En la cancha de Platense la fiesta sigue y seguirá. Acaba de regresar a Primera División luego de 22 años y los hinchas, pese a la situación sanitaria, se congregaron en la puerta del estadio para celebrar la ansiada conquista con cánticos, pirotecnia, camisetas y banderas. La marea de fanáticos tiñó las calles de Vicente López de marrón y blanco. Las huellas de esa caravana que se dio cita en Zufriátegui al 2021 todavía quedan. En los cordones se acumulan restos de fuegos artificiales y se ve la pólvora seca adherida al asfalto. “Carnaval toda la vida junto a vos”, dice un grafiti. La gente que trabaja en el club tampoco puede contener la alegría y detrás de los barbijos se ven los pómulos inflados de las sonrisas.
Daniel Vega, máximo goleador del Calamar – superó la marca de Vicente Sayago – se acerca a la entrada principal del club a recibir a Infobae. Antes de pasar los molinetes de la entrada, procede a cumplir con el protocolo sanitario. “No sabés cómo grité esa atajada de De Olivera. Como un gol”, le dice exultante la chica que toma la temperatura y rocía las manos de alcohol a los que ingresan. Trapito se disculpa por la demora – “se hizo larga la nota con la televisión” – e invita a pasar al estadio. “El fútbol es lo que más me gusta, no hay otra cosa en la vida, sacando la familia, que me guste más que esto”, subraya.
Además de su labor como futbolista es contador público – de ahí su apodo “El contador” – también incursionó en el periodismo deportivo comentando partidos por la radio y siempre se mantuvo inquieto buscando algo para estudiar en paralelo a su carrera deportiva. “Fue por una enseñanza familiar. Seguí los pasos de mi viejo. Él estudió para contador, pero no pudo recibirse y quise seguir ese legado y terminar lo que había quedado inconcluso”, cuenta y revela que hace años que ejerce la profesión. “Es un estilo de vida, es hacer algo en paralelo a lo deportivo. Cuando jugaba al fútbol, estudiaba. Me recibí y busqué otro curso para hacer. Cuando me quedé sin cosas para estudiar, puse el estudio contable y me puse a trabajar. Siempre voy agregando alguna actividad como para seguir esta línea de vida de deporte y profesión a la vez”.
La carrera de Vega en el fútbol comenzó en 2002 en Platense, se expandió por distintos clubes (Estudiantes de Buenos Aires, Los Andes, Emelec de Ecuador, San Martín de Tucumán, Godoy Cruz, Almirante Brown, Huracán, UAI Urquiza) y alternó con varios regresos al club que lo vio crecer. Después de su breve paso por la UAI, a mediados del año pasado volvió a incorporarse a las filas del Calamar con casi 39 años y decidió gastar sus últimos cartuchos de futbolista con el objetivo de la máxima categoría. “Por primera vez me siento a mano con el club. Siempre me sentí en deuda porque este club me dio todo y me cumplió el sueño más grande que tuve desde que pateé mi primera pelotita de goma en una playa con mi abuelo, cuando apenas empezaba a caminar. De ahí en adelante lo que siempre quise fue jugar en Primera y el único club que me abrió las puertas fue Platense. A partir de ahí le debí todo”, dice con los ojos brillosos.
No hay nada mejor que casa
Vega, antes de firmar contrato con Platense, primero fue a probarse a Huracán y rebotó. “Estaba Brindisi de entrenador y me dijo ‘jugás bien, pero no’. Después fui a Ferro, Almagro, Defensores de Belgrano, Quilmes… Son muchos clubes, no quiero olvidarme de ninguno. Y la última chance fue acá”, dice y señala el césped de la cancha. En aquel momento tenía 20 años, la edad justa para firmar su primer contrato. Se tomó el colectivo desde Caballito, con la cabeza puesta en que era su última oportunidad para cumplir el sueño de ser jugador de fútbol, y se bajó en Platense. El torneo empezaba en dos días y era la última práctica de fútbol. Al otro día cerraba el libro de pases.
“Le golpeé la puerta a Carlos Trullet, entrenador de ese momento. Le pregunté si me podía probar y me dijo que ya estaba el plantel armado y que no había presupuesto. Le agradecí y cuando me di vuelta para irme, una mano en el hombro me frenó. ‘Algo me dice que te tengo que ver. Te voy a dar a diez minutos, jugátela porque es el momento. Si hay algo maravilloso, te quedás con nosotros’. Hicieron fútbol y entré faltando menos de diez minutos. ‘Disculpá, se me pasó el tiempo. Entrá y fíjate qué podés hacer’, me avisó. Entré y al toque hice tres goles. No lo podía creer. Al otro día volví y firmé contrato”, relata.
El delantero es consciente de su edad, pero no quiere poner punto final todavía y menos ahora. El otro objetivo, además de jugar un partido con el Calamar en la máxima categoría, es poder despedirse del fútbol con su familia en la cancha. “El recorrido final iba hasta acá, solo me queda el deseo de que en el último partido mío esté mi familia en la cancha. Eso me quedó inconcluso y es lo que me motiva a seguir un poquito más. Sería injusto que no estén ni mi viejo ni mi vieja que se rompieron el alma para que cumpla este sueño. O que no estén mis hijas y mi señora”, aclara y describe el sacrificio familiar ante una situación atípica que, razones sanitarias por delante, lo tuvo todo este tiempo de competencia en una burbuja que no se podía romper. “Mi hija cumplió cinco años y la vi llorando por teléfono casi con reproche. Es la primera vez que me toca y la verdad que me dolió. Pero bueno, tenía que terminar este recorrido. Era la meta que faltaba y por la cuestión sanitaria estábamos en una especie de burbuja que no podíamos romper”.
-Todo este sacrificio y el ascenso a Primera se podrían considerar como una revancha en tu vida deportiva, sobre todo pensando lo que te pasó con la dirigencia anterior del club que te hizo a un costado.
-Ya está, ya pasó eso. Me encantó verlos en los festejos, son de Platense y están felices. Yo trabajé para que sea feliz el pueblo calamar en general. Recibí mensaje de alguno de ellos y está bárbaro. Me ayudó a fortalecer el vínculo, sin querer me hicieron un favor. Me quisieron dañar y terminé estableciendo un lazo más fuerte con el club. Después de ahí salí campeón dos veces y en menos de cinco años.
-Otro se hubiese retirado, sobre todo teniendo en cuenta la edad
-Tuve momentos de incertidumbre, pero me quedaban cosas guardadas. Siempre cito la película de Rocky. En un momento le preguntan por qué volvía a pelear siendo tan grande y él contesta que porque tiene guardadas cosas en el sótano. A mí me pasó lo mismo: tenía cosas guardadas en el sótano y las tenía que sacar. No me podía resignar si tenía la posibilidad física y futbolística de hacerlo.
-¿Lo mental y lo físico es fundamental para llegar hasta acá en la competición profesional?
-Si vos te cuidaste durante toda tu carrera, la parte física está. Si no tuviste lesiones graves es cuestión de entrenar. El cuerpo tiene memoria. Yo vengo preparándome por ese lado desde chiquito. Cuando salía de vacaciones, me iba a correr por los médanos de San Clemente. Todos los días entrenaba porque entendía que el camino era ese. Y respecto de lo mental: si no tenes un espíritu y la cabeza alineada en pos de algo te quedás a mitad de camino. Eso lo vengo laburando hace años y por suerte siempre tuve un norte muy claro.
-Además del rol de jugador, está tu experiencia y ese lugar de líder de grupo, que sin querer se va imponiendo. Pienso en Ponzio en River, por ejemplo. ¿Cómo se trabaja desde ese lugar?
-Se predica con el ejemplo. Cuando te sacan, obviamente no te va a gustar y vas a poner cara de culo, pero no dejás de entrenar y tu personalidad se mantiene igual. Obrás igual con todo el mundo. La mejor manera de enseñar no es hablar, es hacer. A mí por lo menos me ha tocado eso. Yo teniendo, entre comillas, un montón de logros dentro de este club, cuando me tuve que correr a un costado fui el primero en hacerlo. Siempre soy el primero en la fila para correr, no llego tarde, me cuido, aliento al compañero. Si me toca estar afuera vengo a ver a los compañeros, si me toca estar adentro, empujo, si me toca estar en el banco, al que juega lo ayudo. Le tiro ideas y trato de colaborar. Sea el puesto que sea. Hay mil maneras de ayudar. Veo a uno mal lo invito a charlar, si no alcanza le ofrezco mi psicólogo. El futbolista es una persona. Todos tenemos buenos y malos momentos.
-¿Te ves cómo técnico?
-Me estoy preparando. Como entrenador uno se tiene que dar cuenta que no es uno solo, es un grupo de trabajo. Me estoy preparando para eso y para tener a mi alrededor a la gente que quiero y que sé que la voy a pasar bien y que vamos a tirar juntos para el mismo lado. Sin ideas personales y enfocado en lo grupal.
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