“Si en marzo me decían que íbamos a estar tantos meses sin jugar, tal vez tomaba una decisión. Pero la cuarentena se fue alargando de a 20 días y eso me permitió seguir. Extrañé mucho entrenarme en el club. Ahora estamos más cerca de volver que antes. Y ahí es donde hago la evaluación: no quiero matar al jugador. Me gusta levantarme temprano, practicar... Es como poner cada día una piedra más en la mochila y la mochila cada día pesa un poquito más. No sé hasta cuándo voy a poder sostenerla. Pero por ahora sigo”, dijo Mascherano justo tres meses antes de anunciarle al mundo que se retira. Fue él -con los ojos vidriosos pero sin quebrarse- quien confirmó que contra Argentinos jugó su último partido. Lo venía pensando hace un tiempo, ya lo sabía el presidente Verón y la gente que define en el club. Javier veía que no podía dar el 100%. Ese compromiso que pregonó desde que debutó en River y que defendió en sus 15 años de Selección. No podía ser el Mascherano que él quería. Hace rato no podía ser el Mascherano que él conoció. Y entonces decidió matar al jugador, siguiendo su figura dialéctica. La 14 de Argentina que lo identificó para desgarrarse “el ano” en su cierre con Robben en el Mundial de Brasil, o para plantarse con los dos grandotes de Bélgica, ya no llevará su apellido. