Boca entró en licencia después de lo que fue la resonante eliminación en la Copa de la Liga Profesional en manos de un Racing disminuido por algunas bajas importantes y que poco hizo para quedarse con la clasificación en los 90 minutos. Sí supo cómo contener el juego colectivo y las individualidades de un rival parsimonioso que pareció tener más la cabeza en el receso que en la serie decisiva. Finalmente la Academia disputará la final este viernes ante Colón y los jugadores xeneizes dejaron pasar la chance de competir por un título más. Es tiempo de balance y reflexión. Miguel Ángel Russo, que espera por refuerzos, se jugará la continuidad.
Desde que arribó al club para iniciar su segundo ciclo a principios de 2020, muy poco hay para discutirle al DT respecto a los números. Es que las estadísticas respaldan a Boca como el mejor equipo argentino teniendo en cuenta que obtuvo la Superliga en el primer trimestre del año pasado, pisó las semifinales de la edición pasada de la Libertadores (igual que River), se quedó con la última copa nacional y está entre los mejores 16 de América otra vez. La crítica externa se basa en el juego. La interna, aunque no sea escuchada o esté a la vista, también.
Juan Román Riquelme, que después de un Superclásico irrumpió en un programa televisivo desde lejos para decir que hacía rato era River el que jugaba mal, y que luego del último cruce por Copa de la Liga que terminó con clasificación de Boca rompió el silencio y le sumó valor al triunfo en los penales, sabe que este nivel no le va a alcanzar al equipo para llegar a las rondas finales de la Libertadores, su certamen predilecto como jugador y hoy como dirigente. “Si sos bueno, tenés que ganar la Libertadores”, es una de sus célebres frases. Y ahora todo Boca debe demostrar eso.
Con dos refuerzos al caer como Esteban Rolón y Nicolás Orsini, restará saber quiénes son los que se despedirán en el próximo mercado. A este par podrían sumársele Norberto Briasco, un lateral derecho y otro centrodelantero. Russo solicitará para estar a la altura de las circunstancias en otro semestre que le exigirá de lo lindo. Y de arranque nomás. Dos instancias pueden llegar a marcar un antes y un después para el cuerpo técnico, que posee vínculo en la institución de la Ribera hasta diciembre de 2021.
El plantel tendrá vacaciones hasta el próximo viernes 18 de junio, cuando se reencuentre en el Complejo Pedro Pompilio de Casa Amarilla para someterse a exámenes médicos previos y ponga en marcha su preparación de cara al próximo campeonato doméstico, los octavos de la Libertadores ante Atlético Mineiro (se llevarán a cabo desde el 13 al 22 de julio) y los octavos de la Copa Argentina contra River (con fecha y sede a confirmar).
Más allá del runrún en el periodismo y hasta entre los hinchas por redes sociales, la continuidad de Russo nunca estuvo en debate por el CDF. Ahora bien, ¿en qué situación quedará parado Russo si el equipo es eliminado a mediados de julio de la Libertadores? Boca se medirá frente a un Atlético Mineiro que sacó 16 puntos sobre 18 en su zona de Copa, cuenta con grandes figuras y rodaje. Por el contrario, el de Miguel es un plantel en pleno recambio y transición que tendrá que exprimir al máximo cada entrenamiento en la pretemporada para aceitar el modelo de juego a emplear.
La de la Libertadores será una prueba de fuego para el entrenador, que también deberá sortear el cruce por Copa Argentina ante River, otro arma de doble filo: una nueva clasificación frente al adversario de toda la vida simbolizará un envión anímico importante y además ensanchará la espalda del DT para competir, al menos, hasta fin de año. Una eliminación hará tambalear el piso. La información es que la idea de las autoridades de la copa nacional pretenden disputar el Superclásico pendiente entre julio y agosto. Es decir que tras los primeros dos meses de la vuelta al trabajo, Boca sabrá si estará en los cuartos de final de la Libertadores y si habrá derrotado o sucumbido contra River en la Copa Argentina. En paralelo, tendrá que atender el campeonato local. Y lógicamente lidiar con la crítica vinculada al volumen de juego.
Russo no pierde el libreto y ya mostró sus dotes y habilidad como capitán de barco sin temor a tormentas. Los primeros nubarrones deben ser disipados por Riquelme y compañía con el arribo de refuerzos que le permitan maniobrar. Y para salir ileso en aguas profundas necesitará doblegar a un peligroso Atlético Mineiro y dejar otra vez en el camino a un River con la sangre en el ojo y sed de revancha por la última eliminación.
SEGUIR LEYENDO: