Nuevamente el amor convocará a la multitud y un millón de Maradonas saldrán a las calles el próximo miércoles a manifestar su indignación. Aquella dolorosa imagen saliendo al campo de juego en la cancha de Gimnasia no solo marcaba la decrepitud del ídolo; significaba también la inescrupulosidad de quienes manejaban su destino.
Hasta que millones de personas en todo el mundo vieron y se conmocionaron con el formidable documental que ofreció Infobae, tal realidad era una simple presunción de un grupo de suspicaces allegados a Diego. Dirían sus “captores”, que se trataba de gente envidiosa, periodistas, ex amigos o ex colegas alejados de cualquier certeza.
“La muerte de Maradona”, esa irrefutable pieza de colección, dejó al descubierto con palmaria objetividad a cada uno de los protagonistas de esta macabra historia, cuyo acto final fue la anunciada muerte del más grande ídolo de la Argentina.
Por cierto que nunca fue fácil manejar a Diego y mucho menos imponerle ideas que fueran contra su predisposición o su voluntad. Pero a lo largo de su vida tuvo entornos familiares y profesionales tolerantes que siempre lo priorizaron como persona antes que como sujeto de comercialización.
Al reescuchar los audios del documental de Infobae resulta imposible imaginar que cualquiera de las personas que lo acompañaron desde sus comienzos hasta después del 2010 –Mundial de Sudáfrica- alguna vez hubiese dicho sobre él en una conversación telefónica cosas tales como:
– Quieren que se mame para que se duerma.- (Nicolas Taffarel, el kinesiólogo sin título) o,
– Stinfale está caliente; no digas más que tomas alcohol porque van a decir que firmó borracho…- (Morla a Diego) o,
– Sos tapa de Clarín, salís por cadena nacional. Vos te ponés el camisolín y sos Gardel. Si lo tocaste (por la intervención quirúrgica) o no lo tocaste, es anecdótico…- (Stinfale al doctor Leopoldo Luque sobre la operación a Diego) o,
– Quédense tranquilos; si muere hay plata para todos.- (Pomargo, custodio de Diego, familiar de Morla) o,
– Soy abogado, no soy el papá; no sé nada del faso (marihuana), el alcohol (cerveza y vino) o las pastillas (Alplazolam molido y otras drogas hipnóticas más fuertes dentro de los vasos de cerveza). Si no lo pueden controlar –siguió diciendo- que lo internen. (Morla) o,
– Pedazo de gil, forro, a quien te comiste la c….a de tu madre, viejo de mierda, estas más sólo que una araña, ni tus hijas te hablan.- (Dr. Jacinto Luque, de lo que quería decirle a Maradona) o,
– “Se va a cagar muriendo el gordo” y “el chabón va a morir, ya está” (Dr. Jacinto Luque).
Sólo hemos tomado una mínima parte de aquello que puede escucharse con la propia voz de los protagonistas en el documental de Infobae. Podrán advertirse también con descarnado patetismo ítems de la estrategia para preparar desde siete meses antes constancias fraguadas en la Historia Clínica de Maradona. La intención era cubrir a la psiquiatra Agustina Cosachov “para que no la empomen por los medicamentos”(sic) . Al mismo tiempo resulta indignante escuchar a Luque pedirle a Cosachov que en la H.C diga que Diego se halla consciente, en tiempo y espacio” como tratando de justificar en cualquier tiempo futuro que todo lo firmado por él fue hallándose en absoluta normalidad cerebral. La Justicia, además, determinará próximamente la legitimidad de la firma de Maradona, pues existen presunciones que tal rúbrica hológrafa pudo ser falsificada por alguna persona muy cercana al doctor Luque.
Todo cuanto escuchamos es penoso, perfora el alma, golpea el corazón. Ver como Morla le pide a Diego y éste accede a grabar un video en contra de Claudia, Gianinna y Dalma ironizando sobre que “está preso, que lo tienen secuestrado”. Y al pedírselo, el abogado le recomienda “amigablemente”: “cortá el escabio a las 7 (de la tarde) para grabar a la mañana (del día siguiente)”.
En estas manos estuvo Diego desde el 2012 hasta su muerte. Un management que le generó extraordinarios recursos - desde Dubai hasta Gimnasia y Esgrima pasando por México- a cambio de manejarle los negocios y la vida.
Y para conseguirlo lo hizo confrontar encarnizadamente con Claudia, Dalma y Gianinna al tiempo que incentivó el alejamiento de otros afectos necesarios como los de Dieguito Fernando y su madre Verónica Ojeda.
Muchos de los procedimientos de este grupo guardaban ciertas similitudes con las ficciones cinematográficas de las familias mafiosas tan bien realizadas por Francis Ford Coppola o Martin Scorsese. Así por ejemplo, eran personas próximas a ciertos poderes, tenían fuertes influencias en muchos ámbitos, contaban con el apoyo de algunos periodistas, generaban los enfrentamientos entre otras familias, filtraban informaciones hasta convertirlas en controversiales y usufructuaban el nombre de Diego para todas sus respuestas y necesidades.Trataban de demostrarle al ídolo muerto que ellos eran los buenos y todos los demás los malos. Y ante semejante contraste, “guerra a los interesados herederos naturales” –con la excepción de las hermanas de Diego, sorprendentemente cooptadas- y confiablidad a este grupo de “buena gente que me protege y me cuida de mangueros –incluyendo ex jugadores de fútbol- y otros especuladores”.
