A 20 años del título del Mundial Sub 20 del 2001 en Argentina: la intimidad organizada en “Ministerios” y por qué los chicos se sintieron como rockstars

Los protagonistas recordaron cómo fue el detrás de escena de aquella consagración y repasaron algunas de las anécdotas más destacadas de la convivencia

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La selección argentina se consagró campeona del Mundial Sub 20 del 2001 en el estadio Vélez (@fotobairesarg)
La selección argentina se consagró campeona del Mundial Sub 20 del 2001 en el estadio Vélez (@fotobairesarg)

El 8 de julio de 2001 la selección argentina se consagró campeona del Mundial sub 20 con un equipo descollante. No era el primer título de la era de José Pekerman al frente de los combinados juveniles (ya había conseguido los trofeos de la categoría en Qatar 1995 y Malasia 1997), pero esta corona tenía un condimento especial: era en casa, ante un público albiceleste que colmó el estadio de Vélez en la final.

Grandes jugadores salieron de aquella camada. Había algunos futbolistas que por entonces ya se destacaban en el medio local como Javier Saviola, Leandro Pipi Romagnoli o Nicolás Burdisso, y otros que adquirieron el status de estrella con los años, tales los casos de Leonardo Ponzio, Maxi Rodríguez, Andrés D’Alessandro, Fabricio Coloccini o Alejandro Chori Domínguez, entre otros. De aquel plantel, la mayoría ya había debutado en Primera y unos pocos aún jugaban en Reserva. Solo uno estaba en Europa: Julio Arca, que jugaba en el Sunderland de Inglaterra.

El José Amalfitani de Liniers fue el escenario que albergó todos los partidos de esa campaña que marcó a una generación. En la fase de grupos, Argentina logró victorias consecutivas ante Finlandia (2-0), Egipto (7-1) y Jamaica (5-1). Esos resonantes triunfos contagiaron a un público que hasta ese momento había acompañado, pero no de manera masiva. El duelo de octavos de final ante China fue el más ajustado (2-1) y luego en cuartos se dio un choque consagratorio ante Francia -otro candidato-, con un contundente 3-1. El equipo brilló con otra goleada por 5-0 ante Paraguay en semis y la final ante Ghana fue una fiesta: el aplastante 3-0 desató la euforia generalizada. Saviola se llevó el Balón de Oro al mejor jugador del certamen y D’Alessandro se quedó con el de Plata. El Conejito, además, obtuvo el Botín de Oro por haber sido el goleador del certamen, con 11 conquista en siete partidos.

No hubo ninguna casualidad en esa consagración. Por el contrario: fue pura causalidad. Todo fue producto de la continuidad de un proyecto de selecciones juveniles bajo el mando de José Pekerman y sus colaboradores, que ya llevaban varios años. El DT tenía una idea y un estilo que lograba transmitir con criterio a sus jugadores. Sus equipos generaban un sentido de identidad y de pertenencia, no solo en los que estaban bajo su ala, sino también en el público argentino. Hasta el día de hoy sus dirigidos lo destacan como un entrenador “docente”, que apostaba a una formación integral, es decir, que no solo buscaba formar futbolistas, sino también personas.

Ese título estuvo fundamentado, además, en la conexión entre sus protagonistas. La concentración en el predio de Ezeiza de AFA duró más de un mes y en ese lapso los futbolistas y el cuerpo técnico forjaron un lazo que se sostiene hasta el día de hoy. Infobae dialogó con algunos de los campeones del 2001 y recopiló sus recuerdos de la intimidad para dar cuenta de ese detrás de escena que fue clave para llegar a lo más alto.

Javier Saviola fue la gran figura de ese equipo (@fotobairesarg)
Javier Saviola fue la gran figura de ese equipo (@fotobairesarg)

Cómo se gestó ese grupo: dos años de trabajo, la conexión con Marcelo Bielsa y un Sudamericano al que Argentina fue con “un tanque de guerra” a “molestar” a sus rivales

Nicolás Burdisso fue uno de los grandes jugadores que tuvo ese equipo. A pesar de su juventud, el zaguero central ya tenía un nombre en el fútbol argentino debido a que un año antes había ganado la Copa Libertadores con Boca. Su paso por la concentración de la Sub 20 tuvo una particularidad: debió irse durante durante la fase de grupos para jugar (y ganar) una nueva final del torneo continental con el Xeneize. Recién pudo regresar para la Fase Final del Mundial juvenil. Así, se coronó campeón dos veces en tan solo unos días.

“El proceso de la sub-20 empezó dos años antes, a mediados de 1999. Ese fue mi primer desembarco allí. El grupo fue cambiando mucho a lo largo de esos dos años. El Sudamericano de Ecuador, por ejemplo, tuvo un montón de jugadores que después no fueron al Mundial. Yo creo que José dejó afuera a algunas figuras como Javier Saviola, Leandro Romagnoli, Maxi Rodríguez o Leonardo Ponzio para que estén solamente en el Mundial y llevó un tanque de guerra a ese torneo”, recordó el actual director deportivo de la Fiorentina de Italia.

Por ese entonces, Maxi Rodríguez y Fabricio Coloccini daban sus primeros pasos en el fútbol profesional (@fotobairesarg)
Por ese entonces, Maxi Rodríguez y Fabricio Coloccini daban sus primeros pasos en el fútbol profesional (@fotobairesarg)

Gerardo Salorio, el preparador físico de aquel histórico cuerpo técnico, contó cómo se fue confeccionando el plantel que luego se coronó en el estadio de Vélez: “Nosotros ya estábamos clasificados como organizadores. José hizo una lista de 12 jugadores que seguro iban a ir al Mundial y la idea era ir al Sudamericano a buscar a los ocho que nos faltaban. Hicimos un gran torneo y salimos subcampeones: hubo un partido histórico contra Chile en el que perdíamos por 2-0 y lo empatamos con nueve jugadores, le ganamos al local, dejamos afuera a Uruguay... Todos decían que habíamos ido a molestar y la verdad es que sí, molestamos bastante”.

“Ese grupo se fue armando en el Sudamericano. Parte de ese equipo también fue sparring de la selección de Marcelo Bielsa: algunos de nosotros estuvimos bastante con la Mayor. Ya en las últimas semanas hubo cambios por lesiones como las de Luis Zubeldía y Livio Prieto. Ahí le tocó entrar a Andrés D’Alessandro. Yo casi me quedo afuera porque arrastraba una lesión, pero pude entrar justo, casi cerrando la puerta. Era un plantel al que era difícil entrar porque había muy buenos jugadores”, comentó Julio Arca.

La intimidad de la concentración: del viaje de egresados a la organización de los “Ministerios”

A aquella Selección le tocó inaugurar el bloque 2 del predio de la AFA en Ezeiza. Ese edificio es el que hoy usa la Mayor. “Las competencias Sub 20 tienen una carga emotiva muy grande, se viven como si fuesen un viaje de egresados porque uno todavía no está empapado del profesionalismo puro”, aseguró Burdisso, quien durante el torneo compartió habitación con Maxi Rodríguez. Y agregó: “Es una edad muy linda y aún no hay gente contaminada. Con el tiempo te das cuenta de que tenés que hacer concesiones, que tenés que ser un poco más político en ciertas situaciones, pero cuando tenés 19 o 20 años sos genuino, sos espontáneo, sos transparente y todos los que están al lado tuyo son de la misma manera. Fue como un viaje de egresados porque es el lugar en el que vos querés estar, con las personas que querés estar y compitiendo por lo más lindo. Además, creo que ninguno de los que fuimos al Mundial pudo hacer un viaje de esos, que es algo que uno espera toda la vida. Para nosotros el sueño era ser parte de una selección Sub 20 de Pekerman”.

“Las concentraciones tenían descanso, mate, charlas, juegos, lectura. Se trataba de conocer quiénes eran tus compañeros más allá de la cancha de fútbol”, recordó Germán Lux, actual arquero de River, que en ese momento era uno de los pocos que todavía no había debutado en primera división. Al oriundo de Carcarañá le tocó concentrar junto a Willy Caballero (ambos compartieron la titularidad en el arco durante el certamen).

