Antes de ser contratado en 2006 por la selección argentina, Alfio Basile tuvo un paso triunfal por Boca, en el que sumó nada menos que cinco títulos: Apertura 2005, Copa Sudamericana 2005, Recopa Sudamericana 2005, Clausura 2006 y Sudamericana 2006. Uno de los refuerzos durante su mandato fue Daniel Bilos, que venía de ser figura en Banfield y más tarde sería convocado por el Coco a la Albiceleste.
En diálogo con el Canal de Boca, el Flaco reveló algunas de las cábalas insólitas que tenía el entrenador xeneize: “Fue el técnico que más utilizaba o utilizó mientras me ha tocado jugar al fútbol. Eso era a rajatabla, una cábala era algo que había que respetar. Nosotros nos aggiornamos a eso, no es que estábamos todo el día pensando pero bueno”.
La superstición de Basile pasaba, sobre todo, durante las concentraciones: “El día de partido se podían mirar ciertos programas de televisión que no viene al caso nombrarlos y ciertos programas estaban prohibidos porque traían más o menos suerte”. Y sumó otra costumbre del DT: “El micro con el que íbamos al partido tenía que ser el mismo con el que habíamos ido al partido anterior”.
Muchos recordarán que el Panadero Díaz, ayudante de campo de Basile, tenía talco en su bolsillo y lo palmeaba al Coco en la espalda después de los goles de Boca en esa época. Todos le daban lugar el costado más supersticioso del líder del grupo.
“En mi caso puntual, durante la semana justo en ese torneo jugaba en general para los suplentes y el domingo a las 11 de la mañana Rodrigo Palacio, que compartía concentración conmigo, me decía atendé que es el Coco para llamarte”, confesó Bilos. Desde su propia habitación, Basile marcaba el número de la de los ex Banfield y con sus colaboradores al lado, repetía siempre la misma pregunta.
¿Para qué llamaba el Coco a Bilos cada fin de semana? “Estaba con el Russo (Ribolzi) y el Panadero y me preguntaban cómo me encontraba. La respuesta mía era siempre con la necesidad y las ganas de jugar que tenía era ‘bien’. Ahí me decía que iba a jugar y nuevamente la cábala se repetía domingo tras domingo”.
La buena racha y senda victoriosa se mantenía en Boca y entonces la charla telefónica se volvió costumbre intocable: “¿Para qué variar? Eso nos llevó a que se nos dieran los resultados, él no variaba, uno lo aceptaba y entre comillas fue un lindo juego”.
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