“Estás a tiempo de arrepentirte”, le dijo Sebastián Domínguez, compañero de panel, a Oscar Ruggeri, en el momento que advirtió que iba a hacer público un secreto del plantel de Boca de hace 40 años. El Cabezón surgió de la cantera del Xeneize y participó del título en el Metropolitano de 1981, con Diego Maradona como figura. Era un joven impetuoso que admiraba a los ídolos experimentados de aquella plantilla. Y también admiraba sus vehículos...
“Cuando yo empecé en el fútbol ‘el’ auto era el Torino. Pernía era el loco de los Torinos, venía con un Torino, se metía así en la cancha, daba todo vueltas, y no se podía jugar después, si rompía todas las canchas, rompía la cancha de entrenamientos”, contó la travesura del Tano, que luego se destacó en el automovilismo.
Pero el campeón del mundo con Argentina en México 86 continuó con la descripción de la flota de automóviles de Boca. “Brindisi también tenía un Torino, que se competían con el Tano. Los pibes íbamos todos a verlo, ‘mirá, vino Miguel con el Torino’. El Loco Gatti tenía un Peugeot y le soldó las puertas y pasaba por el techo. El Flaco Gareca compró la coupé Taunus y el Chino Benítez también, una coupé Taunus. Tengo una foto, lo voy a mandar en cana...”, anticipó el vendaval en el programa F90, por ESPN.
“Despertábamos y decíamos: ‘Dale que está llegando el Chino’, a las 8.30, 9 de la mañana. El Chino era un monstruo, un crack y de la noche”, sorprendió con la sentencia sobre el ex mediocampista multicampeón con el Xeneize (seis títulos incluyendo dos Libertadores y una Intercontinental), al que también dirigió entre 2004 y 2005 (obtuvo la Copa Sudamericana).
“Venía con una coupé Taunus gris y siempre con una mina del boliche”, agregó, antes del remate, que contuvo un nombre propio. “Tengo la fotito, estoy en la moto; un pibe de La Candela (histórico predio del club) compañero mío, yo, Reina Reech y el Chino Benítez”, ventiló una relación desconocida que incluyó a la famosa actriz y conductora
Ante el bullicio de sus compañeros, que lo acusaban de haber contado algo prohibido, argumentó: “Nooo, ¡qué bárbaro!, te estoy hablando del año 80. O antes”, concluyó, con la intención de subrayar la prescripción de la anécdota.
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