos Olímpicos en sí o con el deporte, uno podría darle ese punto de protagonismo, pero esto que pasó es algo tan grande, a tantos niveles, que es desproporcionado darle al deporte un papel tan protagonista. La pandemia alteró los planes de todos, de todo, incluidas millones de personas muertas. Con lo cual, pensar en el deporte es un poco secundario. Está claro, nos afectó, no es lo mismo, pero al final del día podemos jugar, podemos competir. Tuvimos que esperar un poco más, pero pudimos hacerlo, a algunos lo perjudicó, a otro lo benefició. Alguno que por ahí estaba lastimado el año pasado ahora está bien y puede competir. No creo que están los Juegos Olímpicos dentro de los daños que hizo el coronavirus, hay cosas más importantes y no tenemos tanto de qué quejarnos. Evidentemente, la situación es diferente a lo que debería haber sido. Al fin y al cabo podemos jugar y eso es importante.
- ¿Cómo fue vivir todo lo que pasó con tu familia en Italia?
- Fue raro. Las cosas pasaron de una manera particular. Por ejemplo, nosotros mirábamos para China y veíamos cosas que pasaban con cierta lejanía. Después, la gente en España o algún otro país de Europa lo veía con cierta lejanía, incluso la gente del Sur de Italia decía “es en Lombardía”. Y lo mismo pasó en Sudamérica o Estados Unidos, que lo veían como lejano. Y, en un punto, con cierta obviedad, era el camino que estaba siguiendo el virus y que iba a llegar a todos los lugares. Y como que la gente ignoraba eso, ¿no? Se rehusaba a ver algo que era bastante obvio que iba a pasar y era, quizás, un poco frustrante…. Porque vos decís “mirá que se te viene” y vos no te estás dando ni cuenta. Me acuerdo de que me pasó a mí de hablar con gente amiga en China y ellos me decían “bueno, te mando las máscaras, no sé qué”, y yo los escuchaba como “qué está diciendo, pará un poco, eso es allá, no acá”. Y después tuvimos problemas con las máscaras y demás. Y me encontré con la misma situación pero a la inversa. Y la reacción de ellos fue la misma que la mía. Fue muy raro todo.
- Posicionándonos en el mundo deportivo, ¿qué esperás de tus últimos Juegos Olímpicos? No sólo desde lo deportivo, sino de todo lo que rodea a un evento como este que trasciende la competencia
- Lo primero que se me ocurre contestarte es que no sé por qué los últimos. Sí que no voy a jugar el próximo, pero pensar que pueden ser los últimos, darle la exclusividad al deportista como parte única de un Juego Olímpico, me parece, yo siendo deportista, quizás de cierta manera exagerado. Por ejemplo, vos hablás con un entrenador, un asistente, con un médico y dice “éstos son mis terceros JJOO”... Un periodista y te dice “esta es mi cuarta cobertura”. El Juego Olímpico es tan grande que abarca muchísimo más que el que juega el deporte. Quizás es el protagonista, o seguramente es el protagonista, pero no es lo único. Yo tal vez puedo volver de la forma, no sé, de dirigente, entrenador, periodista. No lo sé, no quiero corregirte, pero es que hay como una sensación, ésta es una reflexión más interna que externa, de que el deportista muere cuando deja de jugar. Cuando me fui de la NBA me encontraba gente que, por ejemplo, me hablaba en pasado: “Uy, yo te amaba, me encantaba verte jugar”, y yo decía, pero bueno “estoy vivo, me podes seguir amando” por ahí no me ves jugar más, pero no me morí (risas) Pero la realidad no es así. Por eso no son los últimos Juegos Olímpicos, o no sé si los son, pero no estoy teniendo ese approach. Lo voy a vivir de la mejor manera porque en la medida que van pasando los años, uno valora más este tipo de experiencias. Porque tiene un valor increíble; cuando tenés 24 años, cuando por ejemplo me tocó vivir mis primeros JJOO, no conocía ese valor. Y hoy, 17 años después, le doy ese valor que tiene o por lo menos le doy mucho más valor que en ese momento. Por eso voy a intentar disfrutarlo al máximo, pero no desde un lugar terminal, es mi despedida, es mi retirada, sino de que tengo la posibilidad de estar en mis quintos JJOO y competir. Lo voy a disfrutar como creo que se lo merece.
- Ojalá que no sean tus últimos y tengas cinco más, porque creo que es el máximo evento del deporte en el mundo y que además tiene mucho más que ver con sólo competir no. ¿Qué mirada tenés del mundo olímpico?
- Estoy de acuerdo en eso. Los Juegos Olímpicos son inigualables en ese sentido, porque es un evento que sobrepasa los límites. Primero, sobrepasa el límite de tu deporte, ¿no? Yo en el básquet, el otro en atletismo, el otro en el tenis, y eso ya te pone en otro lugar. No sos el centro, sos uno más. Y después, es un evento que sobrepasa tu país, pero también el deporte en general. No sólo tu deporte, pasa a ser un evento cultural histórico que es parte de nuestros libros de historia, de lo que estudian los chicos en la escuela y demás, que los pone en un pedestal en la élite de los eventos mundiales más allá del deporte. Eso se nota. Una vez que estás adentro, se nota. Lo ves, lo vivís, lo palpas. Todo el mundo quiere volver. Esa experiencia, esa conexión con los Juegos, obviamente si estás compitiendo, es genial. Si podés ganar, competir a gran nivel, genial. Pero la realidad es que es irrelevante si competís o qué sos; el hecho de estar involucrado, de estar ahí adentro, ya te pone en contexto de esto que te estoy describiendo. Ya te pone en esa situación que entendés que esto no es un partido, no es un torneo, esto es algo mucho más grande. Después, cada deporte tiene sus particularidades, pero el evento ni bien entrás a la Villa te pone en contexto de en qué lugar estar parado.
- Para estos Juegos eligieron a Santiago Lange y Cecilia Carranza como abanderados, que van a ser la primera dupla en la historia argentina. ¿Qué significó para vos haber llevado la bandera y qué lugar en tu carrera tuvo ese reconocimiento?
- Por estas cosas que hablamos en las preguntas anteriores creo que lo más probable sea que el highlight de mi carrera sea ese, ¿no? No hay un lugar más dentro de tu país que ese. Poder llevar la bandera, representar a toda una delegación en un Juego Olímpico, a mi forma de ver, es el punto más alto que uno puede tener como deportista.
- Pensando en lo deportivo, ¿cómo fue tu preparación personal para estos Juegos?
- Bastante parecido a lo que me preparo habitualmente. Obviamente que cada verano tiene particularidades. A veces terminás antes, a veces terminás después, a veces estar jugando en un lugar y otras en otro, a veces tenés contrato, otras no. Y eso hace que cada preparación sea un poco única. Pero, más allá de esas situaciones, siempre hemos sido consistentes a la hora de prepararnos para el torneo o para la próxima temporada, que en este caso lo más probable es que no la haya, y este año fue parecido a los anteriores.
- Después de lo que pasó con el Mundial de China, y más allá de la postergación, este equipo demostró que sólo puede crecer porque llegó a una base muy positiva de rendimiento y compitió a gran nivel. ¿Cómo lo analizas?
