“Uno se pone a pensar lo que hubiera sido la vida sin ellos. Por eso me gusta remarcar lo importantes que fueron ellos para mí y por eso uno se emociona al hablar de ellos, les tengo una gran admiración”, llegó a decir Carlos Tevez de sus padres adoptivos, Segundo y Adriana, como parte de otras declaraciones en las que afirmó que de no haber sido por ellos y por el fútbol “seguramente habría terminado en la delincuencia”.
Segundo Raimundo Tevez, quien lo adoptó junto con su mujer, Adriana Noemí Martínez al poco tiempo de nacer, murió este domingo tiempo después de haber estado internado en terapia intensiva al contagiarse de coronavirus durante un control programado luego de una cirugía en el cuello de febrero pasado y después de la que tuvo que hacerse varios chequeos de rutina, donde se cree que contrajo el virus.
Por aquella operación, Tevez le había dedicado su gol a Talleres de Córdoba por la fecha 18 de la pasada Superliga, tocándose el cuello como referencia a la operación de su padre, que ahora se encuentra complicado al padecer diabetes y obesidad, además de presentar un cuadro de neumonía.
“Es muy feo. Tengo gente cercana que lo está pasando muy mal. Hace poco, a mis suegros los pude sacar, pero tuvieron que estar internados pasándola mal porque son grandes, pero son fuertes y pudieron salir. Nos está tocando de cerca, por eso es que siempre digo lo importante de tener a la familia acá guardada, tranquila. Esto nos afecta a todos, no hay quién se salve, y uno está sensible y enojado con toda esta situación”, indicó el jugador.
Tevez siempre reconoce la importancia de su padre, de 58 años y albañil, que pese a las tremendas dificultades económicas y viviendo con su familia en una zona peligrosa como Ejército de los Andes, más conocida como Fuerte Apache en la zona oeste del conurbano bonaerense, pudo estar presente en momentos fundamentales de su vida y pese a las imperiosas dificultades que atravesaba la familia, nunca lo presionó para que acelerara su llegada al fútbol de élite.
Tevez fue adoptado enseguida de nacer como un hijo más por Segundo y Adriana cuando la hermana de ésta, Fabiana “Trini”, su madre biológica, no pudo criarlo y a los pocos meses muriera su padre, Juan Alberto Cabral, en una balacera. Vivían en el primer piso de la Torre 1 de “Fuerte Apache” y en varias entrevistas el futbolista hizo referencia a su crianza entre ruidos de balas y hechos delictivos, que terminaron con la vida de su principal compadre con la pelota, Darío “Cabañas” Coronel, miembro de la banda llamada “Los Backstreet”.
No fue otro que Segundo quien le tuvo que comunicar la triste noticia cuando el “Apache” volvía de jugar el Mundial sub-17 en trinidad Tobago con la selección argentina, o quien estuvo a su lado cuando el “Apache” sólo contaba con diez meses de vida y fue internado en el hospital cuando le cayó agua hirviendo por el descuido de su familia de tomar mate en la cama y eso le generó una cicatriz que nunca se quiso operar, producto de quemaduras de tercer grado y dos meses en terapia intensiva. “Es parte de lo que soy y nunca tomé dimensión sobre si corría peligro o no. Nunca tomé consciencia de que estuve muy cerca de la muerte”, dijo con los años el futbolista.
Segundo, maestro mayor de obras, siempre quiso que estudiara, consciente de que debía tener alguna base para salir de toda esa situación, y máxime en vista de lo que ocurría con su entorno más cercano. En 2010, su hermano Juan Alberto Martinez, fue detenido junto con su cuñado en un presunto robo de un camión blindado en el camino al aeropuerto de Cordoba y condenados a 16 años de cárcel. Diego, otro de sus hermanos, fue descubierto por la Policía en 2006 con un revólver calibre 38 especial y 14 municiones. Tevez, en cambio, quien en su infancia fue siempre Carlos Alberto Martínez, porque usaba el apellido de su madre, era diferente, e incluso ya jugando al fútbol, en cada oportunidad que se presentaba un tiempo libre, ayudaba a su padre en tareas de albañilería.
Tampoco su padre cedió fácil ante las distintas posibilidades que le iban apareciendo al chico desde muy temprana edad. Había comenzado jugando en el Santa Clara, en Fuerte Apache, en una canchita que se fundó junto con una iglesia y una radio comunitaria, y ya a los cinco años lo descubrió el “Tano” Carlos Norberto Propatto, un ojeador de All Boys que se desplazaba con una estanciera junto a los chicos y solía meterse en los barrios más difíciles. Sin embargo, Segundo ya se opuso a que su hijo Carlos, al que llamaban “El Manchado”, se sumara. “No te lo puedo mandar porque no tiene zapatillas”, le dijo al entrenador, herido en su orgullo porque se las quería comprar él, con su trabajo. Al final cedió, cuando le consiguieron unas prestadas. “No fue fácil, tuve que convencerlo, pero finalmente me lo dio. De todos modos, con quien más trato tuve fue con Adriana, su mamá. Generamos una buena relación. El Gordo (Segundo) era introvertido, no daba mucha bola. Pese a eso, nos respetábamos mucho”, contó Propatto a Diego “Chavo” Fucks en su libro “Tevez, la verdadera historia”.
Ya más adelante, fue Ramón Maddoni, el que tuvo que lidiar con Segundo en su intento de llevarse a Carlos para Boca. No entendía que siendo la familia hincha del club, y con tantos problemas económicos, no se rindieran a la primera oferta. Segundo insistía con que el chico tenía que estudiar y que el que tenía que decidir sobre su futuro era él.
“Cuando llegamos a Boca no teníamos para morfar. Una vez, mi viejo volvió con huevos e hizo huevo duro para todos. Eso me quedó grabado”, dijo Tevez en 2003, en una declaración al programa “El Sello”, de TyC Sports. Ya en Séptima, Bianchi lo llevó con la Primera en 2001, aunque alcanzó a jugar en Reserva.
Boca le alquiló a Tevez una casa en Versalles y así comenzó a cambiar su vida. La mudanza de barrio había sido una experiencia complicada. Tanto, que dijo que no se iría a vivir al exterior, en 2004, por miedo a que sus padres se deprimieran.
Una de las situaciones más dramáticas que vivieron los Tevez se produjo el 29 de julio de 2014, cuando Segundo fue secuestrado a las 8 de la mañana por una banda compuesta por cinco jóvenes de Fuerte Apache, la llamada “Villa Los Russos”, en la zona de Morón y nunca se imaginaron que a quien le cruzaron el auto esa mañana, a la altura de El Palomar, era nada menos que el padre de Tevez, quien en ese momento era jugador de la Juventus y se enteró de la situación en pleno entrenamiento con el equipo en Turín.
A Segundo le sustrajeron la camioneta, le quitaron la alianza de matrimonio de oro blanco, un reloj, un celular, una campera, herramientas de trabajo y una mochila con 20.000 pesos. Lo habían dejado en una esquina de Ciudadela, a metros de Marcelo T. de Alvear y Díaz Vélez, pero a los pocos minutos regresaron y cambiaron de planes. Habían abierto su billetera y al ver la identificación de la víctima, regresaron hacia él. “¿Sos vivo? ¿Por qué no dijiste que eras el papá de Tevez?”, le preguntaron, y volvieron a subir al Passat para tomar la avenida General Paz y lo sentaron en la parte trasera del coche robado, en el medio de dos ladrones armados con una 9 milímetros y ametralladoras.
Ya por la General Paz comenzaron a llamar a Diego, uno de los hermanos del “Apache”, al que le exigieron un millón de pesos de rescate, que luego subieron al doble, siempre llamando con el teléfono celular de Segundo, al que terminaron tirando por la ventana. Uno de los testigos del secuestro conocía a Segundo y avisó a la familia, que inmediatamente denunció el caso pero desconocía que el conductor de la banda había cumplido casi diez años de cárcel por una tentativa de homicidio contra un policía, mientras que a otro integrante de esa misma banda lo estaban investigando por tres secuestros extorsivos. La situación se había complicado.
Terminaron siendo doce llamadas extorsivas a la familia en las que llegaron a subir el rescate a 4 millones de pesos y hasta se rumoreó que al propio jugador lo amenazaron con meterle “una bala en cada pierna” y que un hermano del Apache, desde la cárcel, llegó a llamar a los captores para amenazarlos desde allí. Mientras tanto, Segundo, en cautiverio, hasta llegó a darles algunos consejos de albañilería.
Mientras tanto, desde Italia, Tevez manejó la situación por teléfono, y llegó a acordar con los secuestradores en un pago final de 400.000 pesos que tuvo que entregar su hermano Diego, en la esquina de General Paz y San Martín, del lado del conurbano, mientras el jugador abandonó el entrenamiento, consiguió un rápido pasaje aéreo a Buenos Aires y se encontraba en el aeropuerto, esperando por su vuelo demorado, cuando le informaron que su padre había aparecido sano y salvo y le recomendaron no viajar “porque acá estamos llenos de periodistas en la puerta y no tiene sentido”.
Segundo debió estar intubado e inducido al coma por más de quince días en un sanatorio de la provincia de Buenos Aires, mientras Tevez y sus hermanos recibían un informe diario sobre su estado de salud, y después de que sus suegros hayan superado otro contagio por Covid-19.
“Cada uno tiene su opinión, pero la verdad, para mí es muy difícil volver ahora sabiendo que hay gente que se está muriendo y los hospitales están todos colapsados. No podemos negar esta realidad. Para mí, no es momento de volver”, dijo el jugador de Boca, a propósito de la pandemia, cuando se debatía el regreso del fútbol en la Argentina.
En abril pasado, Tevez dio una entrevista que generó mucho debate cuando dijo: “Miedo tenemos todos, a que nos mate los abuelos, a nuestros padres, es lo que más angustia genera. En los barrios pobres es donde más hay que estar, el Estado está haciendo las cosas bien. Uno, en silencio, está. Hay que estar, no importa la clase social. Hay que hacer entender a estos pibes que están jugando con los sentimientos de la gente”. El propio jugador participó con su familia en el grabado de distintos videos de concientización.
Su historia personal se conoció durante 2019 a partir de la serie de Netflix “Apache, la vida de Carlos Tevez”, dirigida por Israel Adrián Caetano. Allí, se destaca Alberto Ajaka, quien actúa en el rol de Segundo, el padre del futbolista.
“Cuando me seleccionaron para interpretar a Segundo, me encontré googleando con una foto en la que él está con Carlos después del secuestro que sufrió. Allí se ve a un tipo muy grandote sentado sobre las rodillas de Carlos. Soy padre, soy hombre, y los conozco a esos tipos, no solamente por conocer a Tevez. Sé quién es esa gente, las he tratado en mi vida. Ver dos tipos duros, que han tenido que empujarla en la vida, en una situación tan tierna, me conmovió mucho. Me agarré mucho de eso para poder entrarle al personaje”, dijo Ajaka en una reciente entrevista con Infobae.
“Conocí en persona a Segundo y mi función era trasladar esa impronta y esa persona desde los comportamientos gestuales y físicos. Es un tipo muy callado, tímido, y me felicitó después de verlo por TV”, finalizó el actor.
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