Crímenes, política y mensajes tumberos: el inquietante regreso de los Zalazar, la familia barrabrava que aterra al Oeste del Conurbano

Desde el centro de la tribuna de Deportivo Merlo sembraron el temor por décadas e incluso protagonizaron una sangrienta guerra entre hermanos. Dante salió de prisión y con su grupo busca recuperar poder

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Reunión Barra Deportivo Merlo

Como en aquellas series donde alguien dice un nombre y todos tiemblan, así se vive hoy en Merlo. Si no fuera tan real, uno creería que está frente a un producto de Netflix. Pero la Argentina es una tierra pródiga en dar historias que superan a la ficción. Y ese nombre en Parque San Martín es en realidad un apellido: Zalazar. Sí, la familia barrabrava, que aterrorizó la zona generando su poder desde la tribuna de Deportivo Merlo con conexiones políticas, sindicales y policiales, está de vuelta. Con su jefe Dante a la cabeza, que salió recientemente de prisión y, a diferencia de lo que prometió cuando le pusieron la tobillera electrónica, está recuperando terreno. Amenazas telefónicas de su gente, una reunión grande de su grupo prometiendo venganza y un primer tiroteo en el último partido de local del club hablan a las claras de que nadie está a salvo en esa región del Conurbano bonaerense. Y es sólo el anticipo de lo que vendrá.

Para entender la historia hay que remontarse mucho tiempo atrás, hasta el año 1993, en un caso único en la génesis barra Argentina. En ese momento Jorge Zalazar agarró la tribuna de Deportivo Merlo. El Cordobés, como lo apodaban, tenía dos sueños. Ver al equipo en Primera y que el clan familiar se apoderara para siempre del paravalanchas. El primero no se cumplió y el segundo fue su pesadilla: cuando él murió en el año 2000, tres de sus cinco hijos estaban presos (Dante y Fernando por presunta violación y homicidio, hechos de los que resultaron absueltos, y Carlos por robo) y al salir se pelearon a muerte por el control de la popular en una guerra que dejó varios muertos y en la que quedó herida de bala su propia madre, quién acusó por ese hecho a Dante y que en su momento a este cronista le manifestó que la batalla no terminaría hasta que uno de sus hijos matara al otro. Eso no ocurrió aunque sí se mantuvieron en la senda delictiva, a la que se sumaría en la mitad de los 2000 otro hermano, Matías. El más chico, David, se abriría del grupo trabajando como remisero y vendiendo prendas de vestir a domicilio.

Así las cosas, se formaron dos bandos: uno al mando de Dante y Matías y otro con Carlos, alias Caio, y Fernando, apodado Cuni, a la cabeza. Y con los dos sectores del Justicialismo local jugando para cada bando. De un lado la gente del por entonces intendente Raúl Othacehé y del otro la del actual titular del distrito, Gustavo Menéndez, tal como quedó reflejado dos años atrás en la Justicia. Eran tiempos en que Parque San Martín parecía a diario un set de filmación de un western, con tiroteos en cada esquina. Hasta que tres hechos policiales en el último lustro marcarían el destino de la familia. Matías Salazar fue preso por innumerables robos, Dante acusado de tentativa de homicidio decidió fugarse y Caio fue asesinado tras un ajuste de cuentas donde recibió cinco balazos. En ese contexto, el otro hermano que quedaba, Cuni, para escaparle a ese derrotero, decidió recluirse en un trabajo en Vialidad y en un club del barrio Cervantes llamado Once Colegiales, nada más ni nada menos que la institución en la que nació futbolísticamente Marcelo Gallardo.

