El fútbol es vertiginoso. Las situaciones son más veloces fuera del campo de juego que dentro mismo. Las cosas pueden mutar en apenas segundos, en minutos. La vida puede transformarse y no es una exageración. Es el poder que tiene el deporte más popular del mundo. Un adolescente comienza su día como un simple joven que va a la escuela y lo termina como una de las nuevas joyas surgidas en el país. Ezequiel Ponce puede dar fe de eso. Fue un chasquido de dedos lo que lo sacó de un cachetazo de su sintonía escolar y lo obligó a ser un profesional. Debutó con 16 años en Newell’s y 695 días más tarde fue vendido por una cifra millonaria a la Roma. Hoy da pelea por ser parte de la selección argentina Sub 23 que irá a los Juegos Olímpicos, pero en el medio vivió una divertida anécdota con Gabriel Heinze, fue elegido por Bielsa para fichar por el Lille y se fue a vivir a Rusia.
“Siempre me pongo a pensar desde dónde salí y hasta adónde pude llegar el día de hoy. Es mucha trayectoria, muchos los lugares donde tuve la oportunidad de agarrar experiencia. Pero la verdad que no me quiero detener en esto, en la posición en la que estoy hoy. Siempre voy a querer aspirar a más y sé que puedo aspirar a más. Estoy contento con esta oportunidad de seguir creciendo”, reflexiona ante Infobae desde Marbella, donde el combinado olímpico de Fernando Batista disputó sus amistosos ante Dinamarca y Arabia Saudita como preparación para los Juegos de Tokio, que para la Albiceleste se iniciarán el 22 de julio.
Ezequiel tiene sobre sus espaldas casi una década de trayectoria profesional con sus 24 años recién cumplidos. El Newell’s de Heinze, Maxi Rodríguez y David Trezeguet fue su curso acelerado en 2013 para lo que vendría: la Roma de Francesco Totti, el llamado de Marcelo Bielsa para fichar por el Lille de Francia, los pasos por el Granada de España y el AEK Atenas de Grecia y el desembarco final hace dos temporadas en el Spartak Moscú de Rusia. Pero la historia se comenzó a escribir con un involuntario codazo al Gringo durante su primer entrenamiento con el equipo mayor de la Lepra...
“No quise llegar a esa situación, ¡y menos con él! Le tengo un aprecio grandísimo a Gabriel, se comportó muy bien conmigo. Me hicieron integrarme al grupo muy rápido, pero sí, de esa forma fue como me conoció el Gringo (Heinze). Lo más gracioso fue que yo todavía no estaba jugando para primera división, estaba en inferiores. Armaron un amistoso en el Coloso y aconteció eso. Una semana más tarde me llamó Jorge Theiler, que era el coordinador de inferiores, y me dijo que a partir del día siguiente no iba a formar parte más de inferiores y que me iba a tener que presentar con el primer equipo. Te podes imaginar lo que fue ese llamado para mí”, revive.
Ezequiel tenía 16 años en ese momento y era el prometedor goleador de la séptima leprosa. Un año antes había anotado 35 goles con la octava y ya había sido llamado para la Sub 17. Todo se precipitó. A aquel entrenamiento del cruce con un emblema lo siguió la citación a la primera que comandaba Alfredo Berti y una lección de vida de Heinze: “Al día siguiente me presenté y no sabía dónde me metía, con qué me iba a encontrar, cómo se manejaban esas personas... No sabía ni qué ponerme para ir al entrenamiento. Berti hizo una charla grupal dentro de la cancha y cuando termina toma la palabra Gabriel. Estábamos todos reunidos en grupo. Me dice: ‘Quiero decir algo... Usted me debe unas disculpas’. Y mencionó el codazo de la semana previa, ¡yo no sabía dónde meterme! Los chicos en ese entonces me empezaron a cargar. En buena ley, tuve que acercarme, pedir disculpas y ahí empezó la buena relación que tengo con él”.
Ese plantel de figuras lo obligó a tener los pies en la tierra a ese pibito de 16 años del que todos hablaban y que se convirtió en el más joven en debutar con la camiseta de Newell’s: “Era gente muy respetada que había ganado muchas cosas, jugaron en lugares importantes y se manejaban con una simpleza con nosotros que era admirable. Rescaté muchas cosas de cómo entrenarse, los cuidados que tenían”.
Desde aquel debut en octubre del 2013 ante Quilmes hasta que la Roma puso 5 millones de dólares por el 60% de su ficha en agosto del 2015 para comprarlo, este goleador sumó 33 presentaciones con Newell’s (25 como titular) y gritó 5 tantos. “Fue fuerte. Me tocó madurar de un día para el otro. Tomar una responsabilidad. Tenés que responder a un plantel profesional. Pasa a ser un trabajo y cambia mucho la cosa. Intenté hacerlo de la mejor manera que pude. A veces si no te rodeás de la gente correcta podés marearte. El consejo mío a los chicos que están arrancando en este ambiente es que hay gente a la cual uno se tiene que aferrar; familiares, amigos. Apoyarse en ellos. Porque es algo que no es fácil de procesar. La verdad es que me costó en su momento, muchísimo. Gracias a Dios, junto a las personas que tengo a mi lado, pude salir adelante”, confiesa.
Ezequiel tiene 24 años pero habla con madurez. Piensa y trata de medir cada palabra que va a escupir. Sobre su espalda carga con demasiadas travesías que lo obligaron a crecer de golpe. La conexión con Marbella por momentos se corta y pide perdón por tener que interrumpir la nota para cumplir con el horario de la cena del plantel argentino. Promete retomar y cumple. El segundo salto de su vida llegó con el fichaje por Roma.
“Al principio vos simplemente decís es una venta, es Roma... Y claro, es todo felicidad. Pero no procesás o no te imaginás lo que te puede llegar a suceder y lo que vas a encontrarte en el futuro. Llega el momento, llega el día en que tenés que viajar, presentarte y es diferente. Estás en un plantel lleno de figuras, es muy difícil en el momento. No llegás a imaginarte, no te entra la felicidad en el cuerpo de estar en un equipo tan importante”, acepta. “No tuve ni tiempo de llegar a pensar en todas estas cosas. Lo que me mantuvo a flote fueron los consejos de mis familiares. En el mundo del fútbol es muy difícil mantener una línea recta de comportamiento. Si bien no me fue como esperaba en Roma, gracias a Dios pude salir adelante”.
Estuvo 11 veces en el banco de suplentes de aquel equipo, pero no alcanzó a sumar minutos. La competencia por el puesto era, desde ya, demasiado compleja: Mohamed Salah, Gervinho, Alessandro Florenzi, Edin Dzeko y hasta el argentino Juan Iturbe pujaban por una sitio en la ofensiva de aquel plantel que tenía como referentes a Francesco Totti y Daniele De Rossi. “Me sentaba en el vestuario y miraba para todos lados. Estaban Iturbe, Perotti y Leandro Paredes, me hacían pasar todo un poco más llevadero, porque en el tema del idioma no entendía. Lo que se notaba es que eran buenas personas, creaban un buen ambiente. Aprendí mirando, prestando atención a cada detalle. De Totti me asombraba su cuidado personal más allá del talento natural que tiene. Trabajaba mucho para cuidarse e intentar mantenerse lo mejor posible. Lo que más rescato de él es que jugaba de una forma simple: sabía qué iba a hacer cuando llegaba la pelota para no tener que improvisar, una cosa impresionante”.
La temporada cedido en el Granada español le permitió retomar el ritmo y acostumbrarse al fútbol europeo. Un nuevo cimbronazo sacudió su vida: el llamado de Marcelo Bielsa para fichar a préstamo por el Lille francés. Detrás, una particularidad: Daniel, su padre, fue un mediocampista que pasó sus días en Argentino de Rosario, Sarmiento de Junín y Cipolletti de Río Negro después de tener que marcharse de la Lepra poco después de saltar a primera por la gran competencia que tenía en su puesto. ¿Quién era aquel DT? El propio Loco Bielsa, quien hacía sus primeras armas en los bancos de suplente.
