Nunca lo soñó. Ni cuando jugaba en el piso de tierra en el patio de su casa en Colonia Dora ni cuando jugaba en el club Mitre. Tampoco cuando llegó a Quimsa, institución poderosa de la capital santiagueña, ni cuando debutó con suceso en las selecciones formativas -hasta fue goleador de un Mundial U17-. Tampoco cuando empezó a entrenar con el equipo de la Fusión que estaba en la Liga ni cuando jugó su primer partido en la Liga, en 2010. Ni siquiera cuando se coronó campeón liguero con Quimsa o fue elegido el Jugador de Mayor Progreso, en 2015.
Tal vez empezó a pensar que podía ser posible alguna vez cuando desembarcó en San Lorenzo y empezó a dominar la Liga, con tres premios MVP y cuatro títulos -uno internacional- con el Cuervo de Boedo, todos en apenas dos temporadas. Pero Gabriel Deck, más allá de su nivel, nunca fue tan ambicioso en sus pensamientos como para soñar con la NBA. Prefería, por su esencia, ir paso a paso, disfrutando lo suyo, estando en nuevos lugares -Santiago capital, Buenos Aires o Madrid- pero siempre con parte de su cabeza y, sobre todo, el corazón en su amada tierra ubicada a 175 kilómetros de Santiago.
Deck abrazó el básquet por pasión pero también para salir de una infancia difícil en un casa en la que no sobraba nada. Al contrario. Y fue su tabla de salvación. Así surfeó la vida, amando lo que hace, pero también sabiendo que era su profesión y que la vida iba más allá de eso... Por eso, apegado a los suyos y a sus costumbres (ir a pescar, escuchar música de su tierra, comer guisos con amigos, entre otras), se adaptó a Buenos Aires, a San Lorenzo y luego a Madrid y al Real. Nada menos. Y en todos fue obrero. Pero no un obrero cualquiera. Un obrero de lujo. Un obrero estrella, mejor dicho. Porque así puede definirse a Deck. Una estrella que juega de obrero. Una de las cosas más difíciles del deporte. Sentirse un obrero, mostrarse así, pero que tu juego hable como una figura. Tortu no necesita tiros, ni muchos minutos, ni que el técnico marque muchas jugadas para él o que le den tanto la pelota. El se las arregla con lo que le da el juego. Así fue en Quimsa, incluso en San Lorenzo siendo MVP y hasta en el Real, donde siempre estuvo rodeado de estrellas.
Pero, claro, sin tipos como Deck, no hay grandes conquistas. Y por eso no es casualidad que Quimsa, San Lorenzo y el Real hayan ganado todo con él. Deck es un ganador, sin sentirse ganador. Sin necesitar los flashes, los contratos o los números de las superfiguras. Así dejó su huella en cada lugar y eso buscará hacer en Oklahoma. Sin estridencias, aunque hoy -y mañana- lo necesiten como el agua. Lo más importante para Tortu es que llega a un equipo con mucho más futuro que presente. Hoy, sin adaptación y con el torneo empezado, el santiagueño puede aspirar a minutos, tal vez más de lo que muchos creen. Pero no a triunfos. El equipo está 13° entre 15 equipos de la conferencia Oeste con marca de 20-31. Su momento es el peor: perdió siete de los últimos ocho, ya sin su estrella, el canadiense Shai Gilgeous-Alexander, un base de 22 años que la estaba rompiendo (23.7 puntos, 6 asistencias y 4.7 rebotes) hasta que sufrió una fascitis plantar. Además, la franquicia anunció que no tendrá más en cuenta al dominicano Al Horford, experimentado ala pivote que era su complemento (14.2 puntos y 6.7 rebotes), pero que a los 34 le quedan dos años de abultado contrato (53 millones) y el Thunder quiere cambiar para liberar dinero en el tope salarial.
Justamente, liberar dinero para el futuro es lo único que le interesa a ese gran directivo que es Sam Presti, general manager que se formó en la familia Spurs y es un gran reclutador pero además un hábil ingeniero en el armado de equipos. Además de lograr liberar dinero (OKC es el equipo con menos dinero comprometido para la próxima temporada: 50m), algo clave en la NBA, logró un hecho sin precedentes: juntar 34 elecciones de draft para los próximos siete años, del 2021 al 2027. Los picks sirven para seleccionar jugadores universitarios o extranjeros a través de la elección que se hace una vez al año, generalmente en julio. Entre 2021 y 2027, OKC tendrá 17 de primera ronda y 17 de segunda. Una locura. Hoy tiene más picks que jugadores. El futuro es de OKC. Porque, además de esos picks, tiene 13 de sus 18 jugadores con 23 o menos años, gastando 91 millones en esta temporada y logrando bajar drásticamente la nómina para la que viene. Todo para seducir grandes nombres en el mercado venidero. Y en el otro... Presti, además, es un amante del talento internacional. No sólo se quedó con el base canadiense (SGA), que va camino a ser un All Star, eligió al armador francés Theo Maledon en el último draft y les hizo lugar a dos europeos más, el escolta ucraniano Svi Mykhailiuk (pick 47 del 2018, sin contrato para la 21/22) y, en especial, al serbio Aleksej Pokusevski, ala pivote de 2m13 y 19 años que promedia 7.8 puntos y 4.8 rebotes en 24 minutos durante esta fase regular. También tiene a otro joven que brilla, sobre todo en defensa: Luguentz Dort, alero de 21 años. Y a un ala pivote de 20 años, Darius Bazley, que se mueve bien cerca del aro.
A este contexto llega -y cuaja muy bien- Gabriel Deck. Muchas chances de jugar, de mostrarse, aunque siempre siendo él. Un obrero que, de a poco, se irá ganando la confianza de todos. Deberá acostumbrarse a perder más que a ganar, pero como es él, no hay problema. Está preparado, maduro, sin apuros. “Esto es básquet, Chango”, es su frase de cabecera, la que aplica cuando las cosas van bien o van mal. Cuando la presión arrecia o cuando el contexto no ayuda. Así esté en Colonia Dora, Santiago, Buenos Aires o Madrid. Ahora la escucharán en Oklahoma City.
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