Argentina jugó el mejor partido de las cuatro fechas que se llevan disputadas de las Eliminatorias y venció 2-0 a Perú en Lima. La reconfiguración del equipo ideada por Lionel Scaloni resultó, hizo sentir más cómodos a Messi y a Lautaro Martínez y la Albiceleste incluso mereció ganar por mayor diferencia. De mitad de cancha hacia adelante surgieron los hombres más destacados. Rostros de la renovación, como Giovani Lo Celso y Nicolás González, y el omnipresente capitán, al que sólo le faltó el gol.
Franco Armani (5): Le llegaron poco, pero mostró algunas dudas, sobre todo en las salidas; en el mano a mano de Cueva en la que el VAR llamó al árbitro a revisar si había penal (no existió) y en un par de pelotas paradas.
Gonzalo Montiel (6): Agresivo en la marca y con decisión para pasar, más allá de que por su sector sufrió la movilidad del dueño de casa en el momento que reaccionó, sobre el final de la primera parte.
Lucas Martínez Quarta (6): Sólido para controlar a un físico Lapadula y su afán de cortar lejos del área (sobre todo en el primer tiempo) ayuda a Argentina a jugar bien adelante. A veces comete algunas faltas innecesarias o, al arriesgar saliendo lejos, ofrece ventajas.
Nicolás Otamendi (5): Correcto, más allá de algunas fallas o desprolijidades al salir. Lo amonestaron y quedó suspendido, por lo que se perderá el próximo partido ante Uruguay en Santiago del Estero, a disputarse en marzo.
Nicolás Tagliafico (7): En ataque es un wing más para la Selección. Aguerrido para clausurar su lateral, participó mucho de la estructura ofensiva y hasta apareció como delantero tras una pelota filtrada de Messi.
Giovani Lo Celso (8): Ante Paraguay fue el mejor. Y frente a Perú complementó a Paredes a solidificar la mitad de cancha y se ofreció como el socio predilecto de Messi para hacer circular el balón. Asistió a González en el 1-0 y la pidió siempre. Ganó acciones para garantizarse un lugar en el elenco titular.
Leandro Paredes (7): El punto desde donde gira Argentina. A partir de que la Selección abrió el score, manejó los hilos con su precisión. Bonus track: metió la asistencia para la conquista de Lautaro Martínez.
Rodrigo De Paul (6): Siempre cumple. Cuando hay que marcar, lo hace sin vedetismos. Y cuando hay que jugar, se acopla, por momentos asumiendo un rol de segunda o tercera guitarra.
Nicolás González (8): La figura de Argentina. Contra Paraguay fue lateral-volante, hizo el carril a pesar de la falta de oficio y gritó un gol. En Lima, fue mediocampista en fase defensiva y un tractor en ataque. Abrió el marcador en una acción en la que sacó a relucir el manual del atacante, inquietó por desequilibrio individual y no paró de correr. Pareció tener una marcha más siempre y se impuso también desde lo físico. Una saludable revelación. Lo promovió Fernando Batista en las selecciones juveniles; Scaloni le dio el espaldarazo. Y brilló.
Lionel Messi (7): Mereció su gol (de hecho, le cometieron un claro penal y por esa vía pudo haberlo conquistado). En pose más de lanzador, mejor rodeado y sin la necesidad de retroceder tanto para recoger la pelota, fue decisivo como en Bolivia. Inició la jugada del 2-0, ofreció un gran menú de pases filtrados, y en una apilada y un remate rasante, casi firma una joya.
Lautaro Martínez (7): Mejor nutrido que en los partidos anteriores, convirtió un gol (tras pase de Paredes), inquietó siempre y se puso al hombro la primera línea de presión. Es el máximo anotador de la era Scaloni, con 11 tantos.
Lucas Ocampos (6): Entró para adosarle dinámica al contragolpe y tuvo su chance, pero Gallese le tapó su intento.
Ángel Di María: También ingresó con la idea de usufructuar los espacios. Casi se apunta un gol, pero el arquero local lo impidió.
Alejandro Gómez: Se dio el gusto de entrar en los últimos minutos, de pleno dominio argentino.
Lionel Scaloni (7): Dejó la sensación de haber encontrado el equipo. Nico González se transformó en la pieza clave del esquema, desdoblándose en función de volante y delantero. Como Palacios en Bolivia, Lo Celso supo ser socio de Messi. Y tuvo buena lectura en los cambios, buscando aprovechar los espacios que dejaba Perú con Ocampos y Di María.
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