Durante la década del ’90 se disputaron nueve Superclásicos en la Bombonera por torneos de AFA. En ocho de ellos se sancionaron penales. Y con un detalle adicional: fue mayor la cantidad de malogrados que convertidos. José Miguel le atajó a Gabriel Batistuta (Clausura 1991), Carlos Navarro Montoya a Hernán Díaz (Apertura 1992), Javier Sodero a Sergio Martínez (Clausura 1994), Enzo Francescoli y Marcelo Gallardo anotaron en el Apertura 1994, Diego Maradona estrelló uno en el poste, que luego convirtió Claudio Caniggia en el rebote (Clausura 1996), Gabriel Cedrés anotó para Boca en el Apertura 1996, en uno de sus primeros partidos con esa camiseta, tras dejar River, Marcelo Salas desvió el suyo en el Clausura 1998 y Carlos Netto marcó en el Clausura 1999.
Durante varias décadas, los Superclásicos de verano concitaban una desbordante expectativa. El torneo jugado en Mar del Plata en 1983 recién concluyó en los primeros días de marzo, porque su disputa se vio alterada por la definición del certamen de primera división del año anterior, que finalizó a mediados de febrero. El 26 de ese mes, se dio un clásico que quedó en el recuerdo, porque Juan José López, histórico futbolista que había vestido la camiseta de River Plate por más de 10 años, tras una temporada en Talleres de Córdoba, hizo su debut en el eterno rival. Y fue una noche fundacional, porque fue la primera ocasión en que Boca Juniors contó con un auspicio en su casaca, con el sponsor que lo acompañaría a lo largo de ese año: Vinos Maravilla.
Si hay un partido por excelencia en el fútbol argentino que uno imagina siempre con tribunas repletas, ese es el Superclásico y más si se trata de un choque por la Copa Libertadores de América. Sin embargo, un hecho curioso ocurrió el 18 de mayo de 1977. Esa noche se enfrentaron en cancha de Huracán, donde River hacía de local por las refacciones del Monumental para el Mundial ’78, ante poco más de 5.000 personas. Eran tiempos donde en la fase de grupos, solo el primero avanzaba de ronda y Boca ya estaba clasificado y quizás ese haya sido uno los motivos de tan baja concurrencia. El match finalizó igualado en cero y, salvo algunas excepciones, ambos presentaron a sus titulares.
En marzo de 1997 se enfrentaron en el estadio Monumental con realidades opuestas. River había atravesado un excelente año ’96, con la obtención de su segunda Copa Libertadores y el título del torneo Apertura. Para Boca había sido una temporada complicada, donde Carlos Bilardo no pudo nunca encontrar el equipo y sufrió por las permanentes idas y vueltas de Maradona y Caniggia. En lugar del Narigón había llegado el Bambino Veira, que dispuso de un cuadro muy ofensivo para aquella tarde de Núñez, con Riquelme, Pompei, Cedrés, Latorre y Manteca Martínez de mitad de cancha en adelante. La fórmula parecía darle resultado, porque a los 29 minutos ya ganaba 3-0 y Bonano le había atajado un penal a Pompei. Pero así como se observaba su potencia ofensiva, también tenía una gran endeblez defensiva. El local se fue al ataque con más garra que fútbol para lograr un muy festejado empate en tres, con el recordado gol de cabeza de Celso Ayala pocos minutos del final. La tarde que cada uno tomó la característica distintiva de su rival. Boca ganaba a lo River y River lo empató a lo Boca.
No hay dudas que 1984 fue uno de los peores años en la historia de Boca Juniors. A los malos resultados deportivos, se sumaron los permanentes conflictos entre en plantel y los directivos por deudas y promesas de pago casi nunca cumplidas. Tampoco podía utilizar la Bombonera, que se encontraba clausurada por problemas edilicios y por ello hizo de local en distintos estadios como Atlanta, Huracán y Vélez. El domingo 24 de junio debía recibir a River Plate y lo hizo en… ¡El estadio Monumental! Una decisión que ahora no podría ni siquiera pasar por la cabeza de nadie, pero que en esos tiempos no causó tanto estruendo. Fue un lluvioso domingo y en medio de tribunas que no se colmaron, igualaron 1-1. En Boca fueron titulares futbolistas como escaso recorrido en el club como Pablo Matabós, Pablo Segovia y Ramón Viera, mientras que el mediocampo de River estuvo conformado por cuatro campeones del mundo con la camiseta Argentina: Carlos Tapia, Julio Olarticoechea, Héctor Enrique y Norberto Alonso. Los dos primeros, seis meses más tarde, pasarían al cuadro de la ribera en parte de pago por los pases de Ricardo Gareca y Oscar Ruggeri.
