Con casi treinta años en el fútbol profesional, desde que se iniciara en Ferro en los tiempos de Carlos Griguol y Luis Bonini, y tras trabajar con entrenadores como Daniel Passarella y Matías Almeyda en la Argentina y en el exterior, Alejandro Kohan es uno de los preparadores físicos más respetados del ambiente, y sumó ahora, en un plantel que dirigió Hernán Crespo, el título de campeón de la Copa Sudamericana con Defensa y Justicia en una final ganada de manera rotunda.
Kohan dialogó en exclusiva con Infobae sobre sus ideas. Su trayectoria, y su proyección a futuro.
- ¿Qué significa este título de campeón de la Copa Sudamericana para Defensa y Justicia?
- Muchísimo. Implica un gran crecimiento para todos. No sólo el título sino haber podido jugar Copa Libertadores, a la que ahora volvemos, o la Sudamericana. Fuimos de menos a más y en la medida que íbamos pasando las fases. Fuimos creciendo también en las ganas de conseguir algo importante.
- ¿Y para usted?
- Una gran alegría, aunque acá los protagonistas son los jugadores, que son los que entran a la cancha. Nosotros, los integrantes del cuerpo técnico, colaboramos en todo lo que podemos.
- A Hernán Crespo, el director técnico, le llegó bastante rápido, más allá de que ya se veían cosas interesantes en su paso anterior por Banfield.
- Un logro de esta envergadura implica un crecimiento importante para él y para todos.
- ¿Ese crecimiento puede implicar un salto hacia un equipo grande o alguna selección nacional, como se viene rumoreando en los últimos días?
- Nosotros tenemos contrato con Defensa y Justicia hasta finales de junio y estamos muy contentos con el club y el trabajo que venimos realizando. Desde ya que está la expectativa de crecer.
- ¿Y hasta dónde puede llegar Crespo?
-Hernán tuvo una carrera brillante como futbolista y ahora quiere hacer una carrera similar como director técnico. Y tuvo entrenadores de gran trayectoria que le aportaron muchas cosas. Ha podido tomar cosas de (Daniel) Passarella, (Alejandro) Sabella, (Marcelo) Bielsa, (José) Mourinho, (Carlo) Ancelotti, (Sven Goran) Erickson, y creo que no tiene techo.
- Crespo tiene una clara línea de fútbol ofensivo y estético, que sostiene aunque aclara que no es la única vía para el éxito, pero que él elige como suya. ¿Cómo se podría definir ese estilo?
- Nosotros somos totalmente afines a ese sistema de juego y eso ayuda mucho. Si tengo que definir el estilo pasa por protagonizar los partidos, proponer juego, mantener la posesión de la pelota en campo rival con un fútbol dinámico y todo eso, con un componente estético importante.
- Llamó poderosamente la atención el aplomo con el que Defensa y Justicia salió a jugar la final ante Lanús en el estadio Kempes. ¿Cómo se consigue eso?
- Nosotros trabajamos integralmente los aspectos tácticos y físicos. Aunque, lógicamente, se parcializan situaciones particulares del juego y todo eso constituye la base física del sistema de juego que pretende Crespo. Se busca el mayor rendimiento posible para plasmar esa idea.
- ¿Cómo adecúan su trabajo al estilo de juego que pretende Crespo?
- Hacemos énfasis en la dinámica, la velocidad, la capacidad de recuperación en esfuerzos breves y en la alta intensidad. También en la potencia aeróbica.
- Algunos ya hablan de un “Método Kohan”. ¿Hay un “Método Kohan”?
- No, no creo que haya. No lo tengo patentado (risas). He tenido vivencias con entrenadores que me ayudaron a mi crecimiento. Me gusta integrar lo físico al trabajo en equipo en lo técnico, lo táctico de manera total, con una visión holística. No lo veo como algo segmentado. Por supuesto que hay también entrenamientos personalizados. Pero voy a la idea general. Me gusta el trabajo conjunto, interdisciplinario.
- Es que hoy hay ya cada vez mayor especialización por cada función que tiene un jugador en el esquema táctico.
- Así es. Hubo una gran evolución en los sistemas de entrenamiento. (Luis) Bonini marcó un cambio cuando entrenaba al plantel de Ferro Carril Oeste en los años ochenta, cuando Carlos Griguol era el director técnico. Ya allí hubo un desarrollo de la fuerza y la resistencia.
- La otra pata es la mental…
- Así es. Incorporé el entrenamiento emocional, que entra en relación con lo fisiológico. También lo emocional necesita hoy su entrenamiento: la gestión de las emociones y la fisiología en su máxima expresión y el vínculo con el jugador genera un canal de confianza. Le doy mucha importancia a la necesidad de coaching. Con la ayuda de mi esposa, que también es profesora de educación física, vengo estudiando como disciplina la programación neurolingüística. Hoy la mayoría de los equipos trabaja con la interdisciplina. En el nuestro, obviamente que Crespo es la cabeza, pero quiero destacar a los otros colaboradores como Juan Branda (ayudante de campo). Gustavo Nepote (entrenador de arqueros), mi hijo Tobías (analista de videos) y tantos más. Es gente muy preparada. Como Gustavo Satto y Leandro Bugliani (preparadores físicos).
- ¿Y desde lo emocional, cómo trabajan?
- En toda la semana se trabaja en sesiones de coaching con definición de objetivos individuales y colectivos, herramientas que son útiles para la estabilidad emocional para superar momentos competitivos de estrés y para autocontrol de emociones.
- Alguna vez, Jorge Castelli, preparador físico de Juan Carlos Lorenzo, se abrió camino para ser director técnico. ¿Le tienta esa idea?
- Se es director técnico porque se tiene esa vocación. A mí me apasiona la preparación física aunque, como le decía, íntimamente relacionada con lo técnico y táctico. Nosotros monitoreamos la carga de trabajo, pero el que decide en última instancia es el director técnico.
- El fútbol europeo de primer nivel, que llega a la Argentina a través de los medios, muestra muchas veces elementos sofisticados de entrenamiento y una infraestructura muy compleja. ¿Cómo están hoy los clubes argentinos en esa comparación?
- El fútbol argentino es uno de los más competitivos del continente, junto con el brasileño. Lo que sucede es que en Europa están los futbolistas de mayor nivel y eso da una ventaja enorme y pone el listón competitivo muy alto. Pero ahora acá tenemos la misma tecnología: el GPS, el videoanálisis. Tenemos un nivel excelente de preparadores físicos, que actualizan permanentemente las herramientas.
- Usted tiene una larga trayectoria como preparador físico tanto en la Argentina como en el exterior. ¿Cuál fue el momento más complicado de su carrera?
- Sin dudas, haber formado parte del cuerpo técnico de River en el Nacional B. Fue lo más difícil en treinta años de fútbol profesional por la tensión en el desarrollo del proceso, con Matías Almeyda a la cabeza del cuerpo técnico. No había otra posibilidad que la de ascender inmediatamente y esa experiencia me marcó a fuego, como la emoción ante el debut contra Chacarita. Fue muy conmovedor por el sentimiento interno de buscar el objetivo cuanto antes, pero mezclado con la tristeza grande de tener que atravesar eso y con algunos jugadores que querían mucho al club.
- Debe tener muchísimas anécdotas de ese tiempo.
- Muchísimas. Pero me quedo con una imagen cuando salíamos por el túnel y vimos una bandera en la platea “San Martín” alta que decía “Me verás volver y te arrodillarás”. Fue una premonición de lo que sucedió años más tarde y de esta actualidad.
- Ni le pregunto entonces de qué cuadro es hincha.
- (Risas) No, claro.
- Y se dio el lujo de trabajar en River.
- Sí, tuve la suerte de trabajar con Almeyda y con Passarella. a quien veía y admiraba como jugador y me decía “algún día voy a trabajar con él”.
- ¿Es cierto que bromeaba con su mujer sobre esto?
- Sí, tanto que cuando me iba a trabajar, le decía que si me llegaba a llamar Daniel, que le dijera que iba a llegar más tarde (risas). De hecho, cuando me llamó un allegado a él, Ricardo Cosentino, para decirme que Passarella me quería conocer, pensé que era una broma que me hacía alguien que me conocía y corté la comunicación, y me volvió a llamar y me citó a una reunión en la que también estaba Sabella, que era miembro de su cuerpo técnico.
- Me imagino la emoción…
- ¡Imagínese! Yo estaba en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors desde 1997 y él venía del Mundial de Francia con la selección argentina. Luego me convocó para integrarme al cuerpo técnico para trabajar en la selección uruguaya para la clasificación al Mundial 2002. Soy un agradecido porque él fue quien me abrió las puertas del fútbol internacional.
- O sea que aquello fue mágico, era lo que usted anhelaba…
- Sí, pienso que fue la fuerza del deseo.
- ¿Cómo fue trabajar en la selección uruguaya siendo ustedes argentinos, en un país tan futbolero y con tanta tradición y con la rivalidad que hay?
- Al principio costó mucho integrarnos justamente por eso, por el contexto de un país tremendamente futbolero. Pero después terminó conformándose un grupo impresionante y con el que seguimos en contacto. Como Paolo Montero, que era el capitán, Fabián Carini, Darío Rodríguez. Casi todos jugaban en clubes europeos.
- Habiendo trabajado con Sabella en el cuerpo técnico, le habrá afectado mucho su fallecimiento en diciembre pasado.
- Muchísimo. Era un amigo de la vida. Fuimos compañeros de habitación muchos años, trabajamos juntos en el exterior (Montevideo, Monterrey, Parma) y nuestras familias se hicieron amigas. Me dejó muchas enseñanzas. Fue un ejemplo de coherencia, valores humanos, simpleza, nobleza.
- Otro momento fuerte de su carrera fue en Independiente.
- Así es. Allí viví dos procesos, el de 1996 y el de 2017. El primero, con el director técnico uruguayo Gregorio Pérez, una gran persona, y Luis Bonini, mi maestro, que venía del ciclo del “Zurdo” (Miguel Ángel) López, que había ganado la Supercopa en el Maracaná ante el Flamengo. El segundo, en 2017, fue cuando Independiente volvió a dar la vuelta olímpica en el Maracaná y otra vez ante Flamengo.
- ¿Es verdad que antes de ese partido, la arenga en el vestuario la dio usted?
- Es que se dieron algunas cosas. Justo hacía poco que había fallecido Bonini, lo que significó un dolor muy grande, y recordé aquella otra final en el mismo escenario y ante el mismo club y estaba muy tocado por todo aquello.
- Se dijeron muchas cosas de la forma en que usted se fue de Independiente, con aquellas diferencias con el director técnico Ariel Holan.
- Prefiero dejarlo ahí. Hubo diferencias personales pero ése es un capítulo cerrado. Fue una etapa hermosa. Independiente es un gran club, impresionante. Y espero volver algún día a trabajar allí, cuando la vida disponga.
- Mire que lo que usted proyecta, parece que se cumple (risas). Siguiendo con el futuro, ¿dónde le gustaría verse trabajando?
- Una asignatura pendiente que tengo es en Europa, en un club italiano. No nos fue bien deportivamente en el Parma y me encantaría regresar allí con Crespo para tener una revancha pero vamos paso a paso, no soy un chico ya.
- Justamente, ya que tocó el tema. ¿Es buena edad la que tiene Crespo para incorporarse a la élite de directores técnicos? Hoy muchos empiezan más jóvenes, como es el caso de Fernando Gago o Gabriel Heinze…
- No creo. Tiene 45. Es muy joven y por ejemplo, Bielsa y Ancelotti, que andan por los sesenta y pico, siguen trabajando y son muy respetados en Europa. Creo que está bien así.
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