El encargado de poner en marcha toda esa parte lúdica y de mantenerlos ocupados en los tiempos muertos era Salorio. En épocas en las que la Internet no estaba tan extendida (de hecho, tuvieron que llevar un camión que acercara la fibra óptica hasta el edificio), el Profe se dedicaba a inventar actividades para consolidar la dinámica de grupo. “Yo armé un sistema de gobierno que tenía diferentes Ministerios: estaba el Pedidos, ahí iban los que se encargaban de solicitar cosas como tener siesta una tarde, dormir una hora más a la mañana o recibir a la familia. Después había un ministerio de Economía que manejaba las finanzas del grupo con la plata que ponía cada uno de ellos y también del cuerpo técnico. Había además un ministerio de Multas: aquel que llegaba tarde pagaba un dólar por cada minuto de retraso y ese dinero se rendía a Economía. Además, había un ministerio de Fiestas que tenía que pedir la plata para financiar el regalo y las tortas para los cumpleaños. Después estaba el ministerio de Diarios, Revistas y Afines. Yo le pedí a la mujer de Julio Grondona que trajera 20 libros y me dio cosas de Julio Cortázar y de otros escritores, y yo le dije que eso no, que me diera libros sobre fútbol para que los jugadores leyeran. También circulaban las famosas películas (DVD) truchas y había un grupo que las manejaba: eran los responsables de darlas y guardarlas. Había aparte un ministerio de Recreación que me decía a mí qué juegos querían hacer”.

Gerardo Salorio -a a izquierda- fue el preparador físico de aquel cuerpo técnico encabezado por José Pekerman (@fotobairesarg)
Gerardo Salorio -a a izquierda- fue el preparador físico de aquel cuerpo técnico encabezado por José Pekerman (@fotobairesarg)

“Saviola, por ejemplo, era el que controlaba quiénes ingresaban cuando venían las familias de visita. Él era el que me daba la lista con los nombres o apodos y yo se la llevaba al de Seguridad del predio. Al grupo de Multas iban los más duros y al de Recreación los que menos se comprometían. En ese momento también había que filmar la intimidad y yo lo acepté con la condición de quedarme con la cámara para sortearla entre los jugadores una vez que terminara el torneo. El encargado de filmar todo fue el Pipi Romagnoli. ¿Y sabes quién se ganó la cámara? Romagnoli. No hubo trampa, hicimos un sorteo como correspondía y la ganó él”, agregó Salorio, que también se ocupaba de organizar los juegos musicales y las obras de teatro en las que había que disfrazarse para participar. Además, a la mañana, era el que despertaba a todos con canciones de la década del 70′.

A la hora de repasar los roles que cumplía cada uno en la intimidad, Arca -que compartía habitación con Saviola- reveló: “El Chori (Domínguez) era bastante movedizo, lo mismo Andrés D’Alessandro y el Pipi Romagnoli. Eran un grupito de cinco o seis que eran de movilizarse en la concentración, no de hacer lío, pero sí de entrar a las habitaciones a reírse. Los chicos del interior como Maxi Rodríguez, Leo Ponzio o Germán Lux eran los más tranquilos. Generalmente en las concentraciones de un mes uno se aburre, extraña a su mamá, a su papá, a su novia, pero esta era muy llevadera y dentro de la cancha se notó lo bien que la pasábamos en la concentración”.

“Jugábamos cada cuatro días y alguna tarde nos daban dos o tres horas libres para recibir a la familia. Podían venir a tomar un café, a charlar un rato. Nos cruzábamos todos ahí y conocíamos a los padres, hermanos de los otros. Era ese momento en el que cada uno cargaba sus energías con el círculo íntimo. Esa era la ventaja de tener un Mundial en Argentina”, destacó Diego Colotto, actual secretario técnico de Quilmes, y uno de los que no fue parte del Sudamericano pero que luego fue citado para el Mundial.

Aquellos encuentros familiares tenían ciertos límites: las novias de los jugadores podían concurrir, pero nadie podía salir de los límites del gimnasio que se había acondicionado para recibir a los invitados. Allí se servía café, té y pastafrolas compradas especialmente para el evento.

Pero ese grupo también debió afrontar algunas pruebas difíciles. Salorio relató: “Fue un momento muy crítico también. El papá de Saviola tenía cáncer y venía a las visitas familiares. Un día me llama a mi celular y me dice ‘Hola profe’. Yo le digo ‘Cómo le va Don Saviola’ y él me pide ‘Cuidamelo a mi hijo’. Yo le contesté ‘¿Usted se cree que no lo voy a cuidar? Yo los cuido a todos y a su hijo más todavía porque es un santo’”. Roberto, el padre del Conejito, llegó a presenciar la consagración de su hijo y murió un mes más tarde.

