Como toda actividad que encaró, Diego Maradona fue un apasionado por los sangre pura de carrera. Cuando sus compromisos futboleros se lo permitieron, el astro concurrió al hipódromo. No lo hizo como aficionado. Fue propietario del stud La Bombonera. Sus caballos corrieron con esos colores. Ganó cuatro carreras con Persuasivo Fitz, siempre montado por su amigo Jorge Valdivieso, el mejor jockey argentino de las últimas décadas.
Pero la hazaña mayor llegó el 18 de noviembre de 1997 cuando su caballo Diegol ganó el Gran Premio Internacional Joaquín V. González (Grupo 1 – 1.600 metros) conducido por Juan Jarcovsky y entrenado por Jorge Mayansky Neer, quien se mantiene en el selecto grupo de entrenadores del turf argentino. Ese día presenció la carrera en su casa de Villa Devoto. Para ese entonces Diego había compartido interminables asados con jockeys, entrenadores y peones.
La historia comienza a escribirse con letras de molde un caluroso sábado 18 de enero de 1992. La presencia de Diego , su esposa Claudia, su suegro Coco y su padre don Diego, no pasó desapercibida en el hipódromo de San Isidro. Claro que el público de la hípica es especial. Diego no tenía que gambetear a nadie. Todo tranquilo. Este escriba fue testigo de lo que sucedió y escribió una crónica. La noticia fue más allá de la presencia de Diego. Con Jorge Valdivieso en postura, Midri, el potrillo hijo de Bold Second, ganó con facilidad, para alegría del crack y toda la banda, que posaron victoriosos en el podio. “Transpiré como si hubiese jugado una final del mundo. Desde que estoy en esta actividad he aprendido un montón de cosas. Aprendí lo difícil que resulta ganar una carrera. Yo compré una ilusión, yo vivo ilusionándome. Esto no lo voy a olvidar”, comentó un Diego pleno.
Diego no la había pasado nada bien en 1991. Se fue del Napoli, había tenido problemas judiciales. Pero el 92 empezó diferente. “Esta fue una alegría distinta -aseguró- una alegría que comparto con mi gente y con todo público que hizo fuerza para que Midri ganara”.
El potrillo que compró Diego había sido bautizado por su criador como Reino Imperial. Pero el 10 no pudo con su genio y le cambió el nombre. Lo rebautizó con el nombre de Midri. ¿Midri? “Mira, así me dice Claudia cuando se pone mimosa…” confió Diego. Una historia bien Maradoniana.
“El criador Juan Carlos Bagó, propietario del haras Firmamento, nos regaló un caballo, Persuasivo Fitz. Diego, él y yo éramos los socios. Fue un gran caballo. Ganamos cuatro carreras. Diego me llamaba siempre desde el lugar que estuviera para ver cómo estaba, primero yo y después el caballo. Una vez quedé internado después de una rodada y apareció en el sanatorio de sorpresa. Cuando me recuperé jugamos al fútbol y hasta el paddle”, relató Jorge Valdivieso ex jockey y en la actualidad comisario (juez) en el hipódromo de San Isidro.
“A mi hijo más chico le puse Diego por él y casi le pongo Diego Armando. Venía al stud con la familia. El día siguiente a la victoria de Diegol hizo un asado en el stud y se la pasaba bromeando. Vino a ver el Nacional de 1996 que ganó Refinado Tom con Jorge Valdivieso y se instaló en mi mesa”, apuntó Jorge Mayansky Neer, entrenador e hincha fanático de River.
Quiso el destino que el sábado, el ganador del Nacional Copa Diego Maradona (por 15 cuerpos) fuera Great Escape, entrenado por el citado Mayansky Neer, que trabajaba con los caballos de Pelusa.
Fue intensa la relación de Diego Armando con el mundo de las carreras de caballos. Hizo mucho con sus pingos tan queridos. Hoy estará mirando carreras de reojo con Angelito Labruna, Gardel y Leguisamo.
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