Dante, junto a los bombos
Dante, junto a los bombos en la reunión de su facción. Cuni, con la camiseta de River

Por esos hechos la paz volvió a Parque San Martín y al Deportivo Merlo, y la tribuna quedó en manos de otros barrios de la zona, liderados por los que se reúnen alrededor de la estación de tren Ferrari, Segunda Loma y La 71. Mientras, las vidas de los hermanos atravesaban experiencias inimaginables para cualquier mortal. Por ejemplo la de Matías. Buscado por un robo violentísimo en el barrio El Remanso que se sumaba a otras dos causas por robo más una tentativa de homicidio, se refugió en Fuerte Apache, donde se alió a otro grupo delictivo. Fue a realizar una entradera en Capital y llevó como segundo a un adolescente de 16 años. El hecho terminó mal: persecución policial y muerte del adolescente, mientras él logró escapar. Estuvo un año prófugo hasta que la familia de su secuaz asesinado lo encontró en Cuartel V, en Moreno, y como si fuera la mafia “lo pincharon todo” como dice el argot carcelero, tajeándolo en distintas partes del cuerpo y lo dejaron atado a un árbol frente a la comisaría avisando que ahí estaba el prófugo. Increíble.

También en Cuartel V cayó Dante tras varios años eludiendo a la Justicia (tenía causas por tentativa de homicidio, drogas, atentado y resistencia a la autoridad, tenencia ilegal de arma de guerra) y ambos terminaron presos en el penal de Florencio Varela, donde lograron instalarse en el pabellón evangélico que decoraron con camisetas de fútbol y banderas de Deportivo Merlo.

Pero en medio de la pandemia, Dante consiguió prisión domiciliaria y se mudó a la casa de la madre. Algunos dicen que hubo un favor político para lograr ese cometido y apuntan a que los Zalazar afirmaron en un juicio por lesiones graves contra un funcionario de Menéndez, llamado Mauricio Canosa, que lo habían molido a palos por orden de Othacehé. Otros muestran sugerentes fotos del año pasado donde varios agentes policiales en medio de la rebelión de la Bonaerense en septiembre de 2020 protestaban tocando los bombos de la barra identificados con la leyenda “La banda del Cordobés”. Lo cierto es que Dante terminó dos meses atrás nuevamente absuelto después de que todos los testigos que lo acusaban de delitos, incluso su madre, rectificaran sus declaraciones en el juicio oral.

En medio de la rebelión
En medio de la rebelión de la Bonaerense en septiembre de 2020, agentes policiales protestaron tocando los bombos de la barra de Deportivo Merlo identificados con la leyenda “La banda del Cordobés”

Con esa nueva situación empezó a mover sus fichas otra vez por Parque San Martín. Y a reclutar gente para ir por todo. Dicen que ofrece planes o promete puestos municipales para que se le unan. En la Municipalidad aseguran que no lo quieren ni cerca y apuntan al apoyo que le darían desde un Sindicato de Comercio y desde una línea interna del PJ que se desprendió del oficialismo en 2019. A Dante estos rumores le importan poco: juntó a su gente en el club Once Colegiales, donde pisa fuerte su hermano Cuni, también presente en el cónclave. Y grabaron un video cantando contra los “traidores” y dejando un mensaje concreto sobre su regreso.

Algo que muchos creyeron ver materializado el 15 de mayo pasado, en el último partido antes de la suspensión del torneo de Primera B por el aislamiento estricto ordenado por el Gobierno. Esa tarde Merlo recibía a Argentino de Quilmes. Como cada vez que el equipo juega de local, la barra colocó las banderas en el estadio y se ubicó a 200 metros, a seguir el partido por una pantalla. Minutos antes del comienzo una moto pasó y disparó hacia el lugar, sin apuntar al cuerpo, pero como mensaje mafioso unívoco. Nadie se atribuyó el hecho pero por lo bajo, en Parque San Martín, hay un apellido que siembra el miedo. Y que está de regreso. El próximo martes Merlo vuelve a jugar de local. Es por la tarde. Pero en el barrio todos temen que si la Seguridad no hace algo, se venga la noche.

Dante, en su paso por
Dante, en su paso por la cárcel, con la campera del Borussia Dortmund

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