Chelo Weigandt contó la emotiva historia detrás de su dorsal 57 en Gimnasia y una imperdible anécdota con Maradona

El defensor de Boca, que se encuentra a préstamo en el Lobo platense, emocionó a todos con una dura historia familiar

Guardar
Chelo Weigandt emocionó a todos al contar una dura historia familiar

“Yo lo que más disfruto es estar con mi familia. Que pueda venir mi abuela a mi casa y comer un asado con ella. O estar con mis primos, tíos...”. La respuesta de Marcelo Weigandt lo pintó de cuerpo entero. El Chelo, como se lo conoce desde que debutó en Boca y que hace un año no para de romperla en Gimnasia y Esgrima La Plata, donde se encuentra a préstamo, sorprendió cuando lo consultaron si extrañaba las juntadas con amigos o las salidas a boliches pre pandemia.

El futbolista de 21 años guarda una dura historia familiar. De hecho, el dorsal que actualmente lleva en Lobo platense (57) se debe a su abuela paterna quien murió a esa edad, cuando faltaba poco para que él naciera y con su padre con tan solo 17 años. “Mi abuela falleció a los 57 años, el 9 noviembre del 1999 yo yo nazco 11 en enero del 2000. Mi viejo en ese tiempo tenía 17 años, iba a ser papá y se le va la mamá. Fue duro para él y para toda la familia”, comenzó su relato el Chelo, mientras intentaba controlar las lágrimas de emoción. “Como siempre digo, mi viejo para mí es mi ídolo porque con solo 17 años formó una familia hermosa. Me da orgullo que sea mi viejo”, agregó en una entrevista con ESPNFShow.

Chelo Weigandt contó una imperdible anécdota del día que conoció a Maradona en Gimnasia

“Podría haber elegido otro camino, pero en realidad se dedicó a laburar y a salir adelante con mi vieja que es de fierro. Hoy en día tengo a mi hermana que trato de inculcarle que disfrute lo que es mi mamá, mi papá y que disfrute de la familia, que son los únicos que están en los malos y en los buenos momentos. Lo más lindo es disfrutarlos en los buenos momentos. Hoy con la pandemia hay gente que pierde familiares y es algo muy feo. Yo no llegué a conocer a mi abuela, pero daría todo por estar así en un momento con ella”, reconoció, muy compungido.

Fantino, conductor del ciclo junto a Chechu Bonelli y Tronco, también se emocionaron. “Sos crack hermano, sos crack. Sos muy simple y tenés una cosa que ojalá no la pierdas nunca. Sos muy buen pibe”, remarcó el periodista. “Siempre siento a mi abuela, la llevo conmigo. Siento que ahora está al lado mío, la siento acá que me está acompañando”, manifestó el lateral derecho, que se sumó como refuerzo de Gimnasia y Esgrima La Plata en septiembre del año pasado y cuyo préstamo culminará en diciembre, aunque con una cláusula de salida a mitad de año si Boca así lo desea.

Chelo Weigandt el día que Alfaro le comunicó que debutaría en primera

En este último punto, el Chelo contó cómo fue aquel momento en que supo que Diego Armando Maradona lo quería y su primer encuentro con el Diez: “Él se comunica con mi representante, que arregló todo y me dijo que Diego me quería en su equipo. Llegué justo cuando se dio todo lo del Covid-19 y a Diego lo cuidaban mucho. Lo vi en el primer amistoso con San Lorenzo”.

Y agregó una imperdible anécdota con Pelusa: “Estábamos en la entrada en calor y llega Diego para dar la charla. Yo me quedé enfrente, quietito y lo miraba cuando hablaba. Y recuerdo la frase que dijo: ‘Acá no hay partidos amistosos’. Ya está, arranqué la moto y no paro, pensé. Durante el partido, estaba el Gallego Méndez (ayudante de campo de Maradona) que me dice: ‘Pará un poco, es un amistoso’. A lo que yo le respondo: ‘No, si Diego dijo que no había amistosos’”.

Chelo Weigandt celebra un gol
Chelo Weigandt celebra un gol con Gimnasia y Esgrima La Plata señalando al cielo y con el número 57, en homenaje a su abuela fallecida (Fotobaires)

Otras frases de Chelo Weigandt:

Cuando fue sparring de la Selección, pero no lo vio a Messi: “¿Si lo marqué a Messi? No, no lo vi. Él fue, pero yo no lo vi adentro de la cancha. Era un papelito y Messi pasaba por todos lados. Yo era un cono jeje”.

