El entrenador portugués André Villas-Boas levantó el teléfono y se contactó con Darío Benedetto. Ese llamado sería determinante para el futuro de Boca. El estratega del Olympique de Marsella tentó al Pipa para jugar la Champions League con el conjunto francés y el delantero de 29 años, que había perseguido toda su vida el sueño de jugar en Europa, tenía la posibilidad delante de él. Fue justo cuando el Xeneize intentaba ponerse de pie tras el golpe recibido con River en Madrid en diciembre de 2018 y ya desandando la Libertadores 2019. El centrodelantero de mayor efectividad en el club tras el retiro de Martín Palermo entró en la disyuntiva: buscar la revancha en la Copa con los colores del corazón o experimentar por primera vez en el Viejo Continente para dar el salto en su carrera. Se inclinó por la segunda opción.
No hubo caso. Daniel Angelici lo tentó desde lo económico más allá de que su salario y premios eran de los más onerosos dentro del plantel y Nicolás Burdisso le quemó el teléfono celular para que se quedara hasta el final de la Libertadores. Hasta Gustavo Alfaro dialogó en varias oportunidades para convencerlo de que estirara su estadía en Boca seis meses más, pero el Pipa sintió que había cumplido un ciclo y se aventuró a probar suerte en Francia (donde, a la postre, dio la talla). Una situación similar se vivió con el uruguayo Nahitan Nandez, que llegó a despedirse del público en la Bombonera en la revancha por los octavos de final de la Libertadores contra Atlético Paranaense antes de marcharse al Cagliari de Italia. Boca sintió la ausencia de ambos: el espíritu combativo del charrúa y la carta goleadora del 9.
En ese mercado invernal de 2019 Boca incorporó a un refuerzo de jerarquía como Eduardo Salvio, una apuesta con saldo favorable como Alexis Mac Allister, una estrella mundial impensada como Daniele De Rossi y dos delanteros que no cumplieron las expectativas como el venezolano Jan Hurtado (apuesta a futuro) y Franco Soldano, que cargó de entrada con la pesada mochila de pelear el puesto con Wanchope Ábila y tapar el bache que había dejado Benedetto, en una instancia decisiva como los cuartos de final de la Copa Libertadores.
La opción 1 que manejó la dirigencia desde el comienzo del año fue convencer a Benedetto aunque, en paralelo, presidente, manager y técnico trabajaron en algunas alternativas que podía llegar a ofrecer el mercado en la ofensiva. Mientras Pipa se fue convenciendo de alejarse de Boca bajo la promesa de un día volver, se confeccionó una lista de prioridades con nombres pesados y con estirpe internacional.
El orden de las negociaciones que se enumerará a continuación no atiende a una cronología. Incluso alguna tratativa seguramente se haya interpuesto con otra. Lo que sí es seguro es que por diferentes motivos (principalmente las limitaciones económicas que le imposibilitan a los clubes argentinos a contratar jugadores de absoluta jerarquía), Soldano recién fue la séptima opción en el orden jerárquico dentro de la nómina de centrodelanteros apuntados el año pasado. Y atención, porque desde la asunción de la nueva Comisión que tiene a Juan Román Riquelme como responsable del Consejo de Fútbol, algunos de estos apellidos siguieron en contacto con la Ribera.
“Boca es algo con lo que siempre soñé por lo que significa en Sudamérica”, fue la frase que empleó el venezolano Salomón Rondón hace algunas semanas cuando le consultaron por los sondeos que recibió por parte de la entidad xeneize en el último tiempo. Para él, ponerse la camiseta azul y oro sería poner la frutilla del postre a su carrera. Hasta hoy figura en el radar de Boca, donde tuvo serias posibilidades de desembarcar en 2019 hasta que Dalian Pro de China desembolsó una cifra millonaria para quedarse con sus servicios. Con contrato en suelo asiático, por el momento seguirá siendo un imposible salvo que pueda desvincularse por sus medios.
¿Realidad o fantasía? En medio de su conflicto con el Inter de Milán, se vinculó el nombre de Mauro Icardi con Boca, antes de que se decidiera a firmar en el París Saint Germain. Si bien no hubo ofrecimientos formales, existió un sondeo para conocer su situación contractual y si era viable hacer un intento en el mercado de junio de hace dos años. El rosarino no descarta para nada militar en algún momento de su carrera en el fútbol argentino, pero con 27 años cree que todavía no es su hora.
“Fue real el interés de Boca pero preferí quedarme en Europa. Acá estoy disfrutando”. La frase salió de la boca de la revelación que tuvo la liga española en la temporada 2018/2019, el uruguayo Cristhian Stuani. Con la camiseta del Girona, que acababa de perder la categoría, había convertido nada menos que 19 goles, cifra solamente superada por Iago Aspas (20), Karim Benzema (21), Luis Suárez (21) y Lionel Messi (36). Los llamados con Boca cesaron definitivamente en el momento en que en España trascendió que Lucho Suárez había contactado a su compatriota para advertirle que estaba en carpeta del Barcelona, pase que finalmente no se concretó.
