Nació en Brasil, su padre es francés, pero por los orígenes argentinos de su madre habla un castellano perfecto. Vinicius Lansade adoptó el idioma con el acento porteño y sueña con jugar para la selección albiceleste, a pesar de tener la posibilidad de representar a Le Bleu o al Scratch.
El joven delantero es una de las promesas de Estudiantes, pero antes de su arribo a La Plata pasó por el Inter de Porto Alegre, el Valencia, el Bastia y la Major League Soccer. A pesar de sus escasos 21 años, cuenta con una carrera similar a la de un jugador experimentado y durante su paso por Estados Unidos compartió el plantel del New York City con Andrea Pirlo, David Villa y Patrick Vieira. “¡Era un vestuario increíble con tres campeones del mundo!”, recordó en diálogo con Infobae mientras se prepara para un nuevo desafío.
Como su padre es director financiero y trabaja para empresas francesas que tienen sedes en el extranjero, el destino hizo que Vinicius naciera en Curitiba. A los 5 años se mudó a España, donde tuvo su primer contacto con el fútbol. Hasta los 11 se formó en una escuelita de Valencia y los viajes volvieron a aparecer en el pequeño trotamundos que continuó su preparación en el Inter de Porto Alegre. “Como era menor de edad, siempre me moví con mi familia y así fue como llegué a Estados Unidos, donde jugué en el Phelphil Connecticut y recibí una propuesta para ir a jugar a Francia. A partir de ahí me empecé a mover solo”, explicó con orgullo.
Durante su infancia siempre convivió con la adaptación. A pesar de hablar cuatro idiomas, su educación se basó en colegios internacionales, dado que el programa escolar y los ciclos lectivos son distintos en cada país. “En cada lugar que estuvimos mis padres me anotaron en una institución británica para no perder el ritmo”, aseguró con una naturalidad sorprendente.
A los 14 años pertenecía a las canteras del Valencia. A los 16 incursionó en el Inter de Porto Alegre. Y a los 18 se instaló en la MLS. Tras un paso por el Bastia de Francia, en la actualidad busca escribir su propia historia en Estudiantes.
Durante su adolescencia conoció los sabores del fútbol sudamericano. Desde ese momento cree que Argentina y Brasil comparten el mismo sentimiento por el deporte más popular del planeta. “Son países muy pasionales. El predio del Inter era fabuloso. Gigante diría. Y ellos creen que son el mejor equipo de Brasil. Cuando uno se pone esa camiseta, sabe que va a vivir emociones muy intensas. Cada partido lo viven con mucha pasión. Muy similar a lo que me pasa ahora en Estudiantes”, analizó. Y sus argumentos se amparan en su experiencia: “Cuando jugué el clásico de Porto Alegre noté que era un fútbol muy picante. Y cuando llegué a La Plata sentí algo parecido, porque son todos hinchas de Estudiantes o de Gimnasia. Cuando alguien dice que es de otro club lo miran raro, como si fuera un extraterrestre”.
Con la mayoría de edad le llegó la oportunidad para recibirse de profesional. En Estados Unidos tuvo una maestría con algunos protagonistas que saben cuánto pesa la Copa del Mundo. “Como yo era el único francés en el equipo, generé una conexión especial con Patrick Vieira (era el DT). También me acerqué mucho al Guaje Villa, porque los dos hablábamos en español. Ellos me ayudaron a adaptarme porque era uno de los más jóvenes del grupo. Y otro de los que me ayudó mucho fue Maxi Moralez. Con Frasquito hasta el día de hoy sigo hablando porque me incorporó de inmediato al plantel”, confesó.
Durante su estancia en el país del norte aprendió todos los conocimientos que le trasladaron las leyendas internacionales. “Al tener a esos cracks al lado, sabía que tenía que hacer todo bien. Supe convivir con la presión, porque no quería que se enojaran si llegaba a perder una pelota”, reveló entre risas. Y la convivencia con las talentosas estrellas le permitió conocer en profundidad la humildad con la que se manejan las figuras mundiales: “El primer día le dije a Villa que durante toda mi infancia tenía en mi habitación un póster de él. Al principio no se lo creía, pero cuando le comenté dónde vivía, se sorprendió porque mi casa quedaba a 8 cuadras de la suya ¡Era mi vecino y yo no lo sabía!”.
Sus producciones llamaron la atención de los cazatalentos argentinos. Cuando estaba en plena competencia, recibió una propuesta para realizar algunas pruebas en Estudiantes. Y su cercanía con su familia materna lo llevó a tomar una decisión. “Fue de un día para el otro y no lo dudé. Una sorpresa muy linda, porque tener la posibilidad de venir a un club que ganó cuatro Libertadores y es campeón del mundo hizo que sacara los pasajes y viniera de inmediato”.