La fiesta del estadio de Vélez: un equipo de Rockstars que cautivó a los jóvenes y que se ganó al público a fuerza de goles

“La gente le fue tomando cariño al equipo a medida que pasaban los partidos. El estadio de Vélez estaba cada vez más completo de gente, eso lo generaba el equipo de adentro hacia afuera”, sostuvo Colotto con mucha precisión. Es que durante la Fase de Grupos, las tribunas del Amalfitani estaban lejos de estar colmadas.

Sin embargo, los que estuvieron desde el principio con aquella selección fueron los hinchas jóvenes. Los partidos se jugaban por la tarde y muchos estudiantes se acercaban a ver al equipo de José al salir de la escuela. “Ese era el equipo de la juventud. En mi retina tengo guardado el darme vuelta y ver los guardapolvos blancos en las tribunas. Había muchas chicas también”, dijo Salorio. Aunque las mujeres históricamente estuvieron presentes como hinchas, ese torneo fue una clara muestra del interés masivo que había en el público femenino por el deporte más popular del país.

El público se fue sumando de a poco, pero en la final colmó el estadio de Vélez (@fotobairesarg)
El público se fue sumando de a poco, pero en la final colmó el estadio de Vélez (@fotobairesarg)

“Ese plantel tenía algunas estrellitas, como les decíamos nosotros, que eran a los que todas las chicas querían ver. Fue un impacto muy fuerte ver a toda una generación de adolescentes que nos seguían, yo no estaba preparado para eso, para sentirme como un rockstar”, comentó Burdisso. Y Arca no hizo más que coincidir entre risas: “Parecíamos una banda de música”.

El ex Sunderland, agregó: “Lo del público fue creciendo gradualmente. En los primeros partidos la gente decía ‘Vamos a ver a los chicos a ver qué pueden hacer’ porque conocían solo a algunos nombres y la cancha estaba al 50%, pero para nosotros era bastante. Después de la primera fase, que ganamos los tres partidos bastante cómodos, el público creció. En la cancha había cada vez más gente hasta que en la final estuvo explotada. Jugar para tu Selección, en tu país y con cancha llena es impagable, no suele pasarle a muchos jugadores”.

Y Salorio fue más allá: “El partido del debut con Finlandia fue el Día del Padre y tengo una foto con mi hija mayor y con mi sobrina en la que se ve que el estadio de Vélez estaba semivacío. Pero para la final con Ghana hubiésemos necesitado tres canchas de River”.

José Pekerman, un DT docente con una mirada integral

“Las pautas y la disciplina eran muy marcadas: desde llevar las medias altas con canilleras en los entrenamientos -cosa que no pasa habitualmente- a tener prolijo el pelo. Son pequeñas cositas que te van haciendo grande”, graficó Lux a la hora de hablar del tipo de conducción que ejercía Pekerman, un DT que ya tenía un nombre ganado en el fútbol argentino.

Colotto también destacó la labor del entrenador: “Pekerman es una persona que en mi posición me dio una apertura en cuanto a otros conocimientos dentro del campo de juego, siempre con su forma de ser docente y explicando de todo el porqué. Los jugadores siempre lo recordamos por su forma de hablar y de explicar las cosas: no era necesario levantar la voz para tener razón”.

José Pekerman, un emblema de las selecciones juveniles argentina (@fotobairesarg)
José Pekerman, un emblema de las selecciones juveniles argentina (@fotobairesarg)

Burdisso, en tanto, habló de cómo aquel cuerpo técnico tenía un abordaje integral de los futbolistas, más allá de lo estrictamente futbolístico: “Estaban atentos a la disciplina, al Fair Play, a nuestros gestos, a nuestros modales. Era todo un conjunto, no era solamente jugar bien y ganar el partido, sino que era jugar bien, ganar el partido y dar una demostración de integridad como ciudadanos y como argentinos que cuidábamos los intereses de un país. Eso a mí me pareció muy importante y lo digo porque sufrí muchísimo al principio ya que, de la misma manera que José te daba una indicación en la cancha, también te daba una indicación a nivel de gestión. Me decía, por ejemplo, ‘Dejá de quejarte con el árbitro, si te quejás con el árbitro me vas a hacer enojar y voy a tener que…’. Ese tipo de cosas para mí eran importantes porque yo venía de una escuela de Boca donde todo era ganar, ganar y ganar, y con José también era ganar, pero con ciertos conceptos”.

