La declaración que complica a los jugadores de Vélez en la denuncia por abuso sexual: los detalles y contradicciones de la causa

Una testigo modificó su testimonio y en exclusiva le cuenta a Infobae su verdad. Involucró a los futbolistas en la acusación, que hasta el momento sólo tiene un apuntado: el entrenador Juan José Acuña

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C. está tan angustiada como enojada. Dice que el dolor se siente en el cuerpo pero mucho más en el alma. C. está con bronca con la Justicia, con los medios, con lo que escuchó de los jugadores de Vélez. Y C. dice que entonces no se calla más. Que va a contar su verdad que es diametralmente opuesta a la que narró ayer a la mañana Juan Martín Lucero, el goleador del equipo de Liniers. Que es distinta a la publicación que Ricardo Centurión subió a Instagram apenas Vélez clasificó a la semifinal de la Copa Sudamericana, aunque después la bajó. Y, fundamentalmente, que es diferente a la verdad judicial que está en el expediente a cargo de la fiscal Laura Zyseskind.

C., además, da un paso clave: no sólo elige narrar su calvario en Infobae, sino que entregó por escrito una ampliación testimonial en la Unidad de Género de San Isidro patrocinada por la abogada Raquel Hermida, considerada una de las mayores especialistas en violencia de género, donde en más de 13 páginas describe el infierno tan temido que asegura sufrieron ella pero fundamentalmente su amiga M., víctima de presunto abuso sexual en la noche del 4 de diciembre en medio de una reunión a la que asistieron 20 personas en la casa que Lucero alquila en un barrio cerrado, y en la que estuvieron otros tres futbolistas de Vélez: Centurión, Thiago Almada y Miguel Brizuela.

Los cuatro jugadores son para la Justicia testigos de un hecho que tiene un solo acusado: Juan José Acuña, quien fue entrenador en varios equipos del Ascenso, entre ellos Argentino de Quilmes. Pero C. dice que eso no es cierto, que hubo más abusadores, acusa a ciertos jugadores y a la fiscal en el propio escrito de haber arreglado con éstos para desvincularlos del caso. Infobae se comunicó con la doctora Zyseskind, quien confirmó el ingreso del escrito, pero no quiso profundizar ya que afirmó “me comprometí personalmente con la víctima a pedido de ella a no hacer declaraciones ni brindar datos del expediente. Quien hizo la presentación es una testigo que en la causa está damnificada por un hurto agravado que ya está resuelto e identificada la mujer que se llevó sus cosas. Es todo lo que puedo decir al respecto”. Consultada por Infobae, la abogada Hermida asegura que los dichos de la fiscal no se ajustan a la realidad, porque el juez Rossignoli aceptó a C. como particular damnificada sin determinar que sólo fuera por el hurto.

Más allá de esto, fuentes de la investigación que accedieron a todo el expediente aseguran que el nuevo relato de C. no tiene nada que ver con el original y ni siquiera con las pruebas recolectadas. “Una cosa es lo que dijo en el llamado al 911, otra muy distinta ante la fiscal que le tomó declaración en persona y otra en el escrito actual. Lo peor que puede pasar con una testigo es que pierda credibilidad y acá tenemos tres versiones distintas y esta última se contradice con las declaraciones de la propia víctima, a quien se le explicó todo el tiempo sobre sus derechos y qué cosas eran delito y en su momento sólo se apuntó sobre una persona porque en el resto de los actos dijo haber prestado consentimiento. Nadie en la Justicia piensa que la doctora Zyseskind haya obrado de manera irregular, muy por el contrario: es una fiscal que fue contra el femicida Farré, contra un policía acusado de abuso, no suele mirar quién está enfrente para después actuar. Y en este caso todas las evidencias que hay son exculpatorias para los jugadores. Igual, la testigo seguro será llamada a ratificar personalmente esta ampliación y a partir de ahí y fundamentalmente de lo que declare M., la víctima del abuso, se analizará si es necesario tomar otras medidas. Pero hasta ahora los testimonios sólo van en la dirección en que se ha llevado adelante la investigación con un sólo acusado y la validación del juzgado de garantías de todo lo actuado”.

En su testimonio original, C. narró las circunstancias en que fueron invitadas a la fiesta, su preocupación porque su amiga no aparecía tras irse a intimar con el jugador Almada y cómo tras buscarla infructuosamente durante varios minutos la encontró inconsciente en una habitación con Acuña arriba de ella y con la presencia de otra mujer manoseándola. Pero lo que dice ahora abarca a otras personas. Y será la Justicia, en definitiva, la que tenga que decidir quién dice la verdad en todo este caso.