“Cuando me enteré que Marcelo quería que fuera para allá, con mi papá ni dudamos y tomamos la decisión. Era algo importante para nosotros. Según me explicó mi papá en ese momento, era una oportunidad para crecer y así fue. La verdad que fue una alegría enorme para mí, pero imaginate para mi papá. Que un entrenador como Marcelo se fijara en mí... Arreglamos todo enseguida y pude aprender de él”, repasa sobre esa breve estadía bajo el mando del símbolo de Newell’s, ya que Bielsa renunció cuatro meses más tarde.
Cuesta creer que el Loco, detallista ortodoxo, haya pasado por alto el dato de que su actual dirigido era hijo de un ex dirigido suyo hacía casi dos décadas atrás. Pero fiel a su estilo, para evitar un trato preferencial con un compatriota en plantel francés, el DT no le hizo comentarios sobre el tema y tampoco sobre el amor por Newell’s de ambos: “Es bastante reservado, siempre nos enfocábamos en el entrenamiento que teníamos, en los partidos. Es un hombre frontal que te dice las cosas claras de lo que tenés que hacer y mejorar. Este hombre prepara todo para mejorarte y sacarte el máximo. Cada entrenamiento es como un día de partido, te exige al límite”.
El carreteo por España y Francia derivó con su despegue definitivo en la última cesión que le dio la Roma al AEK de Grecia: anotó 21 goles en 43 encuentros (fue titular en 39) y se ganó una nueva transferencia. Spartak de Moscú, máximo ganador de la Premier Legue rusa, desembolsó unos 5 millones de euros para adquirirlo y le dio la estabilidad que tanto necesitaba.
En cinco años cambió seis veces de países pero esta vez tenía el mayor desafío social por delante: adaptarse a Rusia. “Lo más complicado es salir a disfrutar un poco, ir a un restaurante o a un shopping, pero el resto es un país hermoso por donde lo veas. No recorrí mucho en sí, aunque ya va a hacer dos años que estamos. Gracias a Dios me tocó estar con mi pareja y mi hijo, que fueron las personas que me ayudaron en este proceso. La verdad que sin ellos hubiese sido muy difícil. Nos adaptamos lo mejor posible a la vida de Rusia y por suerte encontré un plantel bastante bueno en lo humano”.
Si bien jugó el Mundial Sub 20 del 2017 con la selección argentina, el llamado de Batista para estos trabajos de preparación rumbo a Tokio 2020 volvieron a insertarlo de lleno en la órbita albiceleste y le presentaron una chance de dar batalla en un puesto siempre difícil de adueñarse. Su pelea por la titularidad, en este Sub 23, parece ser con Adolfo Gaich, un referente del equipo juvenil: “Tenemos una relación de mucho respeto y eso hace que la convivencia sea mucho mejor. Podría jugar tranquilamente junto a él y aprovecharnos mutuamente. No lo veo con malos ojos jugar juntos”.
Las características de Ezequiel fueron mutando. Aquel delantero con mucha potencia ahora también le sumó otras herramientas a su juego para poder convivir con otros atacantes en la ofensiva, como le sucede hoy en día en el Spartak. “Me encanta lo que hizo Batistuta durante su carrera, tenía velocidad y determinación cuando entraba al área. No tuve el placer de verlo jugar por TV, pero sí recopilé muchos videos. Tengo admiración hacia él. Me gustan muchos los delanteros de este último tiempo como Luis Suárez, me gusta muchísimo, intento tener el hambre de gol que tiene él, es un referente”, señala.
En poco más de un mes, Argentina irá en busca de su tercera medalla dorada en fútbol masculino y Ponce sueña con estar allí, pero también en que esta plataforma le sirva para entrar en la consideración del profundo recambio que está llevando a cambio Lionel Scaloni en la mayor. “Estoy muy contento de estar acá. Aprovecho el momento de estar en un lugar tan importante como la Selección. Siempre aspiré a llegar acá. Creo que el sueño de cada chico que juega en Argentina es debutar con la selección mayor. El anhelo mío como jugador de fútbol es ese. Mi trabajo tanto personal como en el club va dedicado a esa visión. Es un sueño que tengo desde muy chico. Sigo mucho al equipo y este proceso que está dirigiendo Scaloni. Estoy muy contento con los chicos que pudieron debutar, con muchos fui compañero y tengo buena relación. Obviamente que me entusiasma y me motiva a esforzarme para tener la posibilidad de debutar. El llamado de Scaloni es un sueño”.
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