Nadia Podoroska se sienta en las sillas del Court Central del Foro Itálico, cierra los ojos en el cambio de lado y activa el proceso de concentración que ya puso en práctica con resultados positivos en Roland Garros, el torneo que acertó en el 2020 para dar un golpe sobre la mesa y darse a conocer al gran mundo del tenis.
Enfrente no está solamente la actual 8 del ranking WTA, también una de las mejores jugadoras de toda la historia y su referente, Serena Williams. Juega a la perfección, hasta que parece que el duelo empieza a escaparse cuando tenía todo para ganar en el segundo set. Pero se recupera y cierra uno de los triunfos más resonantes de toda su vida con un contundente 0-40 para quebrarle el saque a la norteamericana.
La rosarina de 24 años volvió a dar un campanazo en el circuito femenino, esta vez en la segunda ronda del Masters 1000 de Roma contra una jugadora de 39 años que acumula 73 títulos WTA en su trayectoria singles. Como lo hizo en Roland Garros del 2020 arribando a las semifinales tras eliminar a Elina Svitolina (5°) o en el Yarra Valley Classic de este año frente a Petra Kvitova.
En apenas 227 días, la rosarina pasó de ser la 130° del ranking a cosechar tres triunfos contra jugadoras del Top Ten, ganar más dinero con su participación en Roland Garros que en toda su carrera y quedar a un paso de ser parte del Top 40 a partir del próximo lunes con lo hecho hasta el momento en la tierra batida de Roma.
Nieta de un abuelo ucraniano del que heredó el apellido e hija de los farmacéuticos Irene y Marcelo, Nadia comenzó a jugar en el Club Fisherton (el CAF, como le dicen en Rosario), donde practicaba hockey Luciana Aymar, la vecina más conocida del barrio. Nacida el 10 de febrero de 1997 en un hogar de clase media de Fisherton, la Rusita jugó al tenis por primera vez con apenas cinco años. En sus primeros pasos conoció los golpes inesperados que en ocasiones brinda el deporte: sufrió lesiones graves en una mano, la espalda y la cadera, de las que se repuso gracias al amor por la raqueta. Un amor que la empujó hace un par de años a emigrar a Alicante para aumentar sus posibilidades de competir de igual a igual con las mejores singlistas europeas y estadounidenses.
“Cuando tenía 12 años se había lesionado su rodilla y entrenaba en una silla. Lo vi con mis propios ojos. Ella quería seguir en actividad para no perder el timing”, reveló Sergio Trivella, presidente del club Fisherton, en declaraciones brindadas a Donde vive el deporte cuando la heroína local sorprendió al mundo. “El entrenador le tiraba pelotas para que ella las devolviera con un drive o un revés, tratando de mover lo menos posible su rodilla, que la tenía inmovilizada. Era una nena de 13 o 14 años que hacía esas cosas”, detalló el directivo en plena euforia por la victoria de Podoroska en Roland Garros.
Su trayectoria está cimentada en el esfuerzo constante y su nombre comenzó a tomar fuerza a partir de la obtención de la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Fue la primera muestra de su personalidad para los grandes momentos. La pandemia complicó su preparación y hasta debió apelar a su visa de estudiante para poder viajar a España durante los primeros meses de la cuarentena en el país.
Después de ese momento, llegó su presentación histórica en el Abierto de Francia: fue la primera tenista de la era abierta (desde 1968) en clasificar a las semifinales del codiciado torneo tras haber iniciado su camino en la qualy. Nadia quedó entre las cuatro mejores luego de ser superada por la joven polaca Iga Swiatek, que hoy está entre las 15 principales del ranking luego de haber sido campeona en Roland Garros.
Estos momentos de presentaciones resonantes esconden detrás la construcción de un camino de esfuerzo. Nadia tuvo como primer entrenador a los cinco años a Celso Fernández, quien quedó impresionado por sus condiciones innatas, y luego fue Carlos Rampallo el que completó su crecimiento. Ingresó al ranking profesional cuando apenas tenía 14 años y nueve meses, consolidándose como la segunda argentina más joven en lograrlo después de su admirada Gabriela Sabatini (14 años y cinco meses).
En 2016 se instaló entre las mejores 230 tenistas del mundo, superó la clasificación del US Open y jugó, por primera vez, el cuadro principal de un Grand Slam, lo que le permitió finalizar la temporada en el puesto 191 con gran ilusión.
Su constante sacrificio se ejemplificó cuando llegó a dormir en aeropuertos para evitar costos en hospedaje. También tuvo que “vivir de prestada” durante mucho tiempo, ya sea en departamento de amigos, colegas o entrenadores, pero instalarse en Alicante le permitió consolidar una base de operaciones sólida.
“Las mayores diferencias con las europeas o las estadounidenses no son en talento, sino en las oportunidades que tienen. Jugar cerca de nuestras casas, de nuestra ciudad, sería algo muy bueno, es mucho el esfuerzo que hacemos las latinas para insertarnos en el circuito”, declaró la Peque en ese momento.
En 2020 la rosarina ya había sacado a relucir su mejor versión, con un cuerpo técnico sólido integrado por Juan Pablo Guzmán y Emiliano Redondi. Así conquistó los torneos ITF de Malibú, Petir Boug y Saint Maló, títulos que le dieron la confianza necesaria para lograr lo que sobrevino después y explotó en París.
Mientras se prepara para decir presente en los postergados Juegos Olímpicos de Tokio a mitad de año y con el recuerdo fresco de haber defendido los colores de San Lorenzo desde el 2017 en la Primera División del torneo Interclubes, la diestra con revés a dos manos sigue dando ejemplos de su enorme calidad tenística a los 24 años.
Si bien desde aquella actuación histórica en Roland Garros tuvo un camino irregular que la llevó a perder varios torneos en primera ronda o en segunda fase, en Roma tuvo la chance de exponer una vez más dentro de la cancha su brillante capacidad para pelear mano a mano contra cualquier tenista del circuito.
“Tremendo triunfo”, la elogió una de sus ídolas Gaby Sabatini. “Cuando sea grande quiero tener la valentía que tiene Nadia para jugar al tenis”, la reconoció el experimentado Gusti Fernández. “¡Qué locura ganarle a Serena!”, lo simplificó Federico Coria. Todos coinciden en una cosa: Nadia Podoroska otra vez volvió a dar muestras que el tenis argentino tiene mucho material para seguir haciendo historia.
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