Empleado municipal y fanático de la natación y el yoga: quién es Facundo Tello, el árbitro que dirigirá el Superclásico

El bahiense que se hará cargo del Boca-River está atravesando un gran momento. Sus estadísticas con los dos equipos

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El arbitro Facundo Tello impartirá
El arbitro Facundo Tello impartirá justicia en el Superclásico de La Bombonera FOTO NA: MARCELO CAPECE

Facundo Tello Figueroa fue el elegido para impartir justicia en Superclásico del domingo en la Bombonera. El árbitro del próximo Boca-River, válido por los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional será asistido por Juan Pablo Belatti y Pablo González como jueces de línea, mientras que Ariel Penel estará en el sector de los bancos de suplentes.

Nacido el 4 de mayo de 1982 en Bahía Blanca, el bonaerense fue considerado internacional en 2019 por la FIFA. En el último tiempo se tomó una licencia sin goce de sueldo en su cargo como empleado municipal para dedicarse de lleno al arbitraje.

Será uno de los protagonistas en La Boca. Durante su etapa de formación se graduó como licenciado en Protocolo y Ceremonial, fue padre de 2 hijas y se instaló en su ciudad natal con su esposa.

Recientemente se mudó a un confortable departamento de la zona céntrica, donde desempeña su afición por la natación y yoga. Según confesó en más de una ocasión, sus actividades recreativas lo han ayudado a lograr un buen equilibrio mental para su profesión.

Es el primer árbitro bahiense en llegar a internacional, y durante su carrera administró mas de 100 encuentros en Primera División. A River lo dirigió en once oportunidades, de las cuales el Millonario ganó 6, empató 2 y perdió 3. A Boca, en tanto, lo tuvo en 19 encuentros, con una cosecha del Xeneize de 14 victorias, 4 igualdades y una sola derrota.

Facundo Tello tiene dos Superclásicos en su recorrido. El primero fue durante un amistoso en 2018, con el triunfo del equipo de Núñez por 1 a 0 (gol de Rafael Santos Borré); y el segundo fue recientemente en La Boca, correspondiente a la quinta fecha de la primera fase de la Copa de la Liga, que concluyó con un empate (fue 1 a 1, con goles de Villa y Palavecino, en un duelo que terminaron expulsados Zambrano y Casco).

Milton Casco observa la cartulina
Milton Casco observa la cartulina colorada de Facundo Tello en La Bombonera. Foto: REUTERS/Marcelo Endelli

Los antecedentes muestran una buena tarea del bahiense en los Superclásicos. Tal vez por ello en la organización prevaleció designar a Tello para el choque del domingo a pesar de “que no recorrieron los dos encuentros que el reglamento exige” para volver a dirigir nuevamente a un mismo equipo. El pasado 2 de mayo por la mañana, él estuvo a cargo del compromiso en el que Boca se impuso por la mínima diferencia ante Lanús.

Pero hay otro conflicto que se sumó en su designación: dirigió el miércoles un partido internacional en el exterior, y el jueves actuó como cuarto árbitro en Venezuela por Conmebol, regresando recién el viernes al país, con los riegos que ello supone y las combinaciones aéreas ¿Es lo ideal? La experiencia no lo aconseja, dado que ya pasamos por un Boca-River con un árbitro que regresó de México, en condiciones similares. Sin embargo, si las autoridades lo decidieron, sabrán y conocerán los motivos.

Cuando se me consulta quién es el mejor árbitro argentino, las respuestas son siempre las mismas: “El que está pasando el mejor momento”. Y en la actualidad es Facundo Tello Figueroa.

¿Qué partido le espera? Seguramente no será como el último Superclásico que dirigió. Los primeros 15 minutos van a ser fundamentales para medir su conducción. Él es un árbitro con una particularidad especial: tiene la magia de saber cambiar con facilidad su pragmatismo para transformarse en un ortodoxo reglamentario. Una razón para que lo lleve a entrar en clima durante los primeros instantes y pueda ajustar las medidas que el encuentro exige. Solo lo imprevisible que tiene cualquier partido lo puede llevar a perder la conducción o cometer errores, y éste hubiera sido un encuentro ideal para que los asistiera el VAR.

Esperemos que lo inesperado no sea el común denominador y al final del espectáculo solo comentemos lo vibrante del encuentro y el árbitro solo sea un espectador de lujo que haya pasado inadvertido.

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