Probablemente el recuerdo más doloroso de la carrera de Lionel Messi sea el Mundial 2014. En realidad, la final de esa Copa del Mundo que lo dejó en las puertas de la gloria eterna con la Selección. El nuevo libro del periodista Ariel Senosiain, “Messi, el genio incompleto”, revela algunas cuestiones en torno a la figura del astro rosarino.
Con la palabra de 68 entrevistados, entre las que se destacan las de Jorge Messi, Sergio Agüero, Javier Mascherano, Lothar Matthäus y hasta Alejandro Sabella, y el prólogo de Martín Caparrós, la obra de editorial El Ateneo retrata interesantes capítulos en la vida del emblemático futbolista argentino. Su afectuosa relación con Julio Humberto Grondona, quien lo defendió a capa y espada durante su estadía como presidente de la AFA, hasta sus reacciones después de la derrota con Alemania en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. Un texto que se adentra y ayuda a comprender al astro nacional que probablemente dispute su último Mundial en 2022.
Las sentencias de los dirigentes que secundaban a Grondona en la Asociación del Fútbol Argentino describen el respeto que había entre presidente y capitán del fútbol argentino: contaron que Messi apareció sorpresivamente en el velorio de Don Julio, lo lloró en el cajón, durmió en el predio de Ezeiza y a primera hora de la mañana se volvió a Barcelona. “Lo quería como a un tío o un abuelo”, asegura Héctor Domínguez, ex tesorero de la AFA. “Lo adoraba porque le solucionaba todos los problemas”, dice al unísono el ex directivo Juan Carlos Crespi.
Humberto Grondona, hijo de Julio, compartió otro detalle que da cuenta del cariño que su padre le tenía. Tras la celebración del aniversario número 27 de la Pulga, el pope de la AFA lo saludó y habló de él ante todos: “Le hice una seña para que terminara. Se había ido largo. Es que lo amaba. En realidad, se amaban”. Humbertito estaba a cargo de los sparrings de la Sub 20 en la Copa del Mundo en la que entabló una gran relación con Messi. E involuntariamente registró una cábala con él: “No soy de pedir fotos, pero antes del debut contra Bosnia le pedí que nos sacáramos una. Y quedó como costumbre en la previa de cada partido. Incluso él me buscó en la previa de la semi contra Holanda; me dijo algo que me sorprendió que viniera de su parte: ‘Nunca hay que improvisar’. Increíblemente no sé qué pasó que no nos sacamos ninguna antes de la final”.
Cuando Messi era un adolescente que empezaba a dar que hablar en las juveniles del Barcelona, Omar Souto fue el empleado de AFA al que le encomendaron contactarlo para reclutarlo para la selección argentina. Lo conoció casi desde cero y en el libro revela: “Cuando Leo pierde, se muere. Llora, no habla, se encierra. La peor derrota de todas fue la final en Brasil. Estaba destrozado”.
Son dos ex compañeros los que también le ponen voz a las emociones que reflejó luego del 0-1 con los alemanes. “No quisiera meterme en la cabeza de Leo antes de una final. Me basta con recordar la ansiedad que yo tenía la noche previa a jugar contra Alemania para imaginar cómo habrá estado él. Es lógico que Leo sufra, si nos pasamos años diciendo que no iba a poder superar a Maradona si no ganaba un Mundial... Aunque habíamos dado todo en la convivencia y en la cancha, el vestuario posterior de la final es el peor recuerdo que tengo de mi carrera. La cara de Leo de aquella noche es indescriptible. Y su llanto después del partido fue nuestra imagen. Estábamos embanderados detrás suyo. Todavía hoy resignaría mucho de lo mío a cambio de que Leo hubiese podido ganar ese Mundial”, es el crudo relato de Fernando Gago.
Lucas Biglia, otro de los jugadores importantes de ese equipo de Alejandro Sabella, revivió el estado grupal a horas del subcampeonato mundial: “Nunca olvidaré la noche después de la final. No dormimos. Mientras, él (Messi) estaba encerrado en su habitación. Entre nosotros tratábamos de imaginar qué le pasaría por la cabeza. Y nos preguntábamos cuándo podríamos darle una mano”.
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