- Yo creo que este equipo llegó a un punto importante de rendimiento en el cual muchos jugadores están en un lugar importante de sus carreras y eso nos pone en un buen lugar como Selección. Pero no estoy de acuerdo con eso de que sólo podemos ir para arriba. Podemos ir para abajo muchísimo más porque estamos bastante arriba, y realmente tenemos que intentar seguir en esta línea y seguir mejorando. Porque la realidad es que jugamos un muy buen torneo en China, pero cuando vos comparás los planteles, en cantidad o calidad de jugadores, no estamos en el top 3, top 4, top 5 de los planteles que más talento tienen. Y eso es un tema, es difícil, vos podés tener momentos donde rendís a un nivel que tu cantidad de talento no se corresponde, pero después es muy difícil mantener eso en el tiempo. Al final del día, tu cantidad de talento es lo que te define, dónde vas a terminar. Alguna vez lo podes mejorar, otra te puede ir peor, pero en líneas generales tu promedio va a estar por ahí. Entonces, la clave a la hora de conseguir buenos resultados no está en tener actuaciones extraordinarias, sino conseguir que tu promedio sea alto. Eso te va a poner en esa línea de cuatro o cinco equipos top durante un tiempo largo y eso es lo que al final del día te va a dar el éxito. Por ejemplo, eso fue lo que hizo la Generación Dorada, y lleva tiempo. Eso fue lo que hizo España, Francia, USA, Lituania, Serbia… Son equipos que se posicionan en un lugar, con su cantidad y calidad de talento, y perduran durante un período de tiempo. Ya sean seis, siete, ocho, nueve o diez años. Y en ese lugar, terminás consiguiendo los resultados. A veces te va un poquito peor, a veces mejor, pero siempre conseguís esos resultados. Y ahí está nuestro desafío. Tener esa cantidad de talento como para posicionarse en este grupo de los mejores del mundo.
- En relación a esto, ¿creés que el hecho de que Facundo haya llegado a la NBA, lo mismo que Gabriel Deck, Luca Vildoza, la elección de Bolmaro en el draft, va en ese sentido de lo que comentabas?
- Sí, es un paso en la dirección correcta. Pero también es una necesidad. No es decir “uy que bueno, pasó”. No, tenés que pensar “qué es lo que queremos conseguir como selección nacional, como organización. Queremos conseguir medallas, queremos estar ahí entre los 5 mejores del mundo. ¿Cuál es el objetivo?”. Esa es una pregunta que la dejo al aire, yo no tengo esa respuesta porque no es mi proyecto, ¿no? Pero cuando vos decís lo que quiero es pelear por las medallas, bueno, para pelear por las medallas, vos tenés que tener un nivel de talento, porque no podés aspirar a llegar número 3 del mundo sin tener talento top 5 mundial. Puede pasar, pero es irrealista, no es lógico pensar que lo vas a conseguir. Entonces, si nuestro objetivo es pelear por las medallas, como hicimos en el pasado, tenemos que conseguir ubicar a nuestros jugadores, ellos individualmente, nosotros como organización o quién quiera que esté a cargo del proyecto; desarrollar de una manera a los jugadores para que se vayan colocando en los mejores lugares del mundo. No sé, hoy tenés a Francia con 14 jugadores NBA, a España con 9, Australia, Canadá. Esta es una de las diferencias que hay con la Generación Dorada. La Generación Dorada tenía otro nivel de talento. Teníamos seis jugadores en la NBA, el siete y ocho estaban en equipos top de la Euroliga. Había una cantidad de jugadores jugando en lugares que hoy no tenemos, tenemos menos que eso. Teníamos jugadores en el All Star, campeones de la NBA, cinco jugadores titulares a la vez en la NBA. Pero no sólo eso: el talento no estaba tan diluido alrededor de los equipos del mundo. Encontrabas a USA con un montón de talento, a Serbia con un poco menos pero bastante, y el resto tenía uno o dos en la NBA. Hoy, esa cantidad de talento está mucho más dispersa. Por eso ahora tenés que tener buenos jugadores si vos querés competir.
- ¿Pensás que hay estructura en nuestro país para acompañar ese desarrollo individual que están teniendo jugadores con talento?
- No, creo que no. A nivel estructural de nuestro país, en nuestra selección no está pasando. No está ese proyecto armado y no está ejecutado. Tampoco estuvo en el pasado. Este tipo de proyecto no estuvo, estuvieron otros, con otras ideas, pero pensado en el alto rendimiento, en el desarrollo de los jugadores, integral, ahora mismo, no. Y en el pasado, que yo haya visto, tampoco. No sé qué pasó antes de mí.
- ¿Cómo lo viste a Facundo en Denver y su primera temporada?
