La anécdota con Manteca Martínez que inspiró a Riquelme para hacer convivir al plantel de Boca con los chicos de inferiores en Ezeiza

Por qué para Román es fundamental que los juveniles se entrenen en el mismo predio que los jugadores de Primera

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La anécdota que unión a Riquelme y Manteca Martínez en Boca
La anécdota que unión a Riquelme y Manteca Martínez en Boca

“Para mí el predio es el lugar más lindo de todos. Donde vienen los nenitos más chiquitos, donde está el primer equipo, donde uno tiene los sueños que quiere cumplir”. La palabra de Juan Román Riquelme se hizo esperar, pero apareció en las últimas semanas para dar inicio a un ciclo de videos en el que las personas que trabajan en el Centro de Entrenamiento que Boca tiene en Ezeiza cuentan cómo viven el día a día. Allí se entrena el plantel profesional y también los juveniles e infantiles. Esta fue una de las primeras ideas que tuvo el responsable del Consejo de Fútbol desde que asumió su cargo, inspirado por una anécdota de cuando era un niño.

A principios de los 90, Boca solía entrenarse en el Hindú Club situado en Don Torcuato, localidad de la que es oriundo Román. El espigado adolescente fanático xeneize, que también sentía simpatía por Tigre y ya la rompía en las inferiores de Argentinos Juniors solía acercarse al predio para observar de cerca los trabajos que hacían los jugadores de su equipo predilecto.

Román, el Cabezón para sus amigos, jugaba con chicos más grandes en su barrio y por eso lo mandaban de delantero (a diferencia de su posición de volante central en Argentinos). Tal vez por eso uno de sus ídolos era Sergio Manteca Martínez, delantero proveniente de Uruguay que, a fuerza de goles y empeño, se metió rápido en el corazón de los hinchas boquenses.

De su infancia en Don Torcuato, el irreverente Román recuerda siempre cómo se escapaba de las clases de catequesis para jugar al fútbol. Y también que dejaba cualquier tarea de lado con tal de tener cerca a los futbolistas de Boca. Un día una pelota se fue lejos, cerca de una reja del perímetro del predio, y el pequeño simpatizante se atrevió a saltarla. Justo había ido a buscar el balón su ídolo, el Manteca, que con una mueca cómplice le dio a entender que se la llevara a su casa. El destino quiso que la anécdota se cerrara unos años más tarde, cuando fueron compañeros en el club.

La amistad entre Manteca Martínez y Riquelme perduró con el tiempo
La amistad entre Manteca Martínez y Riquelme perduró con el tiempo

Su relación profesional como colegas en el plantel dirigido por Carlos Bilardo y Héctor Veira (96/97) no duró demasiado porque el Manteca se marchó al fútbol español. Sin embargo la amistad entre ambos perduró. En el último tiempo se reencontraron en la despedida de Diego Forlán en Montevideo y luego Román lo invitó a ver un partido en el palco de la Bombonera cuando todavía estaba permitido el público en las canchas. Además, Martínez es uno de los principales promotores del posible fichaje de su compatriota Edinson Cavani a Boca.

Riquelme fue comprado por Boca en un paquete de jugadores de Argentinos Juniors y enseguida fue promovido a un plantel de Primera que contaba con figuras de la talla de Diego Armando Maradona, Claudio Paul Caniggia, Blas Armando Giunta, que pedía guantes de arquero prestados y le atajaba tiros libres a Román después de las prácticas, y Sergio Martínez. “Manteca se reía porque le llevé la pelota que me había regalado aquel día en el entrenamiento del Hindú. Él ni se acordaba. Después lo tuve de compañero y pude jugar con él”, relató el 10 hace algún tiempo.

Aquel episodio le quedó grabado a fuego a Riquelme, que acordó con los responsables del fútbol infanto-juvenil tratar de mixturar lo máximo posible a los profesionales con los menores. Los chicos de inferiores trabajan en el predio de Ezeiza desde la gestión pasada, que también intentó promover los valores de los más grandes mediante un ciclo de charlas de los jugadores de Primera. Ahora Román busca profundizar ese lazo entre las partes para que no se repita lo que él padeció cuando era niño: ver a sus ídolos desde muy lejos, detrás de una verja.

“Estamos orgullosos de ver a los chiquitos con esa remera y ver a los del primer equipo de la misma manera. Que los más chiquitos puedan ver entrenar a Tevez, a Cardona... A nosotros no nos pasó eso. No tuvimos nunca esa suerte y queremos que ellos lo puedan vivir cada día, que aprendan cada día, que sueñen que pueden ser igual que ellos. Nosotros solamente queremos ayudarlos para que puedan cumplir sus sueños”, concluyó Román, ejecutando hoy una idea que había empezado a gestar inconscientemente desde su infancia en Don Torcuato.

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