Boca se alzó con el primer torneo de la era profesional en el fútbol femenino de la Argentina. Y no lo hizo de cualquier manera: en la final del Torneo Rexona, aplastó a River por 7-0 en un Superclásico en el que prácticamente no hubo equivalencias. Las dirigidas por Christian Meloni dieron una muestra de su poderío y dejaron en claro que, por el momento, parece no haber equipo que les pueda hacer sombra en el certamen local.
La gran jerarquía de Las Gladiadoras ya había quedado clara en el torneo anterior, aquel que fue dado por terminado a raíz de la pandemia de coronavirus en marzo del año pasado. Por ese entonces marchaban primeras (razón por la cual obtuvieron el pasaje a la Copa Libertadores) y ante cada rival al que se enfrentaban marcaban claras diferencias.
Esas distancias entre Boca y sus rivales volvieron a evidenciarse en el actual torneo y fueron varios los factores que las llevaron no solo a vencer al clásico rival por un abultadísimo marcador, sino a ser las mejores a lo largo de toda la campaña y a quedarse con el trofeo en la gran final que se disputó en el estadio de Vélez.
Un equipo plagado de figuras:
Boca cuenta con grandes nombres en todas sus líneas. En el arco, Laurina Oliveros es una garantía (terminó el torneo con la valla invicta). A lo largo del certamen la exigieron poco, pero cada vez que le llegaron, respondió con gran solvencia. A Florencia Quiñones (ex Barcelona) esta vez le tocó estar en la defensa, pero desde allí brindó su acostumbrada seguridad y ordenó al equipo. No por nada Eliana Stábile con, tal vez, la mejor pegada del torneo y Lorena Benítez -a quién dedicaremos un capítulo aparte- son jugadoras de Selección. Julieta Cruz marcó diferencias por la derecha, Clarisa Huber sumó un despliegue admirable y del medio para adelante hay talento de sobra: Fabiana Vallejos, Carolina Troncoso, Andrea Ojeda y Yamila Rodríguez son atacantes de jerarquía. En muchas ocasiones han rotado las posiciones y han resignado el puesto de delanteras para aportar en otras funciones al equipo y siempre han cumplido.
La profesionalización del plantel completo:
Cuando se anunció la profesionalización del fútbol femenino argentino en marzo de 2019, Boca fue el único club que firmó contrato a todas sus jugadoras. Eso se traduce en mejores condiciones para todas. Aunque muchas siguen teniendo sus ocupaciones y trabajos por fuera del fútbol, el tener un ingreso estable vinculado al deporte les permite afrontar con mayor responsabilidad sus entrenamientos y su cuidado personal. “Nos permite dedicar más tiempo a la preparación y llegar de mejor manera a la competición”, admitió la propia Andrea Ojeda. El apoyo desde el club también se sintió este martes cuando Marcelo Delgado, Jorge Patrón Bermúdez y Raúl Cascini, todos ellos integrantes de la secretaría técnica, alentaron a las Gladiadoras desde uno de los palcos en la cancha de Vélez.
El funcionamiento colectivo:
Más allá de los nombres, el entrenador Christian Meloni ha logrado adaptar a las figuras a un sistema de juego en el que todas responden con eficiencia. Boca tiene un estilo directo y veloz: con pocos toques llega al arco contrario. Sabe encontrar las falencias de los rivales y aprovechar los espacios. Abre la pelota por las bandas y llega con centros precisos, a los que se suma una enorme efectividad por parte de sus atacantes.
El recambio:
En la ribera cuentan con un plantel plagado de figuras. Las once que ayer empezaron el partido ante River saben que tienen que hacer grandes méritos porque detrás hay jugadoras con gran calidad que están listas para dar el salto. Miriam Mayorga, titular con la selección argentina en el último Mundial de Francia, ingresó ayer desde el banco de suplentes. Lo mismo hicieron otras futbolistas de enorme jerarquía como la mediocampista Camila Gómez Ares y la delantera Fanny Rodríguez, autora de un hat-trick en el Superclásico pasado en la Bombonera. A ellas se suman dos jugadoras que tampoco estuvieron ayer y que suelen ser parte del elenco nacional como la lateral Gabriela Chávez y la delantera Micaela Cabrera. Está claro que el recurso humano está a disposición de la construcción de un gran equipo.
Un River que estuvo muy lejos de su verdadera versión:
El factor clave en la final, más allá de la efectividad de Boca, fue que las Millonarias no fueron ni una sombra de lo que supieron ser a lo largo del torneo. Fallaron en la cobertura por las bandas, estuvieron imprecisas y con escasísima profundidad en ataque. La ausencia de la mediocampista ofensiva Justina Morcillo -que estaba ‘tocada’ y solo pudo jugar unos minutos en el final- y de la delantera Lucía Martelli -marginada del once titular por decisión del técnico- se sintió. Las de Núñez habían mostrado a lo largo del certamen una solidez en su juego y una explosión ofensiva que esta vez no lograron plasmar en el césped del Amalfitani.
Lorena Benítez:
La mediocampista Xeneize merece un apartado especial. Su nivel de juego en todo el torneo fue superlativo. Es la que maneja los hilos en la mitad de la cancha: rara vez sus pases no tienen como destino a una compañera. Tiene una visión clara del juego y a eso le suma una pegada exquisita, como lo demostró ante River al marcar el tercer gol con un soberbio remate desde afuera del área. Con 22 años recién cumplidos, Lorena juega con una tranquilidad admirable: hace la pausa y encuentra el espacio para hacer el pase justo. La mediocampista, que fue premiada como la mejor jugadora del torneo, ya tiene un Mundial sobre sus espaldas y el futuro puede traerle grandes oportunidades. Con su enorme talento, ha sido la manija de un equipo que se consagró con total justicia.
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