Tal como suele ocurrir en la ficción, el grupo se expandió hasta convertirse en una “empresa”. Y como tal sus miembros garantizaron fidelidad cual miembros de una banda. Es por ello que casi todos los integrantes de este management están emparentados con alguno de sus jefes. Y que la salud y la vida de esta celebridad amada que fue Diego, la dejaron en manos de un neurocirujano que no califica entre los primeros mejores 100 que tiene nuestro país. Luego fue él quien formó equipo con la siquiatra Agustina Cosachov y con el sicólogo Carlos “Charly” Díaz; más tarde se agregaron enfermeras y custodios. En cambio a Nicolas Taffarel quien hacía las veces de kinesiólogo lo aportó Victor Stinfale pues se trata del masajista de Riestra, club del Nacional B, gerenciado por el abogado. O sea que todos los que estaban alrededor de Diego respondían a un denominador común: tenían un solo patrón, eran empleados de una pyme que administraba Vanesa Morla, hermana de Matias que fue quien designó al cuestionado doctor Luque.
Sí, es cierto Diego no era fácil de manejar. Acaso si lo hubiese sido no habría podido jugar como lo hiciera, tan distinto a los demás; a los anteriores a él, a sus generacionales y a quienes vendrán. Maradona será cada día más grande y jugará cada día mejor, pues toda leyenda se agiganta con el tiempo. Diego fue el exclusivo exponente de una raza de uno. Podría explicarse de tantas maneras que no tiene explicación.
Su primer representante fue un amigo de la infancia: Jorge Cyszterpiller. Lo hizo bien y con dignidad. Pero cuando Diego alcanzó su máxima altura en Nápoles, Jorge no pudo acompañar el crecimiento, las nuevas relaciones y los pedidos de la “camorra”. Siguió exitosamente su carrera de manager de jugadores hasta que una tarde fría y gris de mayo del 17′ sin decir porque se arrojó de un 7° piso del Faena. Amaba a Diego más allá de sus aciertos o sus errores al frente de Maradona Producciones, siempre tuvo en su corazón un sentimiento fraternal con el amigo que se volvió gigante.
Antes y después de Marcos Franchi quien fue un representante serio, profesional, experto y positivo, a Diego lo manejó Guillermo Coppola. Y aunque entre ambos hubieron disputas y litigios, lo que predominaba entre ellos era un profundo amor. Coppola se fundió economicamente por estar al lado de Maradona en La Habana, lugar donde no se generó un solo peso, pues el único contrato que era el de la RAI para comentar los partidos de la Serie A, Maradona lo incumplió. La ruptura entre ambos se debió a las asimetrías económicas: Diego podía vivir y sostenerse sin generar dinero; Coppola, no.
Los demás factores son secundarios; lo que Maradona le reclamaba a Coppola era amistad, complicidad, asociación incondicional. Y como todo posesivo y excluyente Diego pasaba del amor al odio en un solo instante de emoción; por eso sus odios no eran otra cosa que demandas de amor. Claudia también lo fue. Ni hablar de sus hijas mayores Dalma y Gianinna. Y una vez que se manifestaba públicamente, no regresaba; por el contrario, afirmaba su decisión, aún cuando fuera equivocada.
Es por esta razón que la diferencia entre aquellos representantes amigos y estos managers de alto profesionalismo se explica en el afecto. Aquellos querían a Diego, a la persona de Diego y tal circunstancia podría hacerles perder la realización de negocios brillantes. Todo siempre dependía de la voluntad de Diego. Daría la impresión que últimamente para generarle buenos negocios, había que blindarlo, apartarlo de otras opiniones, permitirle que tome alcohol y pastillas, ponerlo en manos de médicos sin prestigio y alejarlo de la influencia de los afectos más cercanos. Esa fue la fórmula para que Maradona ceda lo más preciado: su marca, la marca Maradona que fue registrada con 63 combinaciones diferentes en el el Registro de la Propiedad Industrial a nombre de la empresa Sattvica S.A cuyo titular es el abogado Matías Morla.
Después de tanto espanto y dolor, la pregunta es: ¿Qué hicimos por salvar a Maradona? ¿Qué hizo el fútbol por salvar a Maradona después de ver aquel espectro en la cancha de Gimnasia y de saber sobre su triste existencia del final? ¿Cómo fue que no lo rescatamos de su cautiverio en el nombre del amor eternizado? ¿ Qué nos pasó que sólo escuchamos voces extrañas para explicar su soledad?
Ayer creíamos que se había dejado morir al verse rodeado por manos y rostros desconocidos, lejos de las sonrisas amigas.
Hoy pensamos que murió abandonado… por su Arcángel; un crimen imperdonable.
¿Cómo fue que no te supimos salvar, Diego querido?
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