A poco más de una semana de haber abandonado la Clínica Olivos, donde fue operado de un hematoma en la cabeza y comenzó un tratamiento por un cuadro de abstinencia, Diego Maradona evoluciona en su flamante casa del barrio cerrado Villanueva, en el Tigre. Lo acompaña una enfermera las 24 horas (se aloja en una habitación de la propiedad) –también reside allí su sobrino Johny Espósito– y sus hijas Gianinna y Jana lo visitan a diario. También lo hacen Dalma y Dieguito Fernando y sus hermanos y hermanas; y durante el día lo asiste Maxi Pomargo (su mano derecha y cuñado del abogado Matías Morla).
Hasta su nuevo hogar, alquilado y acondicionado para albergarlo, se trasladan periódicamente su médico personal, Leopoldo Luque, y el psicólogo que lo trata. Precisamente se espera que entre mañana y pasado el neurocirujano se acerque para dar un paso trascendental para la salud de Pelusa, de 60 años: le quitará los puntos y, de esa manera, recibirá el alta definitiva del cuadro por el que fue operado.
¿Eso implicaría que esté habilitado para volver a trabajar? No precisamente. El Diez se siente bien y desea reintegrarse a su trabajo como director técnico de Gimnasia y Esgrima La Plata. Durante su internación y los días posteriores, fueron sus ayudantes, Sebastián Méndez y Adrián González, los que llevan adelante la tarea de conducir al plantel. En tres fechas disputadas en la Zona 6, el Lobo ganó un partido (frente a Patronato), empató otro (contra Vélez) y perdió el siguiente (contra Huracán). El domingo visitará al Patrón en Paraná y en el banco volverán a estar el Gallego y el ex lateral de San Lorenzo y Banfield.
Al mismo tiempo, como señaló el propio Luque antes de que Diego pudiera abandonar el centro médico, “hay que discutir muchas variables y nadie va a tener la razón absoluta. Yo pienso que a nadie hay que quitarle el trabajo, y más si lo apasiona. Si le da una vida, una rutina. Es mi sugerencia. Muchas personas pueden opinar diferente. Que no, que no tenga presiones, que esté relajado, no puede tener presiones... Diego donde menos sufre presiones es en una cancha. Esa es mi impresión”.
En consecuencia, suena lógico que el próximo paso a seguir para el círculo íntimo de Maradona sea la evaluación de cómo y cuándo puede reinsertarse en su ámbito laboral, en su pasión, el fútbol, para darle ese orden, una rutina. Para llegar a esa instancia, primero debe ponerse de acuerdo todo el “comité médico”, que es ni más ni menos que el equipo interdisciplinario que lo trata. Y, luego, que llegue la aprobación de su familia, que hoy tiene la potestad en la toma de decisiones.
Tal vez las partes, con la intervención del propio DT, claro, lleguen a un consenso de un retorno paulatino, de pocos días por semana, más allá de la jornada de los partidos, y evitando los viajes, claro.
En ese punto, habrá un ítem sensible en debate: si vuelve a la acción en Gimnasia dentro de unas semanas, y continúa viviendo en el Tigre, tendrá un traslado de una hora y media de ida y otra hora y media de vuelta cada vez que vaya a Estancia Chica, el predio de entrenamiento del Tripero. Por ese motivo, justamente, se había mudado a Brandsen desde Bella Vista a principios de 2020; para acortar los tiempos de viaje. Pero en Campos de Roca, por la distancia, se haría más difícil la supervisión celosa que hoy están protagonizando sus hijas. Y que está dando buenos resultados. Son detalles a resolver por su entorno familiar, que sabe que, tarde o temprano, Maradona quiere volver a percibir el “perfume del pasto”, frase que el propio astro patentó.
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