Ante la mirada de Martín Mazzucco y Pablo Quatrocchi, Vinicius Lansade desplegó su mejor versión. Su habilidad en la creación de juego se inspiró en la Brujita Verón y Eden Hazard, sus referentes desde la infancia. “Pero ahora adquirí el chip del sacrificio de la marca”, analizó el brasileño, quien ya tiene instalado el ADN Pincha.
“Estar en una institución que tuvo a nombres como Bilardo, Verón o Sabella es un privilegio enorme. Estar cerca de grandes referentes del fútbol, escuchar sus consejos y conocer la mirada que tiene la Brujita del fútbol es algo increíble. Noté que Estudiantes tiene una esencia especial, que va más allá del juego bonito. Se le da mucha importancia al trabajo y al esfuerzo, que me permite ser un jugador mucho más completo”, argumentó.
Instalado en City Bell, el volante ofensivo reconoce que la escuela de Zubeldía es determinante en la búsqueda de los detalles. Con el Doctor como bandera, entiende que a veces el éxito depende de ciertos factores mínimos que pueden quedar grabados en la historia dorada de un país. “Lo que más me sorprendió fue cuando le preguntaron a Bilardo sobre el gol con la mano de Maradona a Inglaterra en el Mundial de México. Como él nunca dudó de Diego, todavía cree que el gol fue de cabeza. Son cosas que uno va adquiriendo porque te pueden hacer ganar muchos partidos”, reflexionó. Y agregó: “No son sólo detalles de la cancha, sino también del día a día. El trato que hay en el club y la onda que tenemos entre los compañeros hace que todo sea muy familiar. Cuando uno entra al Country no para de saludar a toda la gente que trabaja ahí y tiene un gran sentimiento hacia la institución”.
Tras firmar su contrato con el Pincha, el joven de 21 años trabaja en doble turno al entrenar con la Reserva y la Primera. Sus compañeros ya no le piden que les enseñe francés para divertirse con insultos en otro idioma, sino que ahora escucha los consejos de Ricardo Zielinski para seguir creciendo. “Es muy observador y me marca varias cosas en mi progreso. Más de una vez me pidió que termine las jugadas porque no hay que regalar nada. Él tiene las características de Estudiantes”, subrayó.
Sus gambetas forman parte de su vida, pero también es consciente de que en la construcción de un futbolista completo deben estar la marca y el sacrificio. En sus tiempos libres aprovecha para observar los partidos que se transmiten en TV, ya sean de la Copa América, la Eurocopa o el Ascenso.
Siempre respetuoso, nunca se atrevió a pedirle alguna camiseta a las figuras con las que compartió el plantel, porque “los observaba y admiraba en silencio”. Agradecido al apoyo de sus padres por acompañarlo en el sueño que forjó desde chico, reconoce que, de no haber sido por ellos, jamás hubiera logrado alcanzar la meta. Una contención muy similar a la que tuvo su hermano Julio, quien va a cumplir 19 años y firmará con el Lugo de España.
“Cuando uno se suma a un plantel, entiende que cada equipo es un mundo externo. En el momento que pisé por primera vez Estudiantes, me quedé paralizado porque estaban Andújar, Mascherano y la Gata Fernández… fueron jugadores de mucha jerarquía. Para mí estar acá es lo mejor que me pasó en la vida”, aseguró con devoción.
Admirador de Lionel Messi, confiesa que le encantaría conocerlo personalmente porque se siente un argentino más. “Si bien nací en Brasil y conozco la rivalidad deportiva que hay entre ambos países, mi familia es argentina y tengo sangre albiceleste”, aclaró. Por lo tanto, a la hora de elegir algún seleccionado para representar en el futuro (también puede jugar para Francia por su padre) la dicotomía se diluye entre el tango y el dulce de leche. “Durante años me hice esa pregunta, y creo que Argentina sería un desafío hermoso. Como mi mamá nació acá, sería un sueño representar al país de mi familia”, concluyó.
Alguna vez Julio Grondona tuvo que improvisar un partido amistoso frente a Paraguay en La Paternal para que Messi no fuera convocado por España. Tal vez, con Vinicius Lansade debiera ocurrir algo similar para no perder al potencial crack en una futura Selección. “Ojalá el día de mañana se pueda comparar mi situación con la de Leo Messi”, dijo el brasileño entre risas. Ojalá que su caso no se convierta en uno más de la lista que componen Alfredo Di Stéfano, David Trezeguet, Mauro Camoranesi, Fernando Muslera, Juan Antonio Pizzi, Guillermo Franco y tantos otros que pudieron jugar para el combinado nacional, pero representaron a otros países.
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