Histórico. Épico. Legendario. La victoria de River Plate 2-1 ante Independiente Santa Fe recibirá múltiples rótulos. Ninguno será exagerado. Con 20 bajas por COVID-19 (24 contando a los juveniles que estaban fuera de la lista de buena fe), con Enzo Pérez (lesionado) de arquero, sin suplentes. Y con un coraje contagioso, conmovedor, más allá de la propuesta, a la que el Millonario no renunció a pesar del contexto desfavorable. Las figuras... Fueron todos. Cada uno de los protagonistas hizo su aporte. Pero el mediocampista mendocino resultó la estrella del triunfo, como símbolo de una noche inolvidable, para los hinchas del club, y también para todos los que se reconocen fanáticos del fútbol.
Gracias a los tres puntos, River se encaramó en la cima del Grupo D de la Copa Libertadores, con 9 unidades. Con un empate ante Fluminense el próximo martes 25 de mayo, se asegurará el pasaje a los octavos de final.
Enzo Pérez (10): premio para la osadía de asumir el desafío y el compromiso de aceptar ir al arco, además estando lesionado. Con el buzo con el dorsal 24, hizo la fácil, bien cubierto por los defensores. Alentó desde el fondo, sacó un centro al córner de un guantazo, salió bien en un centro (ganó la falta) y rechazó con una volada hacia su izquierda un remate de Palacios. Nada que hacer en el gol de Osorio.
Milton Casco (8): un tractor. Personalidad para empujar el equipo, despliegue para hacer la banda hasta el último minuto, sin importar el contexto. Un desborde suyo casi termina en gol de Álvarez. Y un par de cierres providenciales, con el corazón, cuando las piernas ya no daban.
Tomás Lecanda (9): presentación estelar del juvenil. Perdió poco y sacó muchísimo. Además, salió desde el fondo con la prestancia de un veterano. Revalidó todos los pergaminos que traía desde las inferiores y las selecciones juveniles. Gallardo sumó un refuerzo impensado a la rotación.
Las alternativas del partido y los goles de Angileri y Álvarez (descontó Osorio)
Jonatan Maidana (10): enorme partido del central y capitán. Sacó absolutamente todo de arriba, muchas veces cerca de Pérez, para cubrirle las espaldas (y los guantes improvisados). Líder de la resistencia, se jugó el cuerpo en varias acciones. Regreso triunfal al club.
Héctor David Martínez (9): otro puntal en la épica riverplatense. No se complicó jamás: dentro del área, rechazó. Y cada vez que el partido se lo permitió, condujo, tal como venía haciendo en su levantada desde su retorno a la institución.
Fabrizio Angileri (10): gol para abrir el marcador, un par de desbordes de wing y entrega en galones durante los 90 minutos para hacer el carril sin posibilidad de reemplazo.
Jorge Carrascal (6): en el primer tiempo, sin entender del todo lo que necesitaba el partido, más allá de algún destello de su calidad. Por momentos, en otro ritmo al de sus compañeros. Levantó en el complemento a la hora de cubrir el balón y hacer correr los minutos. Tuvo el 3-1 sobre el epílogo y el arquero Castellanos contuvo su grito.
Felipe Peña Biafore (9): otra gigante revelación. Sacrificio, ubicación y pies sensibles para mover la pelota con inteligencia. Se bancó un partido en llamas con soltura. Y abrió los ojos de los fanáticos que no lo conocían: gran valor que pide oportunidades a futuro.
José Paradela (9): Gallardo le venía pidiendo implicarse más en los partidos. Pues bien: estuvo en todos los roles. Retrocedió, condujo, gambeteó, desequilibró. Un primer tiempo de novela.
Julián Álvarez (10): si no hubiera atajado Enzo Pérez, la gran figura. Imposible de frenar para la defensa de Independiente Santa Fe, asistió a Fontana, hizo un gol que hizo recordar a Gabriel Batistuta, generó y también marcó. En el segundo tiempo, por momentos, fue volante de ida y vuelta.
Agustín Fontana (6): falló dos mano a mano en el principio, aunque en el segundo rectificó Angileri y le quitó responsabilidad. Aguantó siempre que pudo, a veces acertando, otras veces tomando malas decisiones. Sin embargo, meritorio porque por momentos se bancó a los centrales solo, sobre todo en la segunda etapa.
Marcelo Gallardo (10): ¿Cualquier técnico hubiera arriesgado en un contexto como el que vivía River? La respuesta es no. Sin embargo, no hizo la fácil. Apostó al partido que salió: intentar romper el 0 al inicio y luego protegerse con la pelota cuando las piernas ya no tuvieran la misma vivacidad. El tridente de zagueros custodiando a Enzo Pérez. Los carrileros como dagas por afuera. Y Álvarez como as. Contra todo y todos. Como estratega, Napoleón.
SEGUIR LEYENDO: