Sentada, al lado de Omar Souto, histórico gerente de selecciones nacionales, a centímetros de Dibu Martínez, uno de los héroes del torneo, está ella, la única mujer en la foto de Argentina campeón de la Copa América. No la única integrante de la burbuja de la Selección, que involucró a casi 100 personas en Ezeiza durante 45 días para evitar que el coronavirus penetre en el complejo, pero sí la única que viajó como parte de la delegación a Brasil, y en largos tramos del periplo se quedó allí mientras el grueso de la comitiva albiceleste regresaba a Buenos Aires para enfocarse en el siguiente desafío.
Antonia Farías tiene 41 años y lleva casi una década trabajando con el seleccionado. No juega ni está detrás de la logística, pero es una pieza clave en la organización: es una de las cocineras del predio. Fue parte de la “avanzada”, tal como la llaman en la jerga del predio; es decir, se encargó de anticiparse a los traslados a cada sede, de acercarse a los hoteles donde el combinado nacional hizo base, para meterse en las cocinas, dialogar con los profesionales locales y diagramar los menúes (y los ingredientes del plan alimenticio) para los jugadores de la Selección.
En Ezeiza quedó Diego, a cargo de esa parte de la burbuja, junto a una compañera. Y estuvieron al frente de la carta en los días que la Selección permaneció en Argentina. Así, en la mayoría de los casos, Antonia se movió de Brasilia a Río, o a Goiania, o a Cuiabá. Y procuró dejar todo listo para el desembarco de los 28 héroes y el cuerpo técnico conducido por Lionel Scaloni.
Su tarea es silenciosa para el afuera, pero no puertas adentro: así como el plantel le celebró los cumpleaños a Leo Messi, Germán Pezzella o Nico Domínguez, también hubo torta para Antonia durante la competencia. Lo mismo le había ocurrido, por caso, en medio del Mundial 2018, en Bronnitsy. En la concentración argentina, le cantaron el feliz cumpleaños junto al mismísimo Lionel Messi (también al juvenil Nehuén Pérez).
Es que, luego de un mes y medio en modo burbuja estricta, y sin la posibilidad de ver a sus familiares y amigos más que por videollamada, la Selección solidificó el concepto de familia. Basta con recordar que dos de sus jugadores, el citado arquero Martínez y Lucas Martínez Quarta, fueron padres en plena competencia y sólo conocieron a su descendencia con ayuda de la tecnología hasta que coronaron su actuación en el Maracaná.
Pero allí siempre estuvieron los trabajadores como Antonia, prestos para cumplir con su rol y facilitarles el trabajo a los jugadores, para que pensaran sólo en hacer historia, en quebrar el maleficio de 28 años sin títulos que acarreaba la Selección Mayor, desde el hito en Ecuador 93, que ya no quedó como el último.
Eso sí, hubo un día en el que el equipo de cocina de la AFA quedó forzadamente al margen: el día del cumpleaños del capitán. Entonces, quienes usurparon la parrilla fueron el Kun Agüero, Nico Otamendi y Gio Lo Celso, aportándole su toque (”una catarata de sabor”) a la dotación de tiras de asado, achuras y presas de pollo. El merecido permitido para una ocasión tan especial. Para el resto de los días estuvieron Antonia, Diego y sus compañeros. Ella consiguió un merecido espacio en la foto. No es para menos: la dieta del campeón de América lleva su firma.
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