Intempestivamente sonó el teléfono en las oficinas del club y un futbolista europeo se ofreció a jugar en Boca. Se trató del francés André-Pierre Gignac, quien disputó la Copa del Mundo en Sudáfrica 2010 con su seleccionado nacional y había arribado a Tigres de México en 2015 trazando un puente entre Europa y América pero transitándolo de forma inversa a la que toman la mayoría de los jugadores. “Era perfecto; tenía la chance de ganar la Libertadores, tener revancha mía y de Boca contra River, porque perdieron la final un año antes”, declaró el galo, que perdió la final de la Copa ante el Millonario en la edición 2015.
La directiva xeneize se decidió a igualar las condiciones de su contrato en territorio azteca y le exigió como condición sine qua non que él acordara los términos de su salida con el club de Monterrey. Después de consultarlo por semanas con su almohada, Gignac optó por sostener la idolatría que los hinchas de Tigres le tienen para cumplir el deseo de retirarse allí.
El único delantero argentino que tuvo reales chances de llegar en el último tiempo a Boca fue Guido Carrillo. El punta oriundo de Magdalena (provincia de Buenos Aires) surgido en la cantera de Estudiantes de La Plata y con proyección europea fue llamado tanto por Burdisso como por Riquelme. Su respuesta fue similar en ambas ocasiones: nunca se terminó de convencer a sí mismo de retornar al país y su actitud llevó a los responsables del fútbol xeneize a desistir de su contratación.
Cuando la directiva xeneize ya lo había descartado y terminó arreglando el primer préstamo de Soldano, Carrillo dio señales de querer llegar. Ya era tarde. “He hablado con Riquelme, me ha llamado, pero no fue una propuesta concreta”, dijo a pocos meses de la asunción de Riquelme como vicepresidente segundo. Lo cierto es que la respuesta del futbolista no motivó a prolongar las negociaciones: el Consejo pregona el lema “el jugador que llegue a Boca tiene que morirse por lucir la camiseta”.
El último eslabón en esta cadena de refuerzos frustrados es el peruano Paolo Guerrero, casi con seguridad, por el que más fuerza hizo Boca en el último tiempo. El Depredador cumplió 37 años el pasado 1° de enero, pero su total vigencia lo propulsó como un candidato ideal para ponerse la 9 azul y oro. Pese a no tener poder de reventa y transitar la recta final de su trayectoria profesional, Boca pretendía exprimirlo dos años para sacar provecho de su personalidad, ascendencia y cualidades técnicas y físicas.
Como ya había participado en la Libertadores 2019 con el Inter de Porto Alegre (fue eliminado en cuartos de final por el Flamengo, que luego sería campeón), quedó imposibilitado de jugarla con Boca, que básicamente pretendía contar con sus servicios para ese certamen continental. La gestión de Angelici y Burdisso se avanzó para fines de ese año, pensando en 2020, pero en las elecciones resultó ganador Jorge Ameal, reemplazó al ex defensor por Riquelme. Román retomó el diálogo con el goleador peruano; sin embargo las insalvables diferencias por la cotización del dólar y el golpe que meses más tarde sufrieron los clubes por la pandemia de coronavirus terminaron de hacer caer la operación. El incaico no estuvo disponible en Inter para medirse con Boca por los octavos de la Libertadores por seguir la rehabilitación de una rotura de ligamentos cruzados de rodilla derecha sufrida en agosto pasado.
Boca fue el semifinalista de Libertadores con menos goles convertidos a favor. Fueron apenas 13 para llegar a esta instancia en la que River culminó con 32, Palmeiras con 31 y Santos, con los tres que le propinó al Xeneize en Vila Belmiro, 20. Es un número que suena a muy poco para un conjunto con aspiraciones al título. Luego de dar a préstamo a Jan Hurtado, Walter Bou y Mateo Retegui, tanto el Consejo como el cuerpo técnico apostó por las renovaciones de Tevez, Mauro Zárate y Franco Soldano, quien sostuvo la titularidad a base de esfuerzo y desgaste en favor de sus compañeros sin aportar cuota goleadora.
Wanchope Ábila, desde lo estadístico y su alta efectividad, hizo méritos para ganarse la titularidad, pero las constantes lesiones le impidieron hacer decidir a Russo y meterse en el once. De hecho el cordobés reveló que cuando termine la competencia oficial se someterá a una intervención quirúrgica por una molestia en el pubis que arrastra desde hace tiempo.
En estas condiciones llegó Boca a disputar las semis de la Copa que anhela desde hace ya 14 años. Da la sensación de que el semestre que acaba de comenzar será el último en el club para varios y la depuración grande será en junio. El puesto de centrodelantero continúa siendo el tema a resolver y ahora Riquelme está decidido a romper el mercado si es necesario para que el plantel obtenga ese salto de calidad que necesita para reinar en Sudamérica otra vez.
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