— Decime Alfredo, ¿vos contrataste al chico Verón y a tres pibes de las inferiores de Argentinos Juniors?, le preguntó Julio Grondona –presidente de la AFA – a Davicce, titular de River Plate.
— Lo de la Brujita seguro porque el Pelado (Díaz, DT del equipo) me volvió loco para traerlo aunque sea por cuatro meses, pues está vendido a Italia. Además ya se hizo la revisión médica hace como un mes. Lo de los pibes de Argentinos, dame un minutito que se lo pregunto a José María (Aguilar, por entonces secretario general del club); esperá Julio, esperá, no cortes, le respondió Don Alfredo.
Transcurría el 15 de diciembre de 1995. Era viernes y Buenos Aires se derretía de calor: 32° a las 18 horas.
— Hola Julio, bueno, mirá… ahí te estuve averiguando. Sí, efectivamente, son chicos de la categoría 78′, tienen 17 años y se llaman Ruiz (Emanuel), La Paglia (César) y Riquelme (Juan Román).
— ¿Y ya firmaron?, preguntó Grondona con cierto dejo de preocupación desde el otro extremo de la línea.
— Y sí Julio, ya los tenemos firmados. El Pelado está loco de contento porque quería a Verón para juntarlo con Ortega, Crespo y Francescoli. Los pibes que vienen de Argentinos arrancarán en la 5ta, respondió un satisfecho Don Alfredo.
— Bueno, vamos a tener problemas; por favor esperá mi llamada en tu celular porque tengo a Macri –flamante presidente de Boca- y a Bilardo –nuevo DT- que me están martillando la cabeza, exclamó Grondona algo irritado.
El contexto de entonces reflejaba a un Boca que bajo la conducción de Carlos Heller y Antonio Alegre se había reconstruido institucionalmente luego de profundas crisis de todo tipo. Ellos lograron un club sano y robusto pero a pesar de todos los esfuerzos y las más valiosas incorporaciones, solo ganó el campeonato Apertura del 92′ tras aquel agónico gol de Claudio Benetti contra San Martín de Tucumán. Parece poco creíble que ello haya ocurrido pues desfilaron por sus planteles enormes jugadores y los más calificados técnicos de la época. Entre otros: Alfredo Di Stefano, el Flaco Menotti, el Maestro Tabarez, el Toto Lorenzo, el Pato Pastoriza y Silvio Marzolini.
El advenimiento de Macri como presidente se oficializó después de la derrota de Boca contra Racing por 4-6. Ese día el Mago Capria, el Chelo Delgado y el Piojo López ofrecieron una actuación memorable en aquel equipo que conducía Miguel Brindisi. A Boca lo dirigía Silvio Marzolini y Maradona –mechón rubio lateral en su cabello– jugó maravillosamente esa tarde del 3 de diciembre. Pero este resultado poco tuvo que ver con el escrutinio final (60 a 40 para Macri), pues las elecciones finalizaron a las 18 horas y el partido comenzó a las 18.15.
Fue así que en las últimas dos fechas Boca, que si le hubiese ganado a Racing aseguraba el primer puesto, fue perdiendo la ventaja de 7 puntos que llevaba en la tabla –el triunfo sumaba de a 2– y por ello salió campeón Vélez Sarsfield, dirigido por Carlos Bianchi. Ante esta situación Macri comenzó a proyectar el nuevo equipo del 96′. Y en la primera charla con Carlos Bilardo, el nuevo director técnico, le pidió utilizar los dos cupos permitidos para contratar a Pepe Basualdo –campeón con Vélez– y a la Brujita Verón, disponible sólo a préstamo y por cuatro meses pues debía incorporarse al Parma de Italia.
En medio del clima festivo que suelen generar los días previos a las celebraciones de la Navidad y el Año Nuevo, Macri habría de enfrentar su primer contratiempo ya que ignoraba que uno de los jugadores pedidos por Bilardo ya había sido contratado por River. Y faltaba algo más: los juveniles de Argentinos Juniors propuestos por Humberto Carlés –asesor de Macri y vicepresidente de Argentinos- también habían firmado sus contratos para actuar en River a partir de 1996.
Rápidamente se generó un dinámico circuito telefónico entre Macri, Carles, Carlos Ávila –presidente por entonces de Torneos y Competencias-, Bilardo y el eje Davicce-Aguilar, teniendo todos como árbitro final de sus aspiraciones a Julio Grondona, presidente de la AFA.
Aquel aparatito de telefonía Startac que utilizaba Don Julio parecía explotar en el momento en el cual los gritos del otro lado podían escucharse a varios metros. Los finales de cada charla eran similares: “Bueno, dejámelo ver, yo te llamo querido, hasta luego”, les decía Grondona.
Todas las variables propuestas como alternativa fallaron.
— Escucheme Julio, yo jugué toda la vida con el padre. Lo vi nacer a Juan Sebastián, es como un hijo para mí. ¿Cómo se va a ir a River si yo voy a dirigir a Boca? No, no, no, arrégleme eso Julio, exigió Bilardo. Y agregó: “Si quiere déjeles a los dos volantes de Argentinos y deme a Emanuel Ruiz. Ahí está Julio: Verón y Ruiz para Boca; Riquelme y La Paglia para River, ¿qué le parece?, cerró un Bilardo ansioso.
