River va por la “épica”, tal como describió su entrenador Marcelo Gallardo. Este martes, desde las 21.30 en San Pablo y ante Palmeiras, buscará revertir un 0-3 para meterse en la tercera final de Copa Libertadores consecutiva. No se trata de una tarea sencilla, máxima después del último golpe, la derrota ante Independiente que lo dejó fuera de la definición de la Copa Diego Maradona.
Y los fanáticos entendieron el mensaje. Y armaron un banderazo en Ezeiza, en el momento de la salida del micro de los jugadores hacia el aeropuerto, para brindarles apoyo y al mismo tiempo tributarles el correspondiente agradecimiento por seis años plagados de éxitos.
Sin embargo, en el medio de lo que se suponía una demostración de afecto hacia el plantel y el entrenador Marcelo Gallardo, un ilícito. Maximiliano Grillo, de TNT Sports, narró lo que sucedía; incluso con su camarógrafo lograron las imágenes de la emoción del Muñeco, que saludó a cada uno de los fanáticos que lo vitoreaban.
Pero luego, mientras brindaba más información del minuto a minuto del Millonario de espaldas a los hinchas que quedaban en el lugar, éstos comenzaron a saltar y a acercársele en grupo, empujándolo hacia adelante. En esa acción, uno de ellos le arrebató el teléfono móvil y el retorno.
“Salí de ahí”, le indicaban desde estudios centrales, sin advertir lo que estaba ocurriendo. “¡Alejate! Tengamos la fiesta en paz”, le pedían sus compañeros, cuando notaron que el cronista se había desentendido de la cobertura y algo pasaba.
“Uy, le chorearon el micrófono”, se lamentaron al aire. Incluso, uno de los allí presentes, al darse cuenta del hurto, se levantó la remera para exhibirle que no tenía nada. Finalmente, el retorno apareció, pero el celular, no. Enseguida, algunos colegas, como Juan Cortese, de TyC Sports, o Sebastián Cuadrelli, de DirecTV, compartieron las imágenes en redes sociales demandando la intervención policial.
El pasado 21 de octubre se había dado un caso similar con un periodista de Canal 9. Diego Demarco estaba trabajando en la localidad de Sarandí, al sur del Conurbano, cuando fue víctima de la inseguridad: un ladrón pasó a su lado, le arrebató el celular que tenía en la mano y rápidamente se fue corriendo.
“¡Dámelo, dámelo!”, le gritó el cronista al asaltante, que en cuestión de segundos se escapó a toda velocidad por un pasillo. En un principio, Diego salió corriendo y persiguió al ladrón, pero luego se frenó y optó por quedarse junto a sus compañeros del móvil.
Lo llamativo de la situación es que el ladrón decidió atacar al periodista con total impunidad, más allá de que había muchas personas en los móviles de televisión, ya que eran varios los canales que se encontraban trabajando en Sarandí. Al joven no le importó ni siquiera que había cámaras que filmaron el robo.
Pues bien, algo similar sucedió con Grillo. El cronista estaba en vivo, había varios canales realizando la cobertura, pero el asaltante no temió. Y se quedó con el botín, opacando lo que fue una fiesta.
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