Fue pupilo de Fangio, por un accidente no llegó a la Fórmula 1 y se casó con Graciela Borges

A 30 años del fallecimiento de Juan Manuel Bordeu, llamado a ser el sucesor del Quíntuple. El glamour por su matrimonio con la conocida actriz. Ella y su hijo, Juan Cruz, le contaron a Infobae las historias del recordado Maneco. El piloto que fue crack y el hombre que antes de morir unió a todos los suyos

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Juan Manuel Bordeu y Graciela
Juan Manuel Bordeu y Graciela Borges en los boxes del Autódromo de Buenos Aires (IG: borgesgra13).

“Fue una persona que transmitió paz”, lo definen quienes estuvieron cerca de Juan Manuel Bordeu. El recordado Maneco –como se lo conoció- falleció el 24 de noviembre de 1990, pero está más presente que nunca. Fue el piloto argentino señalado como el sucesor de Juan Manuel Fangio, quien fue su mentor. El que podría haber brillado en la Fórmula 1 donde Colin Chapman, el creador de Lotus, le puso el ojo, aunque un grave accidente le truncó su sueño. No se rindió. Se convirtió en ídolo en nuestro país y fue campeón del Turismo Carretera. Trascendió lo deportivo por su matrimonio con la actriz Graciela Borges. Dicen que le gustaba más el campo que las carreras. De pocas palabras, pero justas, dejó un gran recuerdo en el ambiente y en su familia.

Nació en Mar del Plata el 24 de enero de 1934, pero Balcarce fue su ciudad adoptiva por la estancia familiar “La Peregrina”, su lugar en el mundo y donde pasó muchas horas por ser un gran amante del campo. Allí, a los siete años, tuvo el primer contacto con un volante sentado en las rodillas de un camionero que levantaba trigo. Eso fue un flechazo y empezó a frecuentar los talleres. A los 13 aprendió a conducir con una cupé Ford 1936 y cuentan que ahí habría salido su apodo ya que él decía “dejame manejar que yo maneco (manejo) muy bien”. Otra teoría de su mote sería una deformación infantil de su segundo nombre. A los 18, tras pedirle prestado un Chevrolet 39 a Gastón Perkins, fue acompañante de su amigo Jorge Olazábal en la Vuelta de Santa Fe, carrera del TC.

Hasta que en 1954 debutó como corredor de forma oficial y lo hizo en el exterior, en México, por la invitación de un amigo. Con un Chevrolet Bel Air ganó la carrera en Puebla y luego abandonó en la clásica competencia Panamericana. Cuando retornó disputó una prueba para no ganadores del TC en Mar del Plata, donde fue octavo. Allí se dio un encuentro que cambió su vida para siempre: conoció a Fangio.

“Nos conocimos de forma circunstancial, en un restaurante de Chascomús, donde él no tenía lugar para sentarse y había un amigo en común, Larroca. Me dijo que hacía tiempo que trataba de ubicarme, quería que lo aconsejara porque tenía la intención de ir a correr a Europa. Le pregunté: ¿Tenés algo de dinero para hacerlo? Contestó que ‘sí’ y a los quince días llegábamos juntos a Italia”, contó el Quíntuple en una nota en la revista CORSA.

“Consideré que era un muchacho que no vivía solo de ilusiones. Pensé: si hace el viaje debe ser porque se tiene fe, que debía tener condiciones. Me dio confianza su modestia y no me equivoqué. Fuimos amigos hasta los últimos momentos de su vida”, agregó. Maneco empezó a ser conocido en Europa como “El pollo de Fangio”, tal lo calificó el propio Quíntuple.

En 1959, El Chueco le abrió las puertas en el Viejo Mundo y rápido demostró su capacidad en la Fórmula Junior, en ese momento la primera categoría promocional en el camino hacia la F1. El estreno fue en Mónaco donde con un chasis Rainieri fue tercero. Fangio lo contactó con el constructor Stanguellini y Bordeu le compró uno de sus monopostos. Esa temporada consiguió su mejor éxito en el exterior que fue su victoria en el “Gran Premio de Lotteria” en Monza.

En 1960 los buenos resultados siguieron. Para 1961, Chapman, el dueño de Lotus y creador de autos revolucionarios en la F1, lo marcó a Bordeu para debutar en la Máxima con uno de sus coches, pero en el equipo UDT Laystall Racing Team. La fecha era para el Gran Premio de Gran Bretaña, el 10 de julio, donde Fangio iba a ser el largador. Pero cinco días antes sufrió un terrible accidente en una prueba con un Lotus Elite Sport en Goodwood, circuito que fue desafectado en 1962 por otro grave choque, el de Sir Stirling Moss, que motivó su retiro. Maneco casi pierde una pierna y le pusieron un sólido clavo de acero en el fémur.

Uno de sus triunfos más
Uno de sus triunfos más importantes en el TC. Fue en el Gran Premio de 1964, con la Coloradita (Archivo CORSA).