La procesadora que le regaló a su mamá con su primer sueldo: “Mamá siempre con el tema de las comidas siempre me cuidó, la verdad que es una genia. La amo profundamente. Cocinaba todo a cuchillo. Entonces el primer sueldo que cobro le regalé una procesadora. Fui a comprarla yo, era gigante. Todavía la sigue teniendo y la cuida como si fuera oro. Le dije: ‘Ma, cuidala porque no te la compro más’, jeje. Fue a los 16”.

Cuando debutó en Boca de la mano de Gustavo Alfaro: “Me dejó muchísimas cosas, para mí es una persona excelente. Me ayudó a cumplir mi sueño, confió mucho en mí, tengo una hermosa relación, hoy en día seguimos hablando. Le pregunto cómo le va en Ecuador, me pone muy contento por él que le vaya bien. Es una buena persona y ellos siempre se merecen lo mejor”.

“Cuando me dice que voy a debutar, me largué a llorar. En ese momento se te pasan muchas cosas por la cabeza, todo lo que viviste. Uno de chico pasa cosas lindas como feas. Mis papás siempre me dieron todo lo mejor que pudieron. Tengo muchísimos valores y códigos. Estábamos entrenando en Casa Amarilla y me llama Gustavo (Alfaro) y me dice que iba a debutar contra Estudiantes de Río Cuarto. Me quedé helado. Me dice que me lo merecía y que esperaba que lo pueda aprovechar. Un montón de cosas se te pasan. Mi hermanita nació en 2007 y se quedaba con mi abuela, primas o algún familiar para que mi mamá me pueda llevar a entrenar, en tren, colectivo, lo que sea porque auto no teníamos. Siento orgullo porque mis viejos dejaron de hacer cosas, mi mamá de estudiar o ir a trabajar, y se dedicó siempre a mí y a mi hermana. Mi papá se iba a trabajar 12 horas y lo veía muy poco. Sábado de por medio y domingo que tenía franco ahí sí lo disfrutaba. Pasaban días y no lo veía”.

Sus inicios y el llamado de Boca, club del cual es hincha: “Nací en el 2000 en Avellaneda, me crié en Monte Chingolo y sigo viviendo ahí con mi familia. Queda en Lanús Este. A unas 40 cuadras de la cancha de Lanús. Ahí me crié y di mis primeros pasos en un club de barrio, San Gerónimo. Yo arranqué porque mi mamá me llevó al pediatra porque yo era muy hiperactivo. Iba al jardín y me dormía como a las dos de la mañana, seguía corriendo dentro de casa jugando, no paraba. No era normal. Le dijeron que tenía que hacer algún deporte y mamá me llevó a fútbol. Pudo ser otro deporte, porque de más grande hice boxeo y natación. Sigo viviendo en Monte Chingolo donde tengo a mi abuela y amigos y sigo siendo uno más en el barrio. Vivo con mis padres, mi hermanita de 13 años y mi abuelo”.

“Arranco en San Gerónimo, jugué en varios clubes de barrio como Ofelia, Libertador y terminé mi ciclo de baby. También jugué en Avellaneda que es un club que se llama Villa Ideal donde me hicieron un retrato que fui a ver y firmar. Tengo un mural adentro del club, en la cancha. No lo podíamos creer con mi familia, es un gesto muy lindo, me encantó. De ahí me ven de Boca, Ramón Maddoni. En el club había un chico que era de Boca, Ramón Lucero, y lo fueron a ver a él y se quedaron para el resto de las categorías. Y ahí me vio y justo ese día tuve un buen partido. Jugaba en el medio en cancha de cinco. Hablaron con mi papá, a la salida le dieron una tarjeta y cuando llego a casa me lo comunica mi papá. Toda mi familia es bostera, no lo podíamos creer. Arrancamos como de la nada, porque no fue algo que estaba visto, sino que mi mamá lo hizo como un deporte para que yo gastara energía. Iba a la cancha de Boca de chico, mi papá me llevaba. Fuimos a la popular, muy lindo una fiesta. Creo que canté más y ni miré el partido, no me acuerdo contra quien”.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar