Y recuerda… si algún día pasas por Cleveland (Ohio, Estados Unidos) nunca, pero nunca menciones el nombre de Ted Stepien con una sonrisa en el rostro si no quieres pasar un momento incómodo. Mucho menos pronuncies esas 10 letras dentro o en los alrededores del Quicken Loans Arena, y si lo haces, atente a las consecuencias.
Cuesta creer que la ciudad en la que nació LeBron James haya acogido a uno de los propietarios más nefastos de la historia de la NBA. Un hombre que destruyó la franquicia en los tres años que estuvo en el poder y que estuvo a punto de hipotecar parte del futuro del equipo, producto de sus malas decisiones gerenciales.
Aquel empresario estadounidense dejó una marca imborrable en una de las entidades deportivas más importantes del país. En solo tres temporadas, consiguió que hicieran una regla en su honor (la regla Stepien) que aún continúa en vigencia y que se creó en su momento para prevenir una catástrofe.
Con 55 años, Ted Stepien amasaba una fortuna gracias al trabajo hecho en el Nationwide Advertising Service (empresa de publicidad), y como la mayoría de los empresarios poderosos, posó sus ojos en la NBA como si fuera una mina de oro. Tan es así que en abril de 1980 pagó 2 millones de dólares para hacerse con el 38% de los Cleveland Cavaliers, ubicado en una de las ciudades más devotas del balón anaranjado. A finales de año se había convertido en el máximo accionista de la franquicia.
Fueron tres años espantosos a nivel deportivo, dirigencial y económico, en donde prevalecieron los escándalos mediáticos por sobre el resto, como la insólita creación del grupo de animadoras Teddi-Bears.
EN LO DEPORTIVO
Las estadísticas que dejaron los Cavaliers fueron nefastas. De 246 juegos perdieron 180. Incluso dentro de esa marca hay una peor, la cual se produjo en el segundo año de Stepien en el poder: la franquicia perdió los últimos 19 partidos de esa temporada y sumó otros 5 en la siguiente edición, protagonizando la racha negativa más grande de la historia de la competencia con 24 caídas consecutivas.
Durante esos tres años contrató a seis entrenadores diferentes, cuatro de ellos durante la edición 1981-82 (su peor campaña: 15-67): Don Delaney, Bob Kloppenburg, Bill Musselman (1980 y 1982), Tom Nissalke y Chuck Daly, quien estuvo al mando del equipo por tan solo 41 partidos y que un par de años más tarde iba a conquistar dos anillos de manera consecutiva con Detroit Pistons, además de convertirse en el primer entrenador en la historia del Dream Team.
En total también pasaron 44 jugadores por las filas de los Cavs durante la era Stepien. Números que representan la inestabilidad que sufría la plantilla de Ohio, la cual claramente no consiguió clasificarse para los playoffs en ninguna de esas campañas.
EN LO DIRIGENCIAL Y “LA REGLA STEPIEN”
“Es el peor dueño en la historia de los deportes profesionales. Esa no es una opinión subjetiva, es una objetiva”, aseguró tiempo atrás Kent Schneider, ex abogado y amigo cercano de Stepien, en diálogo con The Score.
Con el empresario estadounidense en lo más alto, la asistencia del público comenzó a decaer de manera drástica producto de los resultados del equipo. La franquicia acabó en el último lugar de la NBA en lo que respecta a ese tema durante las primeras dos temporadas y en penúltimo durante la tercera. Tan solo alcanzaban a promediar cerca de 3.900 espectadores en un recinto que albergaba a más de 20 mil. Se estima que perdió alrededor de 15 millones de dólares en ingresos durante la pobre trilogía de Stepien en materia de espectadores.
Sin embargo, todavía quedaba lugar para que el mandatario tomara una de las peores decisiones de la historia a nivel dirigencial: canjear cuatro selecciones del draft de primera ronda entre 1981 y 1986 de manera consecutiva, hipotecando el futuro de la franquicia por un puñado de jugadores que no alcanzaron a marcar la diferencia.
Ante esa descabellada decisión, que podía destruir a los Cavs de una forma lenta y dolorosa, el entonces comisionado de la NBA, Larry O’Brien, se vio obligado a crear la Ted Stepien Rule, para combatir la ineptitud del empresario estadounidense, que hoy continúa en vigencia.
La norma que se estableció era clara: los equipos no pueden intercambiar futuras selecciones del draft de la primera ronda en años consecutivos (sí pueden hacerlo de manera alterna). Esta medida impide a las franquicias realizar negociaciones que podrían dejarlos sin futuros talentos jóvenes a futuro.
La más recordada fue la primera selección general en el draft de la NBA de 1982. Sin saberlo, Stepien y los Cavaliers perdieron la posibilidad de incorporar al joven James Worthy, quien se unió a los Lakers, donde permaneció durante 12 temporadas.
El alero se convirtió en un jugador clave en los tres títulos obtenidos por la franquicia durante su estancia. Además, al año siguiente de su debut, fue elegido como miembro del primer equipo de novatos de la NBA, y en 1988 fue el MVP de la final ganada ante Detroit Pistons (4-3). Por su recorrido, en 2003 ingresó en el Salón de la Fama de la NBA, y los Lakers retiraron su camiseta N.º 42 tras abandonar el deporte.
