Oscar Ruggeri participó de un imperdible ping pong que abarcó desde sus inicios en el fútbol hasta la consagración en el Mundial de México 1986, pasando por la amenaza barrabrava que sufrió en Boca y las “internas” con los más jóvenes en River. También contó una desopilante cita a ciegas fallida, los equipos a los que rechazó y reveló de qué hubiera trabajado en Corral de Bustos si no jugaba al fútbol. “Yo nunca nunca” se llama el ciclo de entrevistas en el que el Cabezón participó y dejó, fiel a su costumbre, varias perlitas.
YO NUNCA NUNCA TUVE UNA CITA FALLIDA:
“Yo sí. Vivía en La Candela y era chiquito. Tenía 17 y había llegado a Buenos Aires. Estaba en Boca y antes escribían cartas. Y me llegó una. Nos escribimos con una chica, sin saber nada, fotos ni nada, y nos citamos en la estación de Once. La chica me dijo que iba a estar abajo de un reloj grande y fui con unos cuantos chicos de La Candela que me acompañaron. Me iban cargando y se reían. Mientras vamos caminando tenía miedo y nos escondemos atrás de la columnas. Buscamos el reloj hasta que lo encontré y había una chica abajo. Y... no era lo que esperaba y salimos corriendo todos. La piba corriéndonos gritaba. Después paré y nos saludamos todo, pero cuando me fui a La Candela le dije se terminó todo”.
“Después con Nancy (Otero, su esposa) en la primera cita me equivoqué de casa. Fui a otra casa de otra Nancy y que tenía a la mamá separada igual que mi señora, todo lo mismo. Me encontré con una morocha distinta. Me quedé helado, sin reacción. ‘Disculpame, vine a buscar a Nancy, pero no sos vos la que vine a buscar, vine a buscar a otra’, le dije”.
YO NUNCA NUNCA ESTUVE CERCA DE JUGAR EN UN EQUIPO DEL QUE NADIE SE ENTERÓ:
“Yo sí. Cuando fui al Real Madrid me volvieron loco los de la Roma. Loco loco, ofreciéndome todo lo que ganaba en Madrid tres veces más. Le dije que no, que quería jugar en el Madrid por elección. Me gustaba el país, estaba jugando en Logroñés, cómodo con el idioma. Después lo llevaron a Aldair. El Real es el mejor equipo del mundo, sin dudas la Casa Blanca, no me arrepiento”.
“Al Celta también le dije que no. Me fui del Madrid y me volvieron loco, pero me vine a Vélez porque estaba el Flaco Gareca, el Gallego González, Julio Falcioni y decidí volverme”.
SI NO HUBIESES SIDO JUGADOR, QUÉ HUBIESES SIDO:
“Estaría seguramente en Corral de Bustos (Córdoba), en el casino o en la Municipalidad. O en los clubes, por ahí era preparador físico o profesor de educación física, que de chico me gustaba mucho. Hacía atletismo, salto en alto, triple, carreras. Hacía todo eso en la escuela y en los campeonatos Evita. Me iba bien, no era malo, me ganaban, eran mejores, pero competía”.
Otras frases de Oscar Ruggeri:
Cuando tocó el cielo con las manos: “Deportivamente hablando, en el Mundial (México 1986). Nos dimos cuenta cuenta cuando llegamos a la Argentina. El piloto del avión volaba por arriba de Buenos Aires y se veía a toda la gente esperándonos en la calle. Hicimos felices a los argentinos, estaban todos abrazados, no había política ni partidos ni nada”.
Si tiene miedo a ser olvidado: “Sí. Nosotros estamos tan expuestos porque la gente nos hizo ocupar el lugar que tenemos y nos gusta que nos saluden, que nos paren, nos pidan fotos. Vivimos eso en la calle”.
Cuando dudó de continuar jugando al fútbol: “Cuando me pasó lo de Colombia, la derrota el 5-0 acá de local. Me daba vergüenza salir a la calle y estuve un tiempo encerrado. Me daba bronca porque era la selección argentina. Sabía que la gente estaba muy mal y nosotros también. Eso me hizo pensar y dudar, pero tenía el mundial tan cerca que no podía decir no juego más, salvo que nos hubiesen eliminado. Cuando terminó el partido tenía ganas de no jugar más, como Messi en la Copa América”.
Cómo se enteró de la muerte de Diego Maradona: “Estaba al aire y lo primero que le dije a todos fue que no, no podía ser. En ese momento no me parecía más conociéndolo a Diego como era. Hoy todavía a veces pienso que él está en la casa de La Plata”.
El cariño por Bilardo que excedió lo profesional: “Él estaba metido en mi casa, sabía como vivía yo y mi familia, cómo era Nancy (su esposa) y todos los movimientos. Antes de la pandemia fuimos a comer y la pasamos bien, se acordaba y le decíamos lo loco que nos volvió y las secuelas que nos dejó, y se reía. Por momentos largaba a llorar”.
“Son muchas las anécdotas, una de las mejores cuando en Tilcara estábamos concentrados en la altura y no había nada nada, a las seis de la tarde cerraba todo. De repente cayeron dos micros estudiantiles e hicieron una fiesta y Bilardo nos dejó ir y estar hasta las dos de la mañana. De repente, se nos apareció de la nada con una frazada bailando en el medio. Se me vino y se levantó la capucha era él. Me dijo ‘quédense un ratito más’ y nos dio dos horas más, antes de mandarnos a dormir. Era muy estricto y lo respetamos”.
Cuando su vida corrió peligro: “Tuve muchos líos con los barras, principalmente en los Boca-River, donde la pasamos mal. Nos han apretado en el 81 cuando fuimos campeones (con Boca). Eso no se lo deseo a nadie. Tenía 18 años y vino Al Abuelo (jefe de La 12) a La Candela todos con revólveres. Ahí me asusté mucho oprque no estaba acostumbrado a esas cosas. Ferro nos estaba alcanzando y querían que fuéramos campeones. Todo eso se terminó ahora, antes nos pedían las camisetas, entradas y plata para micro. Teníamos miedo por la familia principalmente porque te decían tu señora trabaja en tal lado, tus hijos van a tal colegio. A mí no tanto porque yo era chico”.
Las bromas pesadas que hizo y las que recibió: “Hice un montón. En River éramos los más grandes contra los más chiquitos. Con Pipo Gorosito, Caniggia, Troglio éramos los carapintadas y le dábamos una paliza a todos los pibes. Pero no podamos andar solos porque los chicos te agarraban entre seis o siete, te arrinconaban y te cagaban a palo solo. Se rebelaban los wachitos estos”.
Qué hizo con su primera plata del fútbol: “Le compre en Once un reloj a mi papá. Con un premio que había ganado de un partido, porque no tenía sueldo, fui a Once que era más barato y mi papá feliz de la vida. Recuerdo que volvía en el tren a La Candela y quería irme a Corral de Bustos para dárselo a mi papá. Eso fue lo que compré con mi primera plata”.
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