Fue campeón del mundo con Maradona, pero una parálisis en las piernas le cortó la carrera a los 26 años y se convirtió en periodista gráfico

José Luis Lanao fue parte del plantel que se consagró con la mítica Selección Sub 20 que ganó la Copa del Mundo Juvenil de 1979 en Japón. Luego pegó el salto a España, pero allí sufrió una afección que lo alejó del fútbol, más allá de que volvió a caminar. Y encontró su mundo en las letras. Sus anécdotas con Diego y el grupo de WhatsApp de aquel combinado nacional

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José Luis Lanao vive en
José Luis Lanao vive en España desde 1984, donde realiza columnas periodísticas.

El Mundial Juvenil de Japón de 1979, según algunos, tuvo a la mejor selección argentina de la historia. Aquellas madrugadas en las que los televisores de época emitían las imágenes del equipo en el que conmovía Diego Armando Maradona, son inolvidables para muchos futboleros que hoy tienen más de 50 años. Ese grupo dirigido por César Luis Menotti generó un recuerdo imborrable, dejó una huella. Y entre esos aún casi adolescentes decía presente un delantero que se ha marcado su propio camino por fuera del fútbol y lejos de la Argentina: José Luis Lanao.

El “Negro” que había salido de las inferiores de Velez y que fue integrante de aquel plantel maravilloso, lleva ya 37 años viviendo en España. Esta es la tierra que tras una gira con Huracán en 1984 se convirtió en su lugar en el mundo, quizás para siempre. Primero fue el Salamanca el que puso los ojos en él para luego, en menos de un año, llegar a Logroño, de donde nunca se fue. Allí jugó hasta el momento que una parálisis temporal en las piernas le cortó abruptamente la carrera de atacante. Si bien el fútbol se terminó a sus 26 años, luego pudo volver a caminar.

Casi cuatro décadas después, Lanao sigue viviendo en el norte de España. Alejado del fútbol por completo, cerca de los libros, una de sus grandes pasiones, y con el periodismo como su actividad principal.

-¿Cómo se dio tu llegada a España y por qué nunca más regresaste a la Argentina?

-Durante unos amistosos de Huracán por Lisboa me vio un secretario técnico que ya había querido traerme en 1981. Por entonces, previo al Mundial de España, César Luis Menotti hizo una lista de 40 jugadores intransferibles en la que estaba incluido. Por eso se frustró mi venida en ese momento. Pero tras esos partidos me ficharon directamente del Salamanca. De hecho, desde ese torneo amistoso, no me pude volver a Argentina. Mi pase pertenecía a José María Minguella, que había llevado a Diego Maradona a Barcelona y que además tenía la representación de Ramón Díaz, Juan Barbas, Gabriel Calderón y varios más que habíamos jugado en el Juvenil 1979. Este agente me lleva a principios de 1986 al Logroñés y es ahí cuando me sucede la lesión, la parálisis de la cintura hacia abajo y tuve que abandonar el fútbol. En ese momento yo tenía contrato vigente con el club por dos años más, que en un gesto muy bueno me lo respetaron. Me hicieron el partido homenaje en septiembre de 1986, al que concurrieron varios campeones del mundo en México como Jorge Valdano, Jorge Burruchaga y Julio Olarticoechea. Diego, en ese momento, me mandó una carta en la que me avisaba que no podía venir. Durante esos dos años de contrato, me quedé acá intentando recuperarme y volver a jugar, pero ya fue imposible. En ese lapso conocí a mi mujer, luego tuve una hija y ya la posibilidad de regresar a la Argentina se me hizo muy difícil.

-Y te alejaste del fútbol...

-Sí. A partir de ahí no me interesó ni ser entrenador ni tener relación a nivel institucional con algún club. A mí me gustaba escribir. Lo hacía desde muy chico. Si no era algo periodístico era a nivel de cuentos. Entonces tuve un ofrecimiento del grupo editorial Vocento que era el dueño del diario El Correo del país vasco. Desde ahí comencé a escribir y a tener contacto con el periodismo.

Menotti saluda con afecto a
Menotti saluda con afecto a Lanao, aunque quien seleccionó al delantero para Japón fue Ernesto Duchini.

-¿Cómo era tu vinculación con la lectura desde chico y cómo fue en tu época de jugador?

-Yo arranqué a jugar con la máquina de escribir de mi padre. Desde los 12 años empecé a leer mucho. Me cautivó especialmente Gabriel García Márquez y sobre todo sus columnas periodísticas en El Espectador de Colombia. Recuerdo que me atrapó su manera de escribir. Al descubrirlo, sabía que lo que quería era escribir. También leí mucho los clásicos de la historia griega, las novelas francesas. Empecé a leer de todo un poco. Cuando jugaba leía en las concentraciones, que en ese entonces arrancaban hasta dos días antes de jugar, algo que hoy sería impensado. Allí tenía mucho tiempo para la lectura y para escribir. No era un bicho raro, pero sí que no era muy común. En algunos equipos coincidí con jugadores que tenían inquietudes de este tipo. Recuerdo al uruguayo Julio César Giménez, que fuimos compañeros en Vélez. Después a Claudio Morresi; estuve con él en Huracán.

-¿Cómo fue tu relación con Menotti? ¿Influyó en vos en tu mundo lector?

-En verdad todo el proceso previo a llegar a Japón lo hizo Ernesto Duchini y a César lo conocimos dos meses antes del Mundial Juvenil, entonces el foco estaba puesto en la competición. Después sí, hice una linda relación con él. Al Flaco siempre lo recordamos ya simplemente de escucharlo hablar con su retórica y su profundidad en sus pensamientos, no hacía falta que te indicara un autor o un libro determinado.

-¿Qué recordás de aquellos días en Japón con el equipo que fue el primer campeón mundial juvenil? ¿Tenés contacto con tus ex compañeros?

-Sí. Estamos en permanente contacto a través de un grupo de WhatsApp. Vivimos mucho de muy pibes y a excepción de Diego, que ya era una estrella, la mayoría éramos en cierta manera anónimos en ese entonces y eso nos unía. Con el tiempo se dio naturalmente el recuerdo de la gente por aquel equipo. Si hablara del aspecto futbolístico que teníamos, no descubriría nada nuevo porque se ha podido ver, por eso lo que más rescato es lo humano de ese grupo: en el chat estamos absolutamente todos; Gabriel Calderón, Hugo Alves, Juan Simón, Rubén Rossi, todos, excepto Ramón Díaz y Diego, claro. De todas maneras muchos siempre tuvieron algún tipo de acercamiento con él. En ese grupo participamos permanentemente y nos escribimos de diferentes cuestiones. El único punto que decidimos no tocar es la política.

Nueve con nueve: Lanao junto
Nueve con nueve: Lanao junto a Ramón Díaz, durante un partido entre Velez y River.

-¿Cómo era Maradona en el ’79?

-Diego era sencillo, humilde, para nada engreído ni soberbio en base a lo que estaba consiguiendo en ese momento. Muy alegre, nos veíamos mucho, guardo dedicatorias muy cariñosas de él hacia mí. Es cierto que no tuve un contacto frecuente con él. La última vez que lo vi fue cuando jugaba en el Sevilla en 1993 y vino a enfrentar al Logroñés con el equipo de Bilardo. Me invitó a su despedida en la cancha de Boca pero no pude asistir. El recuerdo que tengo es de aquel mundial juvenil, de un tipo noble. Conocí a una persona totalmente humana, sencilla, cercana.

-¿Y su final cómo lo transcurriste?

-Es parte de una tristeza no solo para aquellos que lo conocimos sino también lo que deja en la gente. Ese fervor que tiene el pueblo argentino por Diego traspasa cualquier consideración racional. Ha sido triste este final. Más allá de las informaciones que han salido a la luz sobre su entorno, no puedo opinar porque en sí lo desconozco. Pero es una situación de una enorme amargura de cómo la vida lo ha devorado.

-¿Tenés alguna anécdota con Maradona?

-Tengo una muy linda. Resulta que en un partido viene un centro y yo subo el codo y le pego en la cara a un defensor central de Boca, el árbitro no lo ve y la pelota se va al corner. En eso, la hinchada de Boca que estaba en ese arco me empieza a putear: “Lanao, hijo de p..., la p... que te parió”. Ahí se acerca Diego y me dice “Negro, la están saludando a tu mamá”, y lo gracioso es que después de eso se da vuelta y le hace señas a la tribuna para que me insulte más fuerte y la hinchada le hizo caso. Curiosamente mi madre estaba en la platea. Fue una típica picardía de él.

Lanao encabeza la fila en
Lanao encabeza la fila en los jardines del Hotel Takanawa en Tokio unos días antes de la final juvenil de 1979. El segundo es el arquero García, detrás Juan Simón, Rubén Rossi y cierra la fila Diego Maradona.

-¿Y es cierto que fuiste uno de los responsables de que Diego debute más tarde en la Primera División?

-Esa historia es de 1976. Yo jugaba en Vélez, en las divisiones inferiores ,y nos tocó jugar contra Argentinos Juniors por la Séptima División. Veníamos muy bien, punteros y ellos para frenarnos deciden poner a Diego, más allá de que ya entrenaba con la Primera. Ese partido lo jugamos muy bien, les ganamos 4 a 1 y yo hice dos goles. Entonces Diego (que tenía 15 años) con la goleada que le metimos estaba muy caliente y va y lo insulta al árbitro, por lo que lo sancionaron por cinco fechas y recién cumplió la sanción casi dos meses después. Por eso debutó en octubre que fue cuando jugó su primer partido ante Talleres de Córdoba.

-¿Cómo son tus días hoy?

-Escribo semanalmente para varios medios. Mientras, en donde vivo que es la capital de la comunidad de La Rioja, con la pandemia se dio uno de los focos más virulentos de Europa cuando comenzó todo en marzo de 2020, con un brote en una boda que fue el disparador. En este momento, ya en la cuarta ola de COVID-19, La Rioja volvió a ser uno de los lugares más intensos de la pandemia. Estamos en este sube y baja de confinarnos, salir, de los límites de la ciudad cerrados, luego abiertos. Es evidente que hasta que no haya una vacunación masiva no se va a normalizar la vida y eso llevará un año más, al menos. Europa es un continente con unas desigualdades tremendas, con un norte muy rico y un sur que está condicionado por políticas de austeridad y de dominación económica de los dos grandes países que son Francia y Alemania. Esta situación de la pandemia va a generar una mayor desigualdad aún.

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