Los muy fanáticos de ambos lados, y buena parte del ambiente del fútbol, deben pensar que Boca y River no pueden mezclarse nunca. Pero eso sucedió en la noche del jueves 29 de agosto de 1974, cuando un combinado integrado por futbolistas de ambos equipos enfrentó en cancha de Vélez Sarsfield a la selección nacional, con el fin de recaudar fondos para la obra social de Futbolistas Argentinos Agremiados. Entre titulares y suplentes, por el lado de los Millonarios actuaron José Perico Pérez, Carlos Barisio, Pablo Zuccarini, Osvaldo Pérez, Baudilio Jaúregui, Norberto Alonso, Edgardo Di Meola y Carlos Morete, mientras que por parte de los Xeneizes estuvieron Roberto Rogel, Alberto Tarantini, Marcelo Trobbiani, Jorge Chino Benítez, Osvaldo Potente, Ramón Mané Ponce y Carlos García Cambón. La selección nacional, que jugó de camiseta oscura, ganaba 2-1 hasta el minuto final, cuando el combinado de los dos grandes, con atuendo blanco, llegó al empate por medio de Carlos Morete, autor de un gol que gritaron al unísono las dos hinchadas que habían colmado las cabeceras del estadio José Amalfitani.
Si en estos tiempos alguien menciona la posibilidad que un Superclásico pueda ser suspendido por falta de interés del público, seguramente sería mirado como un ser extraño. Sin embargo, esa situación se dio el domingo 5 de mayo de 1985. Ese domingo estaba programado el partido de carácter amistoso en la provincia de Jujuy y el mismo fue cancelado por el ignoto empresario a cargo del evento, porque en el estadio de Gimnasia y Esgrima de esa provincia solo había 3.500 espectadores y con esa recaudación, no podía cubrir los gastos de ambos equipos. En una situación que parece más de ficción que de realidad, por los altoparlantes se les informó a los habitantes de las raleadas graderías que podían pasar por boleterías a recibir el importe de las entradas que les sería reintegrado. Un Boca vs River que quedó en la historia porque no hubo historia e impidió el enfrentamiento, que luego se dio en el torneo oficial, de dos entrenadores que dirigieron a ambos clubes: Alfredo di Stéfano y Héctor Bambino Veira.
El domingo 15 de octubre de 1978 fue un día de la madre con Superclásico incluido. Y fue uno muy particular, porque ambos alistaron equipos alternativos en el estadio Monumental, ya que 48 horas más tarde, en ese mismo césped, se volverían a ver las caras por un encuentro decisivo en el grupo semifinal de la Copa Libertadores. Boca llegó a aquel choque como líder absoluto, con dos puntos de ventaja sobre Quilmes, que tenía fecha libre, por lo que podía ampliar esa distancia a tan solo cuatro jornadas del final. Reviviendo las crónicas de antaño, Labruna fue el autor del gol de la victoria de River Plate por 1-0. Omar, hijo del glorioso Ángel, entrenador Millonario, ejecutó con precisión un tiro libre que se clavó junto al poste izquierdo de Osvaldo Santos. Dos días más tarde, los titulares Xeneizes tomaron revancha y con el triunfo 2-0 se clasificaron a la final del torneo continental, donde levantarían el trofeo por segundo año consecutivo. Pero la caída en el Metropolitano fue dolorosa, ya que Quilmes fue el campeón, superándolo por apenas una unidad.
Ramón Centurión se venía destacando como un implacable goleador con la camiseta de Unión de Santa Fe. Varios fueron los clubes interesados en él, pero finalmente recaló en Boca Juniors para la temporada 1985/86. Su comienzo fue apabullante, ya que marcó 6 tantos en sus primeros ocho cotejos oficiales. Sin embargo, rápidamente fue blanco de la ira de los hinchas al malograr tres penales en forma consecutiva ante Ferro Carril Oeste, Huracán y Unión. Al tiempo perdió su lugar como titular y comenzó a ingresar en los segundos tiempos, pero nunca convertía. En ocasión de enfrentar a Gimnasia en la Bombonera, con el score 0-0 marcó y festejó de cara a la hinchada con un gesto obsceno. Duro debe haber sido para él, al girar para retornar el campo de juego, notar que el árbitro lo había anulado por posición adelantada. Aquel fue su último partido en Boca y automáticamente pasó a River Plate, club en el que disputó su primer encuentro oficial, justamente ante Gimnasia. Un caso con pocos antecedentes: actuar en el mismo torneo para los dos grandes del fútbol argentino.
El 25 de octubre de 1997 se perpetuó para siempre en la imaginaria efeméride del hincha argentino como el día que el cuento escribió su página final. Fue el último partido oficial de Diego Maradona y se desarrolló como él hubiese soñado: ganándole a River 2-1 en el estadio Monumental. Además de ese dato, único e inamovible, quedaron varios más de aquella tarde que comenzó con sol a pleno y concluyó con un diluvio. Se disputó en sábado y no en domingo, porque al día siguiente fueron las elecciones de medio término donde hizo su estreno la Alianza, que dos años después llegaría a la presidencia. Fue el primer gol de Martín Palermo ante River con la camiseta de Boca, iniciando un extenso periplo de gritos y alegrías. Fue el primer Superclásico con numeración fija, ya que el fútbol argentino la había instituido un mes antes. Por eso el destino quiso que Maradona fuera el primero en usar la 10 de Boca para todo un campeonato y Enzo Francescoli la 9 de River. El príncipe no jugó esa tarde por una lesión, pero coincidió con Diego en que ese torneo Apertura 1997 fue el último de sus respectivas y brillantes carreras.
SEGUÍ LEYENDO: