No se puede analizar el último encuentro de Los Pumas sobre Australia, sin destacar antes el duro partido que enfrentaron los jugadores durante toda la semana, fuera de la cancha. Un partido jugado también en tres tiempos... Un homenaje, una pesadilla y la oportunidad de que sea una crisis constructiva.
El inicio de todo fue un homenaje a Diego Maradona, anodino e indiferente por parte de un seleccionado argentino de rugby, y opacado ante uno o el más grande del mundo que son los All Blacks. En la simpleza de su gesto de bien -ofrecer la camiseta negra con el 10 de Maradona-, reside la muestra de respeto hacia un emblema del fútbol argentino y mundial. Uno de los atributos distintivos del seleccionado neozelandés es hacer bien las cosas simples. Eso los caracteriza y los representa también como una gran nación.
Después de una semana de pesadilla que parecía prolongarse en el tiempo, que quebrantó la integridad del equipo al señalar al capitán y dos jugadores por sus tweets de hace ocho años, había que reponerse. Esos errores fueron vehementemente rechazados y repudiados por todo el rugby argentino. Asumieron su culpa y públicamente pidieron perdón, más allá que la gravedad de sus dichos sean sancionables con el propósito de aprender y reeducar comportamientos para no volver a cometer estas barbaridades. Es evidente también que esos jugadores no han repetido acciones similares durante estos más de ocho años, con muestras de respeto y responsabilidad dentro y fuera de la cancha.
Pese a todo, la historia de Los Pumas es renacer cuando están peor las cosas. En esos momentos aflora el rigor y la resiliencia para superarse undividual y colectivamente e ir a buscar los imposibles.
Es la primera vez en una gira que se gana a Nueva Zelanda y se empata dos veces con Australia, en tres semanas. Con una preparación en inferioridad de condiciones por la cuarentena, Los Pumas llegaban sin el suficiente rodaje en partidos.
Del partido final, el que se jugó en la cancha, hay que destacar una vez más la solidez de la defensa. Se atacó con la defensa, haciendo retrocer al rival en todas sus iniciativas ofensivas, generando dudas y provocando errores en los austral. Para ser sincero, tuve temor a los 30 segundos del comienzo del partido con el knock de Rodrigo Bruni, señal de desconcentación... pero a partir de ese momento, la fortaleza mental, las emociones positivas junto a una tremenda defensa, fueron los estandartes del empate. Cuando se presentó la oportunidad para atacar, se aprovechó con el try de Delguy y el buen encuadre y asistencia de Ezcurra.
En este torneo fue muy importante el crecimiento de la base y rodaje de jugadores como Santiago Chocobares, Santiago Carreras, Francisco Gorrisen y Domingo Miotti con objetivo mundial 2023, en Francia.
Hoy la columna vertebral del equipo (Montoya, Bruni, Ezcurra, Sánchez, De la Fuente y Carreras) estaba en sintonía y el equipo fue otro. Quiero mencionar el alto nivel de Delguy, atrevido, ataca los espacios, se libera y lo veo jugar como un chico de juveniles con la ventaja que lo puede exprimir en la más alta competencia. Los cambios permitieron renovar la energía y la cadencia en la performance.
El empate corona un Tres Naciones que fue histórico no sólo por haber derrotado por primera vez a Nueva Zelanda, sino también por salir segundos y haberse sobrepuesto al “otro” partido que tuvieron que jugar entre semana todos los jugadores y el staff.
Hay una gran oportunidad para que esta crisis sea constructiva. No para atacar sin piedad, sino para construir sin piedad... sin odio ni saña. A partir una crisis constructiva que surja desde la misma familia del rugby, de los medios periodísticos y la sociedad misma. La crisis constructiva tiene que permitir ver una dirigencia más presente haciéndose responsables de las situaciones; es establecer la difusión y el crecimiento del rugby conformado por los clubes y uniones que hacen un gran trabajo en cada uno de sus lugares, sin importar el estrato social; es hacer más trabajos sociales que sirvan como herramientas de formación, inclusión y participación de todos los sectores sociales.
Por último, que esta crisis constructiva no sea un punto de llegada, sino de partida para hacer un sincero trabajo de introspección y acción.
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