Viaje a la intimidad de Juan Manuel Cerúndolo, la nueva promesa del tenis argentino que sorprendió al mundo en su primer torneo ATP

Un joven que habla poco, que prefiere caminar a correr, salvo que lo exija un rival dentro de la cancha, que piensa dos veces antes de decidir y que se dio cuenta de que “no hay tiempo ni para festejar, uno debe estar preparado para continuar en el siguiente torneo”

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Juan Manuel Cerúndolo, el argentino de 19 años que salió campeón del primer torneo ATP que disputó
Juan Manuel Cerúndolo, el argentino de 19 años que salió campeón del primer torneo ATP que disputó

Simplemente Juanma. En la familia no lo llaman por ningún otro apodo, no lo tiene, tampoco alguna denominación especial. Juan Manuel llega al tenis grande desde otro mundo, el de los Futures. A los challengers casi no los ha pisado y, ahora, se codea con los más exigentes del circuito. “La verdad, es algo nuevo, es otra calidad de vida jugar un torneo ATP. Estás como en otro mundo, pero el ambiente entre challenger y ATP no es tan distinto. Sí, tal vez, con los mejores (jugadores). Porque ellos son más profesionales y están más concentrados. Pero es un ambiente muy agradable, te saludan, te respetan, a pesar de que soy más chico. Y eso está muy bueno y se puede aprender mucho”, comenta esta joven realidad del tenis argentino, nacido hace en Buenos Aires hace 19 años.

Los datos, estadísticas y, después de su victoria en el Córdoba Open, alguna foto también se puede encontrar en el sitio de ATP o en alguna otra publicación, pero poco se conoce sobre la personalidad, gustos y amistades de Juanma. Sereno para transitar la cancha, los pasillos o las veredas, camina casi como habla, pausado, pensante.

“Soy de pensar todo. Cada cosa que hago o digo me gusta analizarla y pensarla dos veces, para ver si estoy tomando la decisión correcta. No soy de hacer cosas espontáneas, pero a veces uno tiene que tomar decisiones espontáneas, como en la cancha, que estás todo el día decidiendo en segundos, así que me gusta pensar, pero, si es necesario hay que hacer la otra”, lo dice tranquilo, apoyando su mentón sobre su mano derecha, la que sólo usa para tirar la pelotita en el saque o cuando ejecuta el revés a dos manos.

Luego de la final que lo consagrara en la capital cordobesa, se dieron a conocer varios amigos de él en la platea, alentándolo. Es un vínculo que mantienen desde chicos: pasaron toda la escolaridad juntos y hoy transitan la vida con diferentes objetivos, pero la misma amistad. “La verdad es que tengo muchos amigos y me veo seguido con ellos cada vez que estoy en Buenos Aires. Nos conocemos desde Jardín de Infantes (salita de 2 años), terminamos la escuela juntos y fui con ellos al viaje de egresados. Son mis amigos, son bastantes y me apoyan a cada momento. Es muy lindo todo eso”, cuenta sobre quienes lo acompañaron, también, en el festejo que se extendió hasta las 4 de la madrugada en la Docta.

En esos casi 20 años de convivencia, muchas deben ser las anécdotas y aventuras que habrán vivido juntos, pero el menor de los Cerúndolo trata de evitar reproducirlas. “Tenemos muchas anécdotas divertidas, pero no sé si se pueden contar en público...”, dice tranquilo, haciendo una leve mueca de complicidad. Pero la de ir a a verlo al torneo fue muy graciosa y sorpresiva para Juan Manuel, “porque me llamaron a las 12 de la noche, me dijeron que iban para allá, se subieron a tres autos y, sin dormir, llegaron a Córdoba”. Como no tenían previsto el viaje y no les interesaba cuál pudiera ser el alojamiento, “se metieron a dormir en el peor hotel de Córdoba. Comieron ahí, merendaron, hasta alguno hizo trabajos para la universidad ahí y después me fueron a alentar al estadio. Todo eso me pareció gracioso, pero también valoro mucho el esfuerzo que hicieron para estar conmigo”.

Cerúndolo con los amigos que lo acompañaron en Córdoba
Cerúndolo con los amigos que lo acompañaron en Córdoba

Hincha de River, juega a la Play, arma equipos en el FIFA y su sorpresa fue estar jugando mucho tiempo con Coria (“Es muy malo”, bromea y se ríe) en tiempos en que no se podía competir. Le gusta el reggaetón y la música electrónica. “Es lo que escucho”, comenta. Si bien le gustaría ir a ver a algún cantante en vivo, porque reconoce que “debe ser algo increíble”, no lo haría seguido. “La verdad es que no me gusta mucho ir a recitales. No me gusta el hecho de que haya mucha gente junta, amontonada. Como te dije, soy más bien solitario. Prefiero mirar películas, series, jugar a la Play. Cosas en la que no haya aglomeración de gente ni tanto quilombo”, agrega casi tímidamente.

— ¿Y qué tipo de series te interesa?

— Miro todo tipo de series, muchas –enfatiza–. Veo de todo, cine también. No sé si tengo un género específico, por ahí me inclino más por las de misterio y de acción, pero me gustan casi todos los géneros.

Su perfil delata que se siente a gusto en soledad, pero por la que es por elección, sobre todo, cuando no son familiares o amigos. Incluso para entablar conversaciones. “Sinceramente, no soy de hacer muchas charlas. Sí, me gusta juntarme y hacerlo con mis amigos, eso ni lo dudo, pero si vos me decís que estoy en un avión y me preguntás si me gusta hablar con la persona de al lado, te digo que no. Ahí, lo que prefiero es ponerme los auriculares y escuchar música”, suelta sin dejar de apoyar su pera en la mano derecha.

Sin embargo, si él pudiera elegir con quién conversar, elegiría en grande. “Pero si me dan a escoger, me gustaría poder hablar con Rafael Nadal o con Lionel Messi, me encanta saber cómo piensan, cómo funciona la cabeza de ellos, que son galácticos, que son de otro mundo”.

Mentalidad férrea dentro de la cancha, analítica afuera, tal vez vaya por el mismo camino del conocimiento que su hermano Francisco, que cursa la carrera de Management en la universidad. “Había decidido probar un año, pero me paró la pandemia y ahora lo que estoy probando es esto, jugar”, dice sin parecer desilusionado por ese hecho y agrega: “El año pasado casi no pude competir y por ahora vengo bien. Seguiré probando y el año que viene veré si tengo ganas o no de estudiar alguna carrera”.

La aparición de Juan Manuel Cerúndolo en el circuito profesional fue muy bien recibida no sólo por el tenis argentino, sino también por la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales), que celebró su conquista en Córdoba poniéndolo por encima de Rafael Nadal, Bjon Borg, Novak Djokovic y Roger Federer, en la tabla de porcentajes de victorias y derrotas en torneos del circuito, como también en la de conquistas de títulos contra torneos jugados, clasificándolo primero con un 100% de efectividad.

Sin embargo, así como conoció el sabor de la victoria, el circuito le pasó factura y terminó reconociendo la dureza del circuito. “Gané, festejamos hasta la madrugada, descansé poco. Llegué a Buenos Aires el lunes por la tarde y sólo pude entrenar 30 minutos, el martes, antes de jugar mi partido con Delbonis”, después de 8 victorias consecutivas en 10 días, el físico le había pasado factura y el juego inteligente de su rival hacía el resto. Ese mundo del tenis competitivo exige adaptarse a estas situaciones, como así también, a las condiciones que impone la pandemia, porque no sólo es cuestión de barbijos y test, sino también los premios. Si bien el torneo distribuyó la misma cantidad de puntos de las temporadas anteriores (250), el dinero que percibió como campeón (u$s23.000), es la cuarta parte que recibió el chileno Cristian Garín, campeón del torneo 12 meses atrás.

Pero el camino de este jovencito de 19 años, que se convirtió en el segundo jugador en este siglo en lograr ganar un torneo en su debut en un certamen de ATP y que soñaba de chico con ganar Roland Garros y ser número 1 del mundo, recién comienza. “Creo que es lo normal que sueña cada tenista”, sostiene. Mantiene su rostro fresco, joven, y a pesar de haber crecido, sus sueños siguen siendo los mismos, “aunque creo que ganar Roland Garros pasó a ser mi sueño principal”.

La familia Cerúndolo con sus dos padres y los tres hermanos (Foto: Instagram)
La familia Cerúndolo con sus dos padres y los tres hermanos (Foto: Instagram)

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