“Nosotros llegamos a la quinta alrededor de las seis de la tarde. Otra amiga, N., que conocía a Centurión, nos invitó. De hecho yo no sabía ni quiénes eran los jugadores, no sé nada de fútbol. Había como 20 personas, mucho alcohol y drogas, había keta y flores. Nosotros tomamos algo y nos vamos a la pileta. Ahí se acercan Lucero y Almada. Al rato M. se va con Thiago para la casa, yo sabía que a ella le gustaba desde que lo vio. Yo me quedé afuera, pero al rato, como no volvía fui a ver cómo estaba, porque nosotras siempre tenemos la costumbre de cuidarnos. Si interrumpís algo, mala suerte, pero así nos cuidamos. Subo al primer piso donde había tres habitaciones, dos estaban vacías y cuando entro a la tercera veo a un jugador (NdR: En la causa están los nombres de presuntas víctimas y victimarios pero Infobae los preserva hasta que la Justicia determine cada accionar) arrodillado en la cama como tirándole del pelo a M. quien le estaba practicando sexo oral, mientras una mujer grandota la manoseaba y otro jugador estaba mirando. Le pregunto a M. si estaba bien y me pareció entender que sí, entonces me fui. Cuando estoy bajando detrás mío aparece otro jugador con una chica que no sé de dónde salieron porque las otras habitaciones estaban vacías. Entonces al llegar abajo reacciono y le digo a N. “acá hay algo que está mal, vamos a buscar a M. y nos vamos” y cuando vuelvo a subir la habitación estaba cerrada con llave. Toco la puerta, no me abren y es ahí donde bajo y empiezo a gritar y nadie me ayuda, entonces subo de nuevo y ahí sí logro abrir la puerta y encuentro a M. desmayada con una jarra de plástico en la mano y al pelado (NdR: identificado en la causa como Acuña quien tiene pedido de captura nacional e internacional) saliendo de encima de mi amiga, subiéndose los pantalones y riéndose. Ahí bajo corriendo y lo busco a Centurión y le grito ‘ayudame, llamá a la Policía’ y él me dice ‘si tu amiga está re borracha’, yo me le voy encima y él me agarra de los brazos y me zamarrea. Ahí aparecen todos los de la fiesta a defenderlo. Con la ayuda de Lucero y otra chica logramos despertar a M. y yo busco mi celular para llamar al 911 y Lucero me lleva a otra habitación y me dice “calmate, no llamés a la Policía, lo arreglamos”. Yo no lo podía creer. Encima ahí entra el Pelado, le doy una cachetada y me voy a buscar a M. y era como si hubiesen tirado una bomba en la casa, se habían ido todos, quedábamos solo las tres que habíamos ido juntas y Lucero. M. estaba en shock y se culpaba por haber estado borracha, pero me dijo que sólo había dado consentimiento para estar con un jugador y con ninguno más, y que todo lo que pasó después ella ni siquiera lo recordaba. Eso fue lo que ocurrió”.

Thiago Almada, Juan Lucero, Miguel Brizuela y Ricardo Centurión, los cuatro jugadores que estuvieron presentes en la reunión
Thiago Almada, Juan Lucero, Miguel Brizuela y Ricardo Centurión, los cuatro jugadores que estuvieron presentes en la reunión

-Este relato que hacés es muy diferente al original. ¿Por qué debería creer una versión y no la otra?

-Porque el relato es el mismo. Yo a la fiscal le conté todo, pero escribió lo que quiso. Fue todo muy raro. Entendí que algo pasaba por el tipo de preguntas que me hacía, como desde cuando conozco a M. o cómo son nuestras redes sociales. A nosotros, que éramos víctimas nos trataba como victimarios. Le dije en la cara que ella había arreglado y se lo repetí a la mañana siguiente por whatsapp (NdR: muestra la captura de pantalla). “No puedo creer que siendo mujer la hayan comprado”, le dije.

-Pero la declaración inicial lleva tu firma.

-Sí, pero firmé sin leer. Ella me dijo “firmá acá” y yo firmé. Mirá si iba a pensar que estaba omitiendo todo lo que yo le había contado.

-Pero vos decís que tenías la sensación de que ella estaba favoreciendo a los jugadores. ¿Ni siquiera con esa duda tuviste la precaución de leer antes de firmar?

-No. Recién al otro día cuando veo cómo sale la noticia en los medios entiendo que algo había pasado. Y decido contratar una abogada porque tengo miedo, ellos son poderosos y nosotros al lado de ellos no somos nada.

-Un jugador a los que vos acusas declaró que la relación fue consentida. Lucero habló en televisión y dijo que nada pasó como se contó, que ni siquiera fue una fiesta sino un asado y que su propio amigo Acuña va a quedar desligado porque tampoco hizo nada, sólo quiso ayudar. Y M., la víctima, no contó en la fiscalía nada parecido a lo que estás narrando ahora. ¿Por qué alguien debería creerte a vos y no al resto?

-Primero porque yo estoy contando la verdad y ellos mienten. ¿Un asado? Lo único que nos dieron de comer fueron unos snacks y el resto era alcohol, keta y flores. Si a M. le dieron un vaso de vodka puro, por ejemplo. Y ella no contó nada porque estaba en shock esa noche, y ahora está con tratamiento psiquiátrico. Pero apenas se recupere va a ir a la Justicia a ampliar y a contar toda la verdad. Y Lucero, por dios, es el que me sacó el celular para que no pudiera llamar a la Policía.

-Muchas veces estas causas que involucran a jugadores comienzan con denuncias penales y después hay acuerdos civiles o privados y todo queda en la nada. ¿Por qué esta vez sería distinto?

-Yo no voy a arreglar porque sino estaría permitiendo que esto vuelva a suceder. Yo voy hasta el final y voy por las dos, porque a M. la abusaron y a mí me robaron mis pertenencias y me vaciaron las cuentas bancarias, mi hijo de diez años no entiende por qué no tenemos para pagar el alquiler o para comer. A mí no me van a comprar.

-¿Vos entendés que todo esto que ampliaste en tu escrito judicial se contrapone con lo anterior y que si M. no lo ratifica no sólo no será tenido en cuenta sino que te exponés a que te procesen por falso testimonio, no?

-M. va a contar la verdad, que es ésta. Ella tampoco quiere arreglar. Lo único que queremos ambas es Justicia.

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