A Marcelo Barovero lo distingue la tranquilidad. En ese puesto tan particular que es el de arquero, a él siempre se lo notó seguro. Y así como ataja, habla. Firme, reflexivo. Con un mensaje claro. Uno de los guardametas más importantes de la historia de River hoy ya no tiene tantos flashes como en aquellas épocas gloriosas con el equipo de Marcelo Gallardo. Pero lo que sí tiene es ilusión y ganas. Eso es lo que transmite el actual portero del Burgos Club de Fútbol, equipo animador y protagonista de la Segunda División B de España.
Mejorar la dichosa y mencionada “calidad de vida” para él y los suyos, tener una experiencia europea y ser parte de un proyecto con riendas argentinas, lo sedujeron para dejar el primer nivel del fútbol mexicano y conocer el ascenso español. La Segunda B es el campeonato más difícil de España. Participan 102 equipos y solo ascienden 4. Y a esa meta apunta Barovero. No piensa en menos. Quiere poner al Burgos, el club que es propiedad de la familia Caselli (Antonio y Franco, padre e hijo), en un lugar de privilegio y acorde a su historia de Primera División en los 70 y parte de los 90.
Si bien el Burgos Club de Fútbol tiene un coqueto estadio para 12.000 personas, también debe visitar otros campos; algunos no tienen tribuna, otros poseen césped sintético, o no tienen todas las comodidades que él acostumbró a transitar en sus casi 20 años de profesional. Aunque nada de todo eso es un condicionante.
Mientras su equipo es el líder del subgrupo 1B de la categoría cuando aún falta la mitad del campeonato, Barovero, quien tiene una de las vallas menos vencidas del torneo, charló con Infobae en España y habló sobre el fútbol en el que ahora compite, sus ganas a los casi 37 años, cómo vive la pandemia, recordó su etapa en River y realizó un necesario pedido a partir de la tragedia del Morro García.
-Marcelo, volviste a jugar en el ascenso pero con otro ambiente. ¿Cómo es esta experiencia?
-Fue como volver a los inicios en Atlético de Rafaela. Pero acá en España aun un equipo de Segunda B tiene fortalezas y por eso me encontré con lo básico, lo necesario, lo que debe tener un jugador hoy. Fue un cambio, sí, porque yo venía de la élite del fútbol mexicano, pero cuando uno está preparado mentalmente, es más fácil asimilarlo. Sí es verdad que hay cosas que me recuerdan a mis comienzos en el ascenso en Argentina.
-¿Cómo se juega en esta categoría? ¿Con qué nivel de juego te encontraste?
-Me sorprendió el futbolista español, lo profesional que es, cómo se cuida, cómo se entrena. Este es un fútbol táctico, de mucho orden. Es raro que un jugador encare varias veces en el partido porque la prioridad es que corra el balón. Para el arquero está bueno porque no sufrís tanto, aunque a veces te dan ganas de que aparezca un jugador diferente sudamericano, que te desenrede los partidos. Esta categoría tiene un sistema de competencia exigente y es muy pareja.
-¿Cuál es la principal diferencia con el fútbol argentino?
-Acá es un fútbol más estructurado y no hay tanto roce físico como allá.
-¿Y cómo juega el Burgos?
-El equipo ahora está bien. Las primeras 9 fechas nos costaron. Sumábamos pero no podíamos prevalecer en el juego. Ahora ya estamos acomodados. Arrancamos la temporada con un cuerpo técnico y un plantel nuevos, y eso lleva su tiempo. Acá en 18 fechas nos jugamos gran parte de las aspiraciones. Mi objetivo es subir a Segunda División.
-¿Cómo fue que decidiste dejar México y venir para acá?
-Me llamó Antonio Caselli. Yo a él lo conocía de los viajes con River, en ese entonces hablábamos pero nada más. También seguí en contacto con Leonardo Pisculichi (integrante del plantel) y me contaba del crecimiento del equipo desde que la familia Caselli llegó a la ciudad. Va todo encaminado y yo tengo la meta de llegar a lo máximo y eso es lo que queremos para acompañar el proyecto. Nos tocó estar en un club que viene de vivir muchos sufrimientos. Por eso cuando llegué, un hincha me dijo: “Lo único que le pido es que me hagan ilusionar, al menos”. Son muy seguidores y sé que estaríamos jugando a cancha llena pero por la pandemia no se puede, claro (solo están autorizados 1000 abonados por partido). Así que, bueno, trabajamos para regalarles una alegría semana a semana y que la ilusión crezca.
Burgos, en donde vive Barovero con su mujer, Soledad, y sus tres hijos (Agustín de 14, Narela de 11 y Lisandro de 7) es una ciudad de 355.000 habitantes, con un estilo medieval en su centro histórico y con un arraigo futbolero importante que empuja al club que representa al lugar. El cordobés de Porteña dice que en este sitio, después de mucho tiempo, se animó a vivir fuera de un barrio cerrado, dentro de la ciudad, después de 10 años. Y que cada tanto se da el gusto de andar en bicicleta.
-¿Cómo es este lugar en el que decidiste vivir?
-Es una ciudad muy futbolera que está detrás del club. Me tocó llegar al final del verano y noté que tiene mucho turismo. En ese momento había muchas cosas abiertas (actualmente gran parte de los lugares gastronómicos están cerrados por la tercera ola de la pandemia). Disfrutamos de caminar la calle, de entrar a los bares. De cada rincón pintoresco. Noto la vida que lleva la gente de todas las edades. La seguridad, la tranquilidad. Además en esta parte del país hay muchos paisajes naturales. La verdad que estamos a gusto. No conocía España y me gustó. En cuanto al club, ojalá que los Caselli puedan darle forma a lo que ellos imaginan porque hay mucho por hacer. Y ojalá que nosotros, los jugadores, podamos ayudar. Hoy tenemos un plantel y un cuerpo técnico que a todos nos da ánimo.
-¿Te ves por mucho tiempo acá?
-Tengo un contrato por dos años, hasta junio de 2022. Quería tener cierta seguridad familiar al hacer un cambio grande. Siempre fuimos los cinco juntos para todos lados y no dudamos en aprovechar esta oportunidad de vivir en Europa. Yo igualmente al fútbol lo vivo por semestres, ni siquiera por años, porque hay muchas variantes. Lo importante para mí es que estoy jugando, que puedo rendir. Y mi deseo es que podamos conseguir el ascenso. Estos son mis últimos años de carrera y quiero jugar. Tengo muchas ganas de atajar y lo estoy disfrutando más que a mis 30 ó 32 años. Yo me fui de mi casa a los 14 y siempre fue competir, pretemporada, competir. No podés descansar ni parar en la alta competencia. El cambio en México me hizo muy bien (salió campeón tanto en Monterrey como en Necaxa). Aparecieron desafíos que no esperaba y me hicieron sentir mejor todavía. Ahora sé que esta es la etapa final, entonces uno valora más entrenar y salir a la cancha. Quiero jugar varios años más.
-¿Tenías ganas de vivir en Europa?
-Sí. Queríamos cambiar la calidad de vida. Deseábamos aprovechar este tipo de oportunidades y se dio. Es cierto que todo fue en un contexto raro y difícil como este de la pandemia. Y yo, si bien tenía posibilidades de seguir en México, era en ciudades que no consideré oportunas. Por eso cuando apareció lo del Burgos, nos gustó la propuesta. Sé que desde lo deportivo llamó mucho la atención. Es cierto que a veces cuesta encarar ciertos partidos y estadios, pero igualmente la temporada va bien para nosotros y eso motiva. En cuanto a lo familiar, tenemos la tranquilidad que vinimos a un país ordenado, que nuestros hijos están yendo al colegio durante todo el ciclo lectivo y eso hoy es mucha ganancia. Mis hijos están contentos, quemando energías. Piscu tuvo que ver en parte con mi adaptación a la ciudad. Él me dio un empujón. Me dijo que era una buena oportunidad también para la vida, en lo que uno va queriendo experimentar.
-Te tocó arribar a un país golpeado por el COVID-19...
-Es cierto que no fue el mejor momento para mudarse, pero estamos unidos, satisfechos, en familia, con la fe y el optimismo de que todo esto del coronavirus esté en la etapa final. Con el deseo de poder ver a la familia, a los amigos. Esto les pasa a todos, en todo el mundo. Entonces hay que aceptarlo y convivir con ello.
-¿Tu hijo mayor es arquero como vos?
-Sí, Agustín. Él se está entrenando con los juveniles del Burgos aunque aún no tiene ficha para jugar. Tiene 14 años y hace unos días estuvo con nosotros en la práctica del primer equipo. A él le gusta mucho el arco también y está contento de estar acá.
-¿Estás conectado con la Argentina? ¿Consumís los medios, las noticias?
-No tanto, aun estando en Argentina ya no mirábamos TV, solo películas en las plataformas. Sí escucho radio, sobre todo FM. Miro algunos partidos si el horario me lo permite. Y entro a Internet cada tanto. Pero la verdad es que no ando muy colgado con lo que pasa en Argentina.
-¿Cómo ves el país tras cinco años afuera?
-La Argentina cambió. Uno habla con los amigos de Rafaela. Con mi familia en mi pueblo. Con la gente que uno conoció en Buenos Aires. Y a veces no son muy alentadoras las cosas que me cuentan. Pero como argentino siempre tenemos optimismo, confiamos en que los dirigentes van a encaminarlo. Sin embargo en los últimos años se vivió un golpe tras otro, en lo económico, en cuanto a la falta de seguridad, en muchas cosas que cuando estás afuera las valorás y decís “¿por qué no pueden pasar en mi país?”. Ahora, acá, uno ve y habla con los españoles y tengo en cuenta que ellos se levantaron de una guerra civil y hoy tienen un país magnífico.
-¿Tuviste posibilidades de volver a la Argentina?
-Tuve sí, pero no era mi prioridad volver al país. Mi idea era seguir afuera. Quería aprovechar este tipo de posibilidades que te da el fútbol de vivir en otro lugar. Y soy más de nuevos desafíos. En Argentina yo viví todo, gracias a Dios. Desde ascensos, ganar campeonatos locales, Libertadores, hasta jugar la final de un Mundial de Clubes. Estoy muy agradecido por todo lo que viví pero ahora quiero probar otras cosas y apareció esta oportunidad.
-¿Extrañás?
-Yo soy de vivir lo que me toca, en donde estoy. Y así los días se me pasan volando. Con mi señora estamos ocupados desde que nos levantamos. Llevamos a los chicos al colegio. Voy al entrenamiento. Luego los voy a buscar. Después las actividades de ellos por la tarde. No es que extraño más o menos. Disfruto y vivo intensamente el lugar que me toca. Además tengo un compromiso futbolístico y me enfoco en eso, en que las cosas vayan bien. Sí que me gustaría abrazar a mi familia y verlos en mi pueblo, o como hacía cuando estaba en México, tener la ventaja de llevar a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos. Eso ahora se estancó todo y ojalá que pronto pueda traerlos a España para que conozcan. Pero tampoco se puede mirar mucho para adelante y menos en esta situación, porque puede pasar que uno se caiga anímicamente. No sé si a nivel depresión, pero sí de angustia y eso hay que tratar de evitarlo.
-Mencionaste la depresión y es un tema que a partir de lo del Morro García, empezó a mencionarse en el mundo del fútbol, ¿cómo tomaste la noticia?
-Fue shockeante. Difícil de explicar. Y a veces uno entiende lo que pasó porque ha visto a compañeros en situaciones complicadas. Lo que siente un jugador cuando pierde un partido o se equivoca y es causante de una derrota, es inexplicable. O lo que debe ser cuando se te acumulan problemas y estás aislado. Yo considero que es cada vez más necesario y diría obligatorio tener la ayuda psicológica en los planteles. Tiene que haber un profesional en todos los clubes. Hoy nos desbordan muchas cosas, mucha información, muchas críticas, muchos manejos que con 20 años tenés que decidir y nadie está preparado. Así que ojalá que todo sirva para que se dé un paso adelante. En definitiva, somos seres humanos, no somos extraterrestres y tampoco nos pasan cosas distintas a lo que le pasa a la gente en general en su día a día. Necesitamos apoyarnos entre todos y ayudarnos. Este es un mundo y una etapa muy complicada para vivir.
Barovero nunca olvida a River y menos con Pisculichi y los Caselli a su lado en el día a día. Por eso cuenta un poco su relación con el club a la distancia y es palabra autorizada para opinar sobre lo que significa Marcelo Gallardo como entrenador, fundamentalmente con esa posibilidad siempre latente de que llegue a dirigir en Europa.
-¿Lo ves a Gallardo dirigiendo por estos lados?
-Lo veo, sin dudas. Él va a dirigir por acá cuando quiera y lo hará en equipos muy importantes. Siempre digo que el fútbol argentino es muy complicado, difícil, y que te tenés que adaptar a muchas cosas. Por eso creo que si él decide venir para este lado, con todas las herramientas que tiene, los conocimientos, lo aplicado que es, seguramente marcará historia en esta parte del mundo, también.
-¿Es el entrenador argentino más europeo?
-A mí Marcelo me sorprendió cuando lo tuve porque hasta ese momento no había tenido entrenadores de su generación. Él en ese entonces tenía 39 años con una dinámica y una forma de entrenamiento diferentes. Es muy importante quiénes lo acompañan. Su entorno demuestra también mucha capacidad porque no es fácil dirigir y hacer todo solo. Me cuesta decir que ojalá venga a probarse en España, porque él puede seguir marcando un camino en River y hacerlo aún más grande. Él sabrá bien hasta cuándo. En River fue avalando todo con títulos y así se hace más fácil, aunque hubo momentos complicados y él siguió porque tiene bien claro lo que quiere. Se necesitaba a alguien que pusiera a River en donde tiene que estar y él lo imaginó así y lo está haciendo. River es enorme pero cuando a mí me tocó llegar en 2012, desde Vélez, noté que había diferencias si comparaba los predios, por ejemplo. En ese momento fue chocante el cambio. Pero hoy ya no. Porque el club tiene todo lo que realmente se merece.
-¿Quién fue tu mejor entrenador?
-Es difícil elegir uno. Porque cuando te toca conseguir títulos con varios, es complicado dejar a alguno afuera. Tuve a buenos entrenadores de diferentes estilos. Ricardo Gareca me ha dejado conceptos que hasta hoy los recuerdo. Tuve a Marcelo, a Ramón Díaz, a Diego Alonso en Monterrey. Los entrenadores mexicanos son muy exploradores tácticamente y se destacan. Pero sí, Marcelo fue uno de los más influyentes por lo que genera y por todo lo que vivimos.
- ¿Ves los partidos de River?
-Lo veo muy poco porque suelen comenzar a la 1.30 de la mañana. Suelo ver resúmenes, sí, y estoy pendiente de cómo le va al club.
- ¿Qué te parece Armani?
-Él siempre estuvo a la altura. Bueno, lo que se preveía. Franco venía con años de experiencia jugando en el primer nivel. Lo que pasa es que a veces no se miran otras ligas pero él ya había conquistado la Copa con Atlético Nacional. Después sabemos lo que se dice sobre lo grande que es el arco de River y él rindió.
-A Armani se le dio la selección argentina desde River, pero a vos no. ¿Te queda esa espina?
-Sí, obvio. Es mi cuenta pendiente. No se me dio, pero bueno, siempre lo dije: no podía gastar energías pensando en por qué no me llamaban. Yo tenía que estar atento a cada fin de semana en River. No tuve la oportunidad, pero hay que ser justos con que Chiquito Romero marcó una época y estaba bien ocupado el lugar. Pero, bueno, entre los tres convocados (Brasil 2014) siento que podía haber estado. Son decisiones, claro. No me tocó y siempre me va a quedar esa deuda.
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