“Venía a fondo en la recta cuando se rompió el tren delantero y salí despedido por el parabrisas, con una pierna hecha pedazos y la espalda en carne viva. Pudo haber sido el último día de mi vida. También fue el momento en que perdí la oportunidad en la F1”, recordó luego.

Bordeu luchó y salió adelante. Volvió al país y comenzó su relación con la actriz Graciela Borges. Ella le cuenta a Infobae que “él conocía a una amiga mía y le dijo ‘te regalo mi mejor buzo si me presentás a Graciela Borges’. En un cumpleaños mío él iba a venir, pero no pudo. Entonces nos conocimos por amigos en común. Armaron una comida y nos presentaron. Desde ahí no nos separamos más los 14 años que estuvimos juntos”.

Sobre las consecuencias del accidente en Inglaterra, Graciela cuenta que “cuando él retornó estuvo seis meses boca arriba y otros tantos boca abajo. Ahí demostró su fortaleza y su rehabilitación fue larga y dura. Iván Ayerza, su médico, lo salvó de una mala operación que le hizo Hudson, el médico de la Reina de Inglaterra”. Bordeu no volvió a competir hasta su debut oficial en el TC, el 3 de marzo de 1963 en Olavarría, el día que se mató Juan Gálvez.

Antes de conocerlo a Juan Manuel, ella tuvo un contacto en el mundo de los fierros: “Era amiga de ‘Charly’ Menditéguy (fue piloto) y de su mujer, y con ellos iba a alguna que otra carrera. Pero no tuve tiempo y tampoco le daba mucha importancia. Pero cuando lo conocí a Juan me hice adicta a las carreras. Nos fuimos con Fangio a Europa y hasta conocí a Enzo Ferrari. Fueron tiempos lindos e hicimos varios amigos allá”.

“Era difícil el automovilismo de aquella época, mucho más peligroso que el actual. Por ejemplo, él tuvo otro accidente en Los Cóndores (Córdoba). Fue algo muy delicado porque estuvo internado en un hospital de quemados. También vimos a amigos irse como Piers Courage (corredor de F1 que falleció en un accidente en 1970), que nos saludó antes de subirse al auto y al rato se mató en un choque”.

“Pude acompañarlo en su mejor momento como piloto”, resalta Graciela. Cuando Bordeu quiso correr otra vez en el país, Fangio volvió a ser determinante. Le compró a Marcos Ciani un Chevrolet modelo 1947. Su motor fue preparado por el “Toto” Fangio (hermano del Quíntuple). Fue la famosa “Coloradita” con la que Maneco fue campeón en el TC en 1966. Quebró la hegemonía de cuatro años seguidos de los hermanos de Olavarría, Dante y Torcuato Emiliozzi, y le devolvió la gloria a Chevrolet después de 19 campeonatos de Ford. Hasta ese momento los únicos cetros de la marca del moño habían sido con el mismo Fangio (1940/1941). Además, fue el último título de una cupecita en la categoría.

Entrevista a Juan Manuel Bordeu

El auto forma parte del cuerpo del corredor”, describió Maneco al sentimiento de ser piloto. Aunque su otra gran pasión fue el campo, el lugar donde Bordeu siempre cargó sus pilas. Y Graciela recuerda una anécdota de los paseos a caballo. “Él era bastante callado. Un día me estaba ayudando a bajar del caballo y recibí un halago que me marcó, me dijo ‘de las mujeres que he conocido, sos la que mejor monta a caballo’”.

Sobre su retiro explica que “un día decidió no correr más. Tenía 38 años, pero tuvo muchos problemas tras su último accidente. Sintió que había cumplido una etapa. No lo vivió como un trauma”. Maneco fue un polifacético: también corrió en Turismo Nacional, Sport Prototipos, con una Ferrari fue quinto en las 12 Horas de Sebring en 1963 y disputó en nuestro país las temporadas internacionales de Fórmula 2 (1968) y Fórmula 3 (1966 y 1967).

Juan fue un caballero en las carreras y en la vida. Nunca tuvo problemas con ningún colega. Era muy noble y conmigo fue un gran compañero. Me empujó mucho para que yo actuara. Le gustaba el arte y el movimiento que tenía por los estrenos u otros eventos. Y si nos separamos, jamás fue por algo que nos haya hecho mal. Fue un estado de ánimo. La gente se sigue queriendo de otro modo”.

“Hasta que falleció, consolidamos una gran familia. Ya sea con su primera mujer y su última mujer, Patricia, que se ocupó mucho de él. Lo acompañamos hasta que su leucemia se lo llevó. En sus últimos días nos dijo ‘chicas, no puedo más’. Nos unimos y cuidamos entre las tres. Todo fue muy natural y hoy tenemos una muy buena relación”, confiesa.

El fruto del matrimonio con Graciela Borges es Juan Cruz Bordeu, ahijado de Fangio. Infobae también habló con él. Describe a su papá como una persona “muy callada. Cuando me acerco a su edad, valoro mucho el silencio y la contemplación. Mi padre era más un poema que una prosa. Había que intuirlo. No era explícito. Cualquier cosa que mi viejo te quería comunicar lo hacía a caballo. No te avisaba, él si tenía que decirte algo lo hacía arriba del caballo. Era más un hombre del campo que un corredor”.

“La atmósfera automovilística siempre fue cautivante. Me llevaba muy bien con los mecánicos y quería mucho a ‘Toto’ Fangio. Tomaba mate cocido con galletas y me pasaba tardes hablando con él. Juan Manuel también era muy amable, pero el ‘Toto’ era el Fangio ‘posible’. Mi papá no era un tipo que presionaba y nunca tuvo un interés en contagiarme para que yo tuviera un amor por el automovilismo. Hablaba muy poco de las carreras, pero sí de la industria, de los constructores de autos. A él gustaba meterse en la preparación de los motores”.

Bordeu, Fangio y Graciela Borges
Bordeu, Fangio y Graciela Borges (IG: borgesgra13).

“Pienso que el más triste por su no llegada a la F1 fue Fangio, más que mi papá. Creo que si mi viejo tenía que elegir entre las carreras y Fangio hubiese elegido a Juan Manuel por el aspecto humano. Él fue su maestro, su guía, de alguna manera un maestro espiritual”.

“También mi padre era muy tranquilo en sus victorias y le costaba levantar los brazos. Una vez dijo que ‘si hubiese sido más ambicioso, me habría ido mejor’. Es que no había en él un hambre de victoria porque no le gustaba ser mejor que los demás”.

“Era un hombre muy preocupado por el otro, se ocupó de poder mejorar la vida de los demás. Eso tienen en común mi mamá y mi papá. También le preocupaba el país y se ocupaba de que las cosas ocurrieran. Creía en el potencial argentino. Era muy criollo en su mirada y se la pasaba mirando historia argentina”.

“Y nunca lo escuché hablar mal de otra persona. Su mirada era muy compasiva. Tenía amigos de todo tipo y tamaño. Ellos no se parecían mi papá, pero a todos los trataba con el mismo amor”.

Juan Manuel unió a todos sus seres queridos por esa paz que transmitió. Juan Cruz también hace hincapié en eso. “Él quiso vernos a todos juntos. Antes de morir tuvo esa visión y nosotros le pusimos el cuerpo. Al principio era imposible, pero yo hoy tengo un gran amor por mis hermanos y hasta pasamos vacaciones juntos”.

Bordeu fue intachable. El respeto que generó lo llevó a ser presidente de la Comisión Deportiva Automovilística (CDA) del Automóvil Club Argentino (ACA), que es una de las dos fiscalizadoras de carreras en nuestro país. También fue director de Deportes y Recreación de la provincia de Buenos Aires e impulsó la creación del Museo de Fangio, que nació en 1986. “Como funcionario una de las cosas que hizo fue llevar a un montón de pibes a conocer el mar. Eso fue muy bonito”, contó Juan Cruz.

Maneco falleció a sus 56 años y dos semanas más tarde el automovilismo argentino le rindió tributo con un Gran Premio que llevó su nombre. Fue en el Autódromo de Buenos Aires, el 9 de diciembre de 1990, la única vez que el TC y TC 2000 (hoy Súper TC 2000) compartieron un escenario. Eran otros tiempos, cuando la dirigencia era unida. Hoy sus diferencias hacen que sea una utopía ver juntas a las dos principales categorías nacionales. Pero esa es otra historia.

Al poco tiempo de su pérdida, Fangio afirmó que “Juan Manuel no ha muerto. Por mi actividad he sufrido muchas pérdidas de gente querida que nunca han muerto para mí; Juan era uno de ellos… Esto durará para siempre. Cuando nos juntemos con sus amigos, haremos las cosas que sabíamos que a él le gustaban, tal como si estuviera con nosotros. Porque en realidad él va a estar”.

En sintonía, Graciela Borges admite que “lo siento presente todo el tiempo. Cuando la gente se va, hay algunas personas que se anclan en el corazón de algún modo. Todos los días. Y Juan Manuel es uno de ellos”. Hace 30 años Maneco partió de forma física, pero sigue estando. Porque tuvo ese magnetismo para lograr que todos los suyos estén juntos. Hoy, en tiempos de grietas y divisiones, es para tomar el gran legado de Bordeu.

Juan Manuel Bordeu sobre un
Juan Manuel Bordeu sobre un Brabham-Cosworth de Fórmula 2 en 1968. Tenía futuro de Fórmula 1, pero un grave accidente se lo impidió (Archivo CORSA).

*Agradecimientos: Alberto López y Daniel Palacios.

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