Prácticamente obligado a vender el equipo, producto de sus terribles decisiones, en 1983, George y Gordon Gund tomaron las riendas a cambio de 20 millones de dólares. A partir de allí, los dueños de la NBA les otorgaron una bonificación que les permitiría volver a tener selecciones de primera ronda en los draft desde 1983 a 1986, para que no sufrieran las consecuencias de los insólitos negocios que llevó a cabo el dueño anterior.
UN INEPTO FUERA Y DENTRO DE LAS OFICINAS: El episodio de las bolas de softbol y la creación de las Teddi-Bears
Si todo lo que hizo detrás del escritorio resultó dramático, los episodios que protagonizó fuera de las oficinas fueron aún peores.
Hay que remontarse al 24 de junio de 1980, durante sus primeros pasos como propietario. Aquel día invitó a miles de fanáticos a un evento que tuvo lugar en los pies de la Terminal Tower, un rascacielos de 52 pisos y 235 metros de alto ubicado en el centro de la ciudad de Cleveland, y que cumplía el 50.º aniversario de su creación.
Stepien, que también era dueño de un equipo de softbol profesional, no tuvo mejor idea que invitar a algunos jugadores de su plantel para que atraparan los lanzamientos que él mismo ejecutaba desde una de las ventanas de la parte superior del edificio.
Los medios televisivos de aquel entonces se acercaron a la zona y fueron los principales testigos de lo que estaba ocurriendo. La idea fue pésima. Dos personas resultaron heridas, una mujer de 24 años con una muñeca rota, vehículos dañados, y una muchedumbre corriendo para tratar de evitar que una de esas pelotas los golpeara.
“Fue una mala idea. no tuvimos la oportunidad de practicar lo que íbamos a hacer. En realidad, la multitud estaba demasiado cerca. Desde allá arriba ni siquiera podía ver en dónde estaban”, se lamentó el propio Ted Stepien en diálogo con el medio en cuestión.
Un mes después, a mediados de mayo de 1980, un reportero iba a presenciar uno de los proyectos más criticados e increíbles de Ted Stepien durante su estancia en Cleveland.
Sheldon Ocker era un periodista del Akron Beacon Journal y se propuso crear un perfil del nuevo propietario de los Cavs. Por tal motivo, lo contactó para hacerle una entrevista. “Vente el domingo a casa después de misa. Nos sentaremos en la piscina a ver porno”, le contestó.
Ocker, asombrado, se dirigió ese domingo a la residencia del nuevo dueño de la franquicia, pero, para su desilusión, el empresario no estaba en casa. El reportero preguntó por él, y sus hijas lo enviaron a un club nocturno que estaba cerca del lugar.
Finalmente lo encontró en el Rare Cherry. Stepien estaba realizando una audición entre una docena de mujeres jóvenes con el fin de formar un grupo de animadoras denominadas las Teddi Bears, en el que su hija Nancy, de 19 años, ya tenía un lugar asegurado, y su esposa las entrenaría.
Fueron 35 las que quedaron seleccionadas. Sin embargo, los malos resultados deportivos impactaron de lleno en las performance de las animadoras, que en medio de sus números eran abucheadas por los pocos fanáticos que asistían al Richfield Coliseum, antiguo pabellón en donde los Cavs hacían de locales.
“Desafortunadamente, fuimos solo un pequeño bache en el tiempo. Eso es lo que diría yo. No se puede evitar el hecho de que fueron muy malos años de propiedad. La gente quería la cabeza de Ted en una bandeja. Pase lo que pase, éramos parte de un equipo perdedor. Y a Cleveland no le gustan los equipos perdedores”, recordaba Dian Savelli (68 años), una de las nueve bailarinas que hablaron con el medio The Athletic recientemente.
“Había 10 personas en las gradas y salíamos haciendo el mismo número, y ellos abucheaban”, aseguró otra de las animadoras al medio estadounidense: “Teníamos abonados de temporada que entraban y veían el mismo baile en todos los partidos. Y eso es lo que fue. Solo tuvimos tal vez seis bailes. Así que salíamos, hacíamos lo mismo, volvíamos… y así sucesivamente”, agregó.
El 16 de abril de 1982, durante el final del segundo año de Stepien a cargo de los Cavaliers, el periódico The Cleveland Press informó que seis bailarinas lo habían acusado por “falta de profesionalismo, promesas incumplidas, rutinas de baile anticuadas, reglas que no se cumplieron y falta de respeto”.
El empresario estadounidense, por su parte, aseguró que esas declaraciones eran falsas e impuso una demanda por 2 millones de dólares por daños a su imagen que finalmente terminó desestimando tres meses más tarde.
Ted Stepien dejó el cargo después de tres años de una pésima gestión. Su nombre quedó plasmado en los libros de la NBA por ser uno de los dueños más incompetentes de la historia del máximo deporte de Estados Unidos.
“No siento que haya fallado. Rescaté una organización en quiebra”, consideró un tiempo después de abandonar Cleveland y fundar los Tornados de Toronto (creado en 1983 y desaparecido en 1985) en la Continental Basketball Association (extinta desde 2009).
El extrovertido empresario estadounidense falleció el lunes 17 de septiembre del 2007 a los 82 años en su casa de Willoughby Hills, producto de un paro cardíaco.
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