— Comprenderás Julio que trabajamos meses para tener a Verón y ya está informado el Pelado Diaz, que me lo pidió muy especialmente. Además, entre esos chicos de Argentinos que firmamos, hay uno que Delem –DT general de las inferiores– me dice que va a ser crack, un tal Riquelme a quien fue a ver muchas veces a Parque. Yo lo siento mucho Julio, pero están firmados y lo vamos a registrar en la AFA el lunes, dentro de 48 horas, explicó el bueno de Davicce.
— Escuchame Julio, me conocés mejor que nadie, fui vice de la AFA y le estoy dando una mano a Mauricio, arreglame este balurdo, le pedía Carlés al tiempo que agregaba: “Tenemos que ayudar a Boca, el padre de Mauricio va a crear un fondo de 23 millones de dólares (época del 1 a 1) para comprar jugadores y debemos incorporar bien entre los que ya son figuras y los mejores juveniles. Hablá con Davicce, por favor, concluyó su exhortación.
Fue entonces cuando el entonces presidente de la AFA comenzó a negociar la solución de éste problema. Al primero que llamó fue al factótum de Torneos y Competencias, Carlos Vicente Ávila. Y le exhortó:
— Escuchame Negro, ahí me vas a tener que dar una mano con Alfredo (Davicce) porque firmó a la Brujita Verón y a unos juveniles fichados por Argentinos Juniors que los quiere ese “nene caprichoso” (Macri) y tanto él como Carlés y el propio Bilardo me están volviendo loco. Seguro que te pidieron plata adelantada porque lo de Argentinos sólo son como 2 millones. Fijate Carlos si podés hablar con Alfredo y ayudarme a convencerlo que rompa esos contratos.
Luego, sobre el final de la charla le preguntó a Ávila: ”¿A vos te interesaría que Boca te venda los derechos de una próxima Libertadores para el canal 13, ¿no? Y bueno ahí lo tenés, te la dejaron picando… Hablá con Alfredo que seguramente te debe mucha plata y convencelo para que afloje con Verón que sólo podrá jugar cuatro meses. Dale, haceme la gauchada. Yo también voy a hablar con Davicce”.
En las horas siguientes Grondona habló con Davicce, quien sostenía una particular empatía y flexibilidad con Torneos, especialmente al momento de negociar. El entonces exitoso presidente de River desistiría de los contratos firmados al tiempo que Boca se comprometía a priorizar a Torneos para otorgarle los derechos televisivos de partidos amistosos o de copas internacionales. Era la época en la cual los clubes negociaban con las empresas la cesión de los derechos de TV.
Todo parecía resuelto, pero surgió un último inconveniente y no menor. Y era que el libro de pases sólo permitía dos fichajes en coincidencia con Europa. O sea que dos de los tres juveniles de Argentinos Juniors quedarían fuera de la negociación y deberían regresar a su club de origen. Se trataba de dos millones de dólares-pesos que Boca le pagaría a Argentinos.
Fue en tales circunstancias que Carlés llamó a Macri y éste a Bilardo para repreguntarle a cuál de los tres juveniles prefería incorporar de inmediato, toda vez que en junio (96′) tenía asegurado a los otros dos. Nuevamente Bilardo respondió: “Tráeme a Emanuel Suchard Ruiz”. Eso resultaba imposible pues la negociación era por los tres o por ninguno.
— Gracias por todo Don Julio, que pena que no pudimos inscribir a los chicos, se lamentó Carlés en la oficina de Grondona.
— ¿Por qué?, se preguntó extrañado el presidente de la AFA.
— Por los dos cupos que permite el reglamento…
— A ver, llamame a Fulano; que suba Fulano, que venga ahora, ordenó Grondona.
El señor Fulano, seguramente advertido, llegó a la oficina del presidente con carpetas, papeles y un reglamento.
— ¿Por qué no podemos anotar a estos tres juveniles?, preguntó Grondona en voz baja con sus anteojos colgados en el puente de la nariz.
— Vea presidente el reglamento en su artículo ..., murmuró con convicción el señor Fulano, experto y fiel funcionario de la AFA. Grondona lo interrumpió abruptamente y poniéndose de pie exclamó a viva voz:
— Qué artículo, ni artículo, lo interrumpió Grondona algo molesto. Y remató: “Hacete el boludo y anotalos como refuerzos amateurs. Dale hacete el gil, no viste nada y fichalos para Boca como jugadores juveniles”, decretó Grondona.
Davicce guardó esos contratos por mucho tiempo y cada vez que necesitaba algo de la AFA o de Torneos los exhumaba de la caja fuerte del club.
Hoy 26 años después de la anécdota, Verón y Riquelme siguen siendo actores principales del universo futbolístico. Después de la idolatría incondicional de sus hinchas, de memorables registros en grandes clubes de Europa, de sus pasos por las diferentes selecciones nacionales, son dirigentes. La Brujita es el presidente de Estudiantes que cumplió su promesa de remozar el estadio y Juan Román el vice que maneja los sueños boquenses.
Sí, tenían firmado el contrato con River, pero Dios les puso la camiseta adecuada.
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