Luego de ser campeón en Rosario Central, hacer historia grande en Ferro y conquistar un título con River, el gran Carlos Timoteo Griguol, quien murió esta mañana a los 86 años, recaló en Gimnasia y Esgrima La Plata. Sin saberlo en ese momento, el entrenador finalmente quedó marcado a fuego con la institución platense y arañó la gloria eterna en el Clausura de 1995.
El entrenador se calzó el buzo en el Lobo a finales de 1994. Allí se encontró con una interesante base de experimentados, con Enzo Noce, Guillermo Sanguinetti, Pablo Morant, Darío Ortiz, Claudio Galvagni, José María Bianco o Sergio Dopazo. Pero en donde se vio su mano fue en su ojo clínico para apostar y darle rodaje a los jóvenes surgidos de la cantera. Entre ellos se destacaron los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Pablo Fernández, Favio Fernández y Federico Lagorio. En ese plantel se encontraba, además, Andrés Guglieminpietro.
Gimnasia dio un gran paso en la Fecha 18, al quedarse con un complejo duelo ante Ferro en Caballito el 18 de junio gracias al tanto de Carucha Lagorio a los 15 minutos de la segunda parte. Sin embargo, a poco para el cierre, el trámite del encuentro se complicó debido a que el árbitro Roberto Ruscio le mostró la tarjeta roja al Yagui Fernández por una falta a Humberto Fabián Biasotti. Esa acción desató la furia de Timeteo y dejó en evidencia su fuerte temperamento con una frase que quedó para la historia: “¡Vas a ser campeón de la concha de tu hermana!”. Eran los primeros años de las múltiples cámaras siguiendo en detalle cada acción y fue una de las primeras frases que quedó para la historia en épocas donde las redes sociales todavía eran un invento más cercano a la ficción.
“En ese momento no escuché lo que me gritó, sí lo vi después por televisión. Al otro día Timoteo me llamó y me pidió disculpas, algo que no era habitual en un hombre como él. Me contó que había sido por el enojo por la situación y me preguntó por qué había hecho ese foul”, contó años después Fernández.
Mientras el vestuario visitante del Estadio Arquitecto Ricardo Etcheverri era una verdadera fiesta y los futbolistas del Lobo sentían que podrían lograr el primer campeonato local para la institución alguien masticaba bronca y ya craneaba en su cabeza el equipo que debía poner en cancha ante Independiente para la gran definición del torneo. Timoteo no tendría a dos de sus pilares, quienes habían estado presente en todos los partidos: el expulsado Fernández y el Indio Ortiz, quien había llegado al límite de amonestaciones.
Gimnasia arribó al cierre del certamen con un punto más (pero menor diferencia de gol) que San Lorenzo. El último examen para el Lobo fue ante Independiente en el Bosque, mientras que el Ciclón del Bambino Veira debía medirse ante Rosario Central en el Gigante de Arroyito.
Pero el sueño se desvaneció ese día. El equipo platense cayó por 1 a 0 debido a un tanto de Javier La Chancha Mazzoni, mientras que los de Boedo consiguieron el milagro gracias al Gallego González.
Otra de sus acciones que aún es recordada es su clásico golpe en el pecho de sus dirigidos en el túnel antes de ingresar al campo de juego. Esta atípica situación tiene una razón de ser: “Ocurre que, cuando el jugador se está vistiendo antes de un partido, tiene como una angustia. Golpeándolo un poco le sacas esa angustia y se suelta más rápido”, explicó.
Pese a no lograr el objetivo, Carlos Timoteo Griguol, con el tiempo, se convirtió en un emblema del club. Hoy los hinchas del Tripero lloran su partida a los 86 años, pero nunca olvidarán sus entrañables enseñanzas, las cuales aún perduran y se predican en Estancia Chica.
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