Romina Sala, la hermana del futbolista Emiliano que murió a comienzos del 2019 por la caída del avión que lo trasladaba para cerrar su fichaje al fútbol británico, publicó un mensaje en sus redes sociales durante las últimas horas luego de haber despertado la preocupación por su internación en terapia intensiva el martes de la semana pasada. La mujer de 29 años debió ser ingresada al Hospital José María Cullen durante la madrugada del 6 de julio tras el llamado a los servicios de emergencia de una amiga que la encontró en su departamento.
Romina eligió postear una foto junto con su familia y compartió un sentido texto que circulaba en otras redes sociales. “Cada uno de nosotros se choca una vez con un golpe que nos rompe las estructuras y nos demuestra que no estamos hechos de porcelana. Plastilina. Mi cuerpo es de plastilina. Mi piel es de plastilina. El mundo es de plastilina. Me toca reinventar un nuevo camino. Arremangarme otro buzo, en otras manos, de una vida que es cualquier cosa menos estable y quieta. Y no está mal. La hostilidad del mundo me golpea cada dos por tres y me vuelve a centrar en otro centro: no es así como tenemos que vivir”, dice en uno de los pasajes la carta que optó por compartir Romina.
El texto lleva un agradecimiento dirigido a tres personas: “Jefa, Augus y Dari Sala”. El posteo, además, sumó casi 5 mil reacciones y varios mensajes de aliento de los más de 67 mil seguidores que tiene, quienes le desearon una rápida recuperación tras lo sucedido.
Lo sucedido con el futbolista de 29 años el 21 de enero del 2019 conmovió al mundo entero y puso a la familia del deportista en el centro de la escena. El trágico caso todavía no tuvo una resolución judicial y Romina fue la que se puso al frente tanto de las declaraciones mediáticas para intentar impulsar la investigación como de los procedimientos legales.
Romina, que es instrumentadora quirúrgica según su perfil en redes sociales, es madre de un niño. En su Instagram recordó en varias ocasiones a su hermano luego del trágico hecho ocurrido en el Canal de la Mancha. “Te extraño mi ángel de ojos verdes”, le firmó en uno de esos posteos. Ella, además, es una de las encargadas de cuidar a Nala, la perrita que compartía la vida con Emiliano.
El avión que trasladaba al futbolista perdió contacto con el radar durante la noche del 21 de enero del 2019. Emiliano estaba viajando rumbo a Cardiff para unirse a su nuevo club luego de haber brillado con la camiseta del Nantes de Francia. Catorce días después de ese último contacto, los investigadores localizaron los restos del avión en el fondo del Canal de la Mancha y días más tarde hallaron el cuerpo del deportista.
Si bien en marzo del 2020 la Air Accidents Investigation Branch (AAIB) de Reino Unido publicó el informe final de la investigación, todavía no se esclareció del todo lo ocurrido ni se sentenció a los responsables de esta tragedia. “Es una tragedia que hayan pasado dos años desde la muerte de Emiliano y todavía no sepamos exactamente cómo y por qué murió. Una auténtica investigación es la única forma de establecer la verdad. Tenemos esperanza en que el forense Coroner establezca una fecha para que la investigación comience tras el juicio a David Henderson, de modo que no tengamos que soportar otro aniversario sin respuestas”, publicó este año el abogado inglés Daniel Machover, del gabinete de abogados Hickman & Rose, que representa a la familia de Sala en Reino Unido.
EL MENSAJE EN INSTAGRAM
POSTEO
Los días que pasaron, un suceso personal me sacó los pies del camino que había elegido caminar. Como alguna vez dije, la vida es imparable y la única cosa que nos queda frente a esa potencia, es frenar la marcha, cambiar la dirección de nuestras alas y volar a favor del viento que se dio vuelta en el medio de su propio viaje.
Una de las cosas que frenaron junto con mis pies, fue mi cabeza. Podría pensar que se quedó vacía y no estaría pensando de manera equivocada. Trato de buscar los conceptos que tenía adentro y ya no me sirven. Las metas que tenía hace una semana ya no quedan en el mismo lugar. Mis prioridades y las causas que las sostenían, se cayeron como un mazo de cartas. Y la palabra control dejó de existir en mi diccionario.
Nada queda donde estaba antes, porque cuando un hecho inesperado irrumpe, no solo ya no hay nada: tampoco hay un antes. Un día, todo, parece empezar otra vez. Un día tenemos que empezar otra vez. No siento angustia. Ya no. Siento la posibilidad que me abre la vida de ser consciente de lo que voy a elegir para seguir viviendo con un paisaje diferente. No me pasa solo a mí.
Cada uno de nosotros se choca una vez con un golpe que nos rompe las estructuras y nos demuestra que no estamos hechos de porcelana. Plastilina. Mi cuerpo es de plastilina. Mi piel es de plastilina. El mundo es de plastilina. Me toca reinventar un nuevo camino. Arremangarme otro buzo, en otras manos, de una vida que es cualquier cosa menos estable y quieta. Y no está mal. La hostilidad del mundo me golpea cada dos por tres y me vuelve a centrar en otro centro: no es así como tenemos que vivir.
No es así como quiero vivir. No es así como hay que vivir. De a ratos caigo en la trampa y me veo queriendo cosas que son eso: cosas. Y por suerte, una nueva piedra en la cabeza, me recuerda que no necesito nada en forma de objeto para ser feliz. El mundo viene con paquetes de regalos que nunca abrimos porque nunca nadie nos dijo que eran nuestros.
Tocarnos. Olernos. Mirarnos. Escucharnos. Probarnos. Amarnos. Cuidarnos. Abrazarnos. Disfrutarnos. Elegirnos. Vivirnos.
Gracias
Jefa, Augus, Dari Sala
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