Arca, que había desembarcado en las selecciones juveniles con 15 años, aseguró que Pekerman y sus colaboradores “trataban a todos por igual” y valoró cómo se comportaban cuando tenían que conformar las listas y dejar afuera a algunos: “A mí me pasó en la sub-17 y es un golpe fuerte, pero siempre teníamos el apoyo de ellos. No era que te decían ‘Que te vaya bien, suerte’, sino que había un apoyo, un respaldo. Te decían ‘Te vamos a seguir viendo, seguí preocupándote por el fútbol’ y eso hacía que uno pensara ‘Tan mal no lo hice: llegué hasta acá y tengo que seguir progresando para volver’”.

Los festejos, el reencuentro de los 15 años y la actualidad

Como mencionaron los protagonistas, la final ante Ghana se jugó la tarde del 8 de julio de 2001 en un estadio de Vélez repleto. Rápidamente, el equipo de Pekerman tomó una ventaja de 2-0 con los goles de Colotto y Saviola. Cuando faltaban 20 minutos para el cierre, Maxi Rodríguez marcó el 3-0 que desató el delirio en Liniers con el típico cántico de “¡Dale, campeón!”.

“Cuando Maxi hizo el gol, sabíamos que el partido ya estaba liquidado. En ese momento tenés un montón de sensaciones en el cuerpo y en la cabeza: todo el esfuerzo que hiciste para llegar hasta ahí, tu familia en la tribuna, tus amigos, la gente cantando… Es un conjunto de cosas que no llegas a procesar”, graficó Arca, que se perdió los festejos íntimos en el vestuario ya que le tocó el control antidoping. En la actualidad, el ex lateral izquierdo maneja un emprendimiento novedoso: tiene una empresa que gestiona mudanzas internacionales y que tiene como principales clientes a distintos futbolistas.

Colotto repasó cuáles fueron las sensaciones que acompañaron al equipo en las instancias decisivas: “Nosotros sabíamos que dependíamos de nosotros mismos. Llegamos a semifinales después de ganarle a Francia y le ganamos a Paraguay de esa manera (con un aplastante 5-0), sabiendo que Brasil ya estaba eliminado. El equipo ya sabía que podía conseguir todo. Después de la final hicimos una comida con las familias, no tomábamos mucha dimensión de lo que había sucedido”.

La unión del grupo fue uno de los fundamentos de aquella consagración (@fotobairesarg)
La unión del grupo fue uno de los fundamentos de aquella consagración (@fotobairesarg)

“Al otro día fue feriado por el 9 de julio y por la adrenalina me levanté muy temprano. Fui al kiosco y compré todos los diarios y revistas, gasté $26. En un momento el que atendía me pregunta: ‘¿Le puedo decir algo?’. Yo pensé que me iba a felicitar porque mi cara estaba ahí en la tapa de todos los diarios, yo era uno más del grupo en los festejos. Y me dice: ‘¿Por qué no llevan a Riquelme a la selección mayor?’. Me agarró una calentura y le dije ‘A vos no te compro nunca más por insolente y maleducado’. Es al día de hoy que sigo comprando en el kiosco de la otra esquina”, contó con humor Salorio, que hace 42 años se desempeña como coordinador deportivo en la Asociación de Empleados del Banco Ciudad, que sigue trabajando con jóvenes y que recientemente ha incursionado en el fútbol femenino en una entidad de Pilar.

En la actualidad existe un grupo de Whatsapp en el que están la mayoría de los integrantes de aquel plantel campeón. Algunos todavía están en actividad (Ponzio, Maxi Rodríguez, D’Alessandro, Lux y Coloccini, entre otros), mientras que otros ya han colgado los botines y hoy se desempeñan como directores deportivos de diversas entidades (Burdisso en Fiorentina, Colotto en Quilmes, Mauro Cetto en San Lorenzo). Muchos fueron -y son- grandes figuras del fútbol argentino, mientras que otros cumplieron carreras algo más discretas. En 2016, cuando se cumplieron 15 años del título, hubo un reencuentro en el que se juntaron a comer. Por estos días se renueva la ilusión de volver a coincidir para repasar todas las anécdotas que quedaron de ese “viaje de egresados” que fue el Mundial que marcó a una generación.

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