- Lo vi muy bien, creo que tuvo una buena temporada. Logró varios hitos que son importantes para su carrera. Se demostró a él y a su equipo que podía jugar en la NBA. Logró conseguir un rol bastante más importante en la segunda parte del año, donde él dejó de jugar fuera de la pelota para empezar a tener la pelota en la mano, lo cual eso en la NBA es un salto muy importante. Lo veo muy posicionado para lo que viene. Evidentemente, va a tener que seguir mejorando, jugando y repetir esto, mejor todavía, el año que viene. Pero esto es siempre así: tenés que ir siempre para adelante. Sobre todo en la NBA, que son ligas tremendamente exigentes, porque es la mejor liga del mundo. Es así y está bien que sea así.
- La base del plantel actual siempre hace referencia a lo importante que fueron ustedes en su camino para liderar el equipo. ¿Cómo los ves ahora ya consolidados en la Selección?
- Darnos un crédito a nosotros por lo que están haciendo ellos no me parece justo y tampoco cierto. No creo que nosotros hayamos influido en Luca Vildoza o Facundo Campazzo. Que los hayamos ayudado a estar ahí. Nadie va a darte un contrato porque vos naciste en el mismo lugar que Manu. La NBA es un lugar híper profesional. Híper exigente y en donde todo el mundo rinde cuentas ante alguien. Si Facu no podría jugar en la NBA no lo van a fichar, no importa de donde venga, o porque sea amigo de Ginóbili o de nadie. Desde ese lugar, no. Pero hay una pequeña cosa, que no es pequeña, que, por ejemplo, estos picos de rendimiento que tuvimos como Selección, al final vos necesitás un lugar donde puedas demostrar lo que sos capaz de hacer. Y esos momentos que tuvimos con la Selección, en Indianápolis y después lo de Atenas, llamó la atención de mucha gente. El haber jugado en la Selección permite que los jugadores terminen en mejores lugares. Puede ser la NBA o la Euroliga, pero los jugadores van accediendo a mejores puestos de trabajo y eso impulsa sus carreras y a la vez a la Selección. Es un círculo virtuoso que se genera. Se volvió a repetir esto en China donde volvimos a ponernos en un escenario máximo donde todos los ojos estaban puestos sobre nosotros y que podíamos competir con jugadores que estaban en la NBA y demás, y eso llamó la atención de mucha gente. En ese sentido, la selección ayudó a los individuos. Pero el mérito de estos chicos es de ellos.
- Oveja contó después del Mundial que vos le habías dicho que pensabas que el equipo estaba para llegar lejos. ¿Cómo ves el futuro del equipo en una competición tal vez más difícil como lo será Tokio 2020?
- No sé lo que pueda pasar. Este es un equipo que puede competir, y en ese momento, yo y mucha gente que estaba alrededor, veía que había una especie de ancla. Faltaba soltarnos, romper ese vínculo con la Generación Dorada y tener nuestra historia. La que sea, no importa si era mejor o peor. Había que romper un poco eso, que al final del día nos frenaba. No nos dejaba desplegar lo que podíamos como equipo. ‘Vamos a dejar nuestro propio legado’, de un proceso que había comenzado en 2015. Hoy, el equipo está en otro lugar porque rompió con ese freno que tenía, tomó vuelo propio porque creó su propia historia. Ahora tenemos que lograr un rendimiento alto. No es nada fácil competir en los Juegos Olímpicos. Es diferente al 2019.
- Más allá del básquet, ¿cuáles son tus pasatiempos, esas cosas fuera del deporte que te gustan hacer?
- La aviación me gusta. Soy piloto, me gusta volar. Paso mucho tiempo con eso. Y después voy fluctuando. Trato de dedicarle mucho tiempo a los chicos, tengo cuatro. Y después trato de ocupar alguna parte del día en aprender algo nuevo. En una época eran los idiomas, después intenté programar, pero todavía no me sale muy bien, pero estoy mejorando un poco y me gusta intentar eso. Lo de la aviación me duró mucho tiempo. La tecnología me gusta también, pero a nivel amateur. Me gusta consumir noticias, comprar cosas nuevas.
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