Había que fundar el club un 1° de Mayo; ni un día antes ni un día después.
El acta sobre su creación no fue ni una oficina, ni un predio; tampoco sobre una piedra basal: debía ser -y fue- en el local del Partido Socialista que quedaba en la esquina de Dorrego y Giribone, hoy avenida Córdoba. Y cumplió con su objetivo de nacer el Día Internacional de los Trabajadores de 1906, tal como lo querían Máximo Lema y su familia, sus fundadores.
Aquellos hombres, discípulos de Alfredo Palacios, primer diputado socialista latinoamericano en 1904 -quien nos embelesaba desde el palco con su oratoria, su poncho y sus bigotes con forma de manubrio invertido, jamás imaginaron que 63 años después –en 1969- el querido Chacarita saldría campeón de la AFA. Y que en su deambular entre la gloria y la frustración, sus hinchas habrían de volverse cada vez más irredentos y orgullosos.
De aquellos dirigentes, lectores de Karl Marx traducido por Juan B. Justo, comenzaron a llegar hasta el club los obreros de la Fábrica Nacional de Calzado que vieron como la camiseta celeste del principio se transformaba en la más bella combinación de colores de cualquier paleta artística. Surgió por las exigencias de sus propios miembros contemplar todas las premisas pues el rojo era obligatorio por el socialismo, el negro por el cementerio y el blanco como símbolo de la pureza.
Y antes de recalar en Humboldt 345 a una cuadra de Atlanta –que locura dos canchas en 200 metros- debió pasar por Dorrego 1476 y por Corrientes y Leiva. La pasión del futbol y la bohemia del barrio con fragancia parisina eternizaron un enfrentamiento político, cultural y deportivo.
Los de Chaca eran laburantes proletarios que habitaban las casas de inquilinato próximas al arroyo Maldonado con las cuales el barrio crecía al conjuro de fábricas y talleres; sus hermanos de Atlanta, en cambio, eran inmigrantes, se dedicaban al comercio y por lo general sus hijos irían a la Universidad. Ese mundo encantadoramente barrial ya disfrutaba del maestro Osvaldo Pugliese, su vecino más emblemático, también del teatro independiente y hasta del sainete más famoso: “El conventillo de la paloma”, de Alberto Vaccarezza, otro hijo pródigo del barrio que se inspiró en ese “convoy”.
Aquellas quintas de la Chacarita de los Colegiales que el intendente Antonio Crespo había loteado para ampliar la ciudad ya eran cemento y prosperidad. Y la villa – Crespo en homenaje a su impulsor- no daba para compartir pasiones. Fue así que Juan Atilio Bramuglia, gobernador de Buenos Aires, hijo de una familia de inmigrantes italianos, de extracción socialista, diplomático, ex canciller y uno de los creadores del peronismo a partir de su influencia con el coronel Perón, le facilitó a los dirigentes del querido Chaca, su tierra definitiva en San Martín. Fue en Julio del 45′ y el presidente del club era Ernesto Mantero.
Cuántas cosas es Chacarita. Es el sublime titulo del 69′ después de ganarle a River en cancha de Racing 4 a 1 aquella inolvidable noche de Julio. Es descenso vertical hasta la C. Es el llanto de sus viejos hinchas al ver partir las “bañaderas” (omnibuses) desde el barrio hacia la lejana San Martin los días de partido. Es socialismo fundacional y peronismo tribunero. Es capital y provincia. Es sublimidad y abyección en sus gradas contrastantes. Fue la cuna de cracks que pasearon su talento hasta consagrarse en los clubes grandes de aquí y del exterior y también fue el regazo de la recalada final de grandes ídolos. Chacarita es reinventarse permanentemente. Es Carlitos Balá en el bondi 39 subiendo en el playón de la calle Jorge Newbery para vender diarios y hacerle bromas a los viajeros reivindicando como remate a Chaca antes o después de su “eeaapepé”. Es Don Pelele en algún sketch en el teatro Nacional. Es Riverito estirando el oooocho dando los números de la Loteria.. Es un monólogo de Héctor Alterio. Es la subcomisión de los Vitalicios desde donde me llega la voz del Nene Faroldi, un amigo sufriente que hasta el hálito final de su existencia amó a Chaca más que a nada. Es un grito de gol del Gordo Muñoz. Es una entrevista de Roberto Maidana. Es una nota del Negro Thiery o de Gerardo Barthé. Es un comentario de Norberto Longo ( inolvidables colegas que ya no están). Es la pizzería Imperio de Lacroze y Corrientes con sus fotos de muzzarella y gloria. Pero además, para propios y extraños, aquí y en el mundo entero es un proverbio popular, una frase viralizada 50 años antes que conociéramos las redes sociales. Y la frase es: “Se agrandó Chacarita”.
La misma refiere a un título de tapa del año 1948 publicado en el diario vespertino Noticias Gráficas. Se trataba de un tabloide que tenía dos ediciones: 5° y 6°; competía con dos gigantes: con La Razón y con Crítica. Y era normal que los domingos la 6° edición ofreciera los resultados, comentarios, apostillas y estadísticas luego de jugarse la fecha del fútbol. Por cierto no existía la televisión. Esto obligaba a acelerar los tiempos de la redacción para que el cierre de la edición no sobrepasara las 18. Por entonces todos los encuentros comenzaban a las 15. De tal manera que los cronistas debían pasar sus crónicas – si encontraban un teléfono- lo antes posible con el fin de colaborar en el cierre a tiempo para poder imprimir y estar en la calle a las 20. Luego los camiones iniciarían sus recorridos por los barrios de la ciudad. Es así como la gente hacia fila en las esquinas donde se vendían los diarios y esperaba tener la 6° en sus manos alrededor de las 21.
Mientras cumplía una bendecida pasantía en Noticias Gráficas durante 1962 siendo alumno de la Escuela de Periodismo Deportivo del Círculo, tuve la suerte de escuchar la historia de “Se agrandó Chacarita” contada por el Jefe de Deportes de entonces, Mauro Galli, autor del acierto.
Estábamos divagando en la redacción en algún receso que permitía tomar un café y fumar un cigarrillo, cuando Galli narró aquello ocurrido el 4 de Mayo del ’48. Chaca jugaba en su estadio de San Martin contra Boca y dirigía uno de los 8 árbitros ingleses contratados por la AFA: David Gregory, profesor a la vez del Belgrano Day School. Iban 25 del segundo tiempo y Chacarita ganaba 2 a 0, pero se le había lesionado el arquero Segundo Díaz. En esa época no había cambios. Así que Marcos Busico, el wing izquierdo, fue al arco y Segundo Díaz se fue a jugar de wing. La redacción –contaba Don Mauro en una rueda en la cual además se hallaban nada menos que Jorge Gottling, ese inmenso y recordado colega y también, creo recordar, Alfredo Bigeschi, un músico y periodista que escribía sobre el tango. La redacción tomaba el partido escuchando la transmisión de Fioravanti por radio Splendid, aunque tenía un cronista en la cancha quien escribiría su comentario un día después.
-De repente, gol de Boca –del “Atómico” Mario Boyé, 1-2 - y a los pocos minutos penal para Boca por mano de Spinelli. Ahí fue cuando para ir ganado tiempo empezamos a hacer el título de tapa y también el que iría adentro en la sección Deportes- confesaba Galli
-¿ Y entonces que pasó Don Mauro? -le pregunté con juvenil ansiedad.
-El penal pegó en el poste y el referí lo hizo patear de nuevo por invasión del área. De Luca protestó y fue expulsado. Chaca se quedaba con 10 -seguía sin arquero- faltaban como 20 minutos y Boyé patearía de nuevo el penal. Los comentaristas Enzo Ardigó y Roberto Cherro –un eterno ídolo boquense- decían que Chaca no podría resistir físicamente el embate, que Boca era un torbellino, que después del penal que significaría el 2-2, Boca lo arrasaría… Chau, dije yo y para ir ganado tiempo ordené: che prepará un título: “Boca doblegó a Chacarita”, contó Galli. Rápidamente subió el regente del taller apurando: " Y, ¿ tenemos el título?, preguntó. Sí, andá preparando estos dos. Y le agregó otro: “Frente al poder de Boca, sucumbió Chacarita”.-
- ¿Y al final, como terminó la historia?- nos faltaba saber
-Boyé volvió a patear y otra vez la estrelló en el poste. Seguían 2 a 1. Chaca se la bancó y terminó ganando. Fue entonces cuando vino el regente del taller y me gritó “tengo dos títulos armados pero no nos sirven, ¿viste? Se agrandó Chacarita”. Y le respondí de inmediato –enfatizó Mauro Galli- “ése es el título, dale, ése es el título”. Y quedó: “Se agrandó Chacarita”.-
Chacarita son sus nombres. Pues es allí donde quedan reflejadas las diferentes etapas de su grandeza. Y algunos de esos nombres se han eternizado: Eduardo Alterio (primer arquero en convertir un gol en la era profesional ‚1931 vs Tigre), Renato Cesarini, Ernesto Duchini (dos maestros inolvidables de la dirección técnica), Francisco Campana (máximo goleador en primera división en la era profesional con 72 tantos), Marcos Búsico (pasaron juntos a Boca en 1953), Fabio Cassán (máximo goleador de Chacarita contando todas las categorías), Raúl Savoy, Mario Rodríguez (dupla que ganó todo con Independiente), Ángel Bargas (uno de los mejores defensores de todos los tiempos), Ángel Marcos: (capitán y líder del equipo campeón del 69’), Franco Frassoldati – cuanto hace que no brindamos Tanito-, Carlos García Cambón –autor de 4 goles a River jugando para Boca, un maestro del futbol y de la vida- , Daniel Carnevali, Carlos Ischia, Claudio Marangoni, Roque Avallay, Hugo Pena, Carlos Horacio Salinas, Osvaldo Escudero, Luis Islas, Leopoldo Luque, Rubén Capria, Diego Latorre, Carlos Navarro Montoya, Fernando Gamboa, Matías Delgado, el Flaco Vivaldo, el Burrito Rivero…(¡¡¡Qué jugadores…!!). Hay más: también en Chaca debutó como director técnico –1976- el entrañable amigo Alfio Basile.
Fue el maestro Julio César Pasquato, Juvenal, quien definió aquel histórico título del 69′ tras golear a River por 4 a 1, en la edición 2596 de El Gráfico: “Bienvenido Chacarita al fútbol”. E inició su comentario escribiendo:
-…Pero más allá de esa alegría que trajeron los triunfos y que culminó en la final del Metropolitano, más allá de ese lógico desborde del sufrido hincha “funebrero”, más allá del matiz sentimental que encierra la nueva consagración, la conquista de Chacarita le hace bien al fútbol argentino en su conjunto. porque en un momento como éste, cuando todos estamos pendientes de la suerte de nuestro seleccionado en su serie eliminatoria para México – quedamos afuera-, la victoria de Chacarita simboliza la vigencia de valores que hicieron grande al fútbol argentino, justamente cuando esos valores parecieron haber sido olvidados por muchos de nuestros equipos, nuestros jugadores y nuestros técnicos.-
-Por eso, más que aplaudir a Chacarita campeón, más que elogiarlo a través de una campaña y de una serie final que lo llevó al título, queremos darle la más calurosa bienvenida por lo que puede significar como lección y como ejemplo, para consumo de todos...-
-Porque Chacarita no es el “chico” agrandado que llega a la victoria más importante de su historia a fuerza de correr y “meter”, de morder y luchar, de traspirar y seguir “metiendo”. Chacarita corre, muerde, transpira, se brinda, se sacrifica, pero además, juega al fútbol: mejor dicho: quiere jugar, respetando la consigna de cuidar la pelota en toda la cancha. Y además lucha.-
-”Así llegó a las finales del Metropolitano. y enfrentando a dos “grandes”, a dos equipos con más experiencia en este tipo de encuentros definitorios, sigue fiel a sus convicciones, juega lo que sabe y lo que siente, mantiene una inalterable fidelidad a su linea de fútbol, no permite bajo ningún concepto que su afán de ganar subordine su capacidad para jugar. Y así, con una clara demostración de fé en su estilo, sin urgencia, sin disonancia, sin necesidad de desvirtuar su esencia, sin negar su nutrición deportiva, Chacarita eliminó a Racing, superó netamente a River y se consagró campeón…-
.-Por todo eso, bienvenido Chacarita a un sitio de honor entre los triunfadores del Fútbol Argentino; bienvenido como lección y como ejemplo: porque así se juega al fútbol…-
Ahora que cumple 115 años, evoco a sus hinchas vociferantes y orgullosos que llegan con su prédica de la dicha pasada y la esperanza del mañana. Veo a Miguel Cantilo desde su época de Pedro y Pablo; imagino en el escenario a dos actrices imprescindibles como Virginia Lago y Edda Bustamante, escucho a Walter Sidotti que desde su batería con la camiseta de Chaca colgada impregnó de fervor ricotero la tribuna funebrera cuando formaba parte de los Redondos. Y recuerdo a Jorge Corona y al Toti Ciliberto metiendo el bocadillo de su querido Chacarita en cualquier show en el que actúen.
Me abrazo con los colegas…Allí están Carlos Alberto Muñoz y sus hijos, los nietos de José María; el Chino Martinez que vive en El Salvador y se hizo hincha de Chaca cuando todavía era un paisanito de Balcarce, con Daniel Wainstein, creador de Marca en Zona, contertulio, además, de La Raya que fue y de la que vendrá… También me abrazo con Martín Castilla, con Juan Manuel Durruty, con Diego della Sala, con mi compañero Jeremías Rodriguez Albert que sigue “minimizando” al Manchester y al Barsa en relación con su Chaca querido; con Gallito (Héctor Gallo, embajador funebrero donde quiera que fuere), con Eduardo Bolaños, generoso amigo de mano tendida y con el admirado Darío Villaruel que se hizo hincha de Chaca – y llegó a vicepresidente sin olvidarse del Belgrano de su origen cordobés- para afianzar el amor con su esposa Patricia, la hija de Luis Vicente, quien un Día del Padre dejó que su corazón explotara en la tribuna, después de gritar el último gol…
Salud hinchas de Chaca. Y cuando vean elevarse en bandeja a Facundo Campazzo, que es uno de ustedes, repitan ante los fanáticos de los Denver Nuggets: “Se agrandó Chacarita”.
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