“Agradecer a Dios primero y después darle un abrazo a mi señora. Un fuerte abrazo. ¡Y a demostrar! Y hacer un gol: ahí puedo desahogarme. Te podrás imaginar, eso va a ser un desahogo de mucho tiempo. Pasó bastante tiempo. Cuando entre a una cancha voy a estar muy emocionado. Me voy a emocionar... Soy bastante duro pero tampoco soy una piedra. Voy a agradecer, como agradecía cada vez que entraba a una cancha desde cierta edad. Agradecía todos los partidos que me tocaba vivir dentro de una cancha. Y disfrutarlo porque soy un privilegiado”.
Desde que en abril de 2019 fue sancionado con dos años de suspensión luego de que le detectaran valores altos de testosterona en un control antidoping que le realizaron en su paso por Gimnasia, y luego de que la Justicia dejara caer la cautelar que le permitía seguir jugando en Argentinos, Santiago Silva sueña con el día en el que pueda volver a pisar una cancha profesionalmente. Así se lo relató a Infobae: no importa que su pasaporte indique que tiene 40 años, el veneno tragado por la injusticia de verse sancionado sólo por haber iniciado un tratamiento de fertilidad para volver a ser papá, o que su causa pasó por las manos de dos jueces y seis camaristas, sin resolución. El horizonte, el anhelo, ofician como motor.
El pasado jueves, el Tanque jugó una de sus últimas fichas: se presentó junto su abogado ante el Tribunal de Disciplina de la AFA para acercar la documentación de su caso y solicitar su intervención. Vale recordar que desde 2017, por decisión del poder ejecutivo nacional, la potestad de las sanciones relacionadas al doping en el fútbol dejó de estar bajo la órbita de la AFA (los controles están a cargo de la Comisión Nacional Antidopaje). Silva fue sancionado por un Tribunal “ad hoc” ya disuelto. Y, a pesar de que los dos años de suspensión vencen en abril de este año, el Tribunal Nacional Disciplinario Antidopaje, en segunda instancia, firmó en su sentencia que el uruguayo recién podría volver a pisar una cancha el 11 de diciembre de 2021...
Pues bien, según le informó a Infobae una alta fuente de la AFA con acceso al Tribunal, todo lo presentado por Silva y su abogado le daría las herramientas necesarias al cuerpo para una habilitación provisional, basada en jurisprudencia de la FIFA y en el derecho al trabajo. No levantaría la sanción, porque no está entre sus atribuciones, dado que la causa sigue su curso en el fuero contencioso administrativo. Pero sí le permitiría volver a jugar. “Los argumentos ofrecidos son serios y firmes”, afirmó la misma fuente.
La presentación de Silva, además, fue acompañada por una nota de Futbolistas Argentinos Agremiados, en el que la entidad expresó su absoluto apoyo al futbolista y también ofreció sus fundamentos detrás del objetivo de que le permitan jugar. Es decir, no sólo le brindó respaldo moral, sino también jurídico. Asimismo, Agremiados pidió reserva del expediente y confidencialidad.
Lo dicho: Silva solicita una habilitación provisional urgente para poder ejercer su derecho a trabajar mientras la Justicia continúa con el proceso. Si falla favorablemente para el delantero, y el jugador continúa sin poder jugar mientras aguarda por la resolución, ¿quién le devuelve el tiempo perdido en una carrera con fecha de vencimiento? Ese es el espíritu de su pedido.
Argentina posee una Ley Antidopaje en pleno proceso de modificación en el Congreso: ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados y en breve será tratada por el Senado. La nueva Ley reformula 46 de los 112 artículos de la misma; en su mayoría, los relacionados con el procedimiento y las penas. Silva recibió dos años de sanción cuando por su transgresión correspondían de tres a 24 meses. Es decir, le dieron la máxima pena a pesar de que no era reincidente. El reclamo del jugador es judicial, porque el tema ya estaba en la Justicia. No es que fue a Tribunales para dirimir una cuestión deportiva. Por ende, la AFA no corre riesgo de un apercibimiento de FIFA si el futbolista es habilitado provisionalmente.
Es más, existe jurisprudencia de FIFA que respalda la decisión de una habilitación provisional. ¿Por qué? La experiencia indica que, cuando existe una ley nacional, los tiempos de la Justicia ordinaria son más lentos que el de los Tribunales deportivos. Entonces, se prioriza que el jugador pueda seguir desarrollando su trabajo hasta la resolución definitiva.
Según la fuente de AFA consultada por Infobae, el Tribunal recibió con “asombro y estupor” el caso, a partir de varios detalles cuanto menos curiosos. Por ejemplo, el hecho de que la prueba no tuvo la preservación necesaria para su fiabilidad, un hecho por el que, de por sí, debería haber desestimado todo el proceso. Sin embargo, Silva fue sancionado.
Luego, que cuando le retiraron el poder de juzgamiento y sanción al Tribunal en 2017 a través de la Secretaría General de la Presidencia y la entonces Secretaría de Deportes -algo que no fue modificado por la nueva gestión-, el argumento se apoyaba en que si existía una Ley Nacional de Antidopaje, no podía juzgar un Tribunal administrativo. No obstante, el caso Silva fue llevado adelante por un Tribunal ad hoc. En primera instancia, la sanción la firma un médico. En segunda instancia, entre los firmantes aparecen un médico y un abogado. Por eso, en los corrillos de la AFA, con sorna, los rubricantes pasaron a ser bautizados como “los Giselle Rímolo de la abogacía” y sus integrantes, con ironía, propusieron solicitar “prescribir medicamentos”, a partir de que fueron los mismos médicos los que procesaron las muestras y luego sancionaron. Un nuevo detalle no menor: cuando el Tribunal de Disciplina de AFA sancionaba de forma administrativa, luego elevaba el caso a la Justicia Federal por la posible comisión de delito. Esto jamás sucedió en la causa Silva.
Otro punto que sorprendió negativamente en la sede de la calle Viamonte es que, en la sentencia en segunda instancia firmada por el Tribunal Nacional Disciplinario Antidopaje, los firmantes (Hernán Ferrari, Hugo Rodríguez Papini y Leandro Vergara) advierten que “cabe merituar” que la ingesta de testosterona a partir del tratamiento de fertilidad es una situación “de pareja absolutamente atendible” y que el atleta “no procedió de forma intencional”. Acto seguido, le confirman la máxima pena: dos años. ¿Cuál fue, pues, el impacto de los atenuantes?
Aunque por el apoyo que recibió de colegas y fanáticos, las rotundas campañas en redes sociales y su pujanza, el caso Silva sepa a novela romántica, en realidad se asemeja a una tragedia humana, con un futbolista que se vio privado de poder desarrollar su trabajo y rebotó durante casi dos años entre chicanas procesales, jueces y camaristas que esquivaron el expediente caliente, intereses, negligencia e indolencia. Hoy parece más cerca de regresar a su hábitat, el lugar donde regó goles con las camisetas de Banfield, Boca, Gimnasia y Argentinos, entre otros clubes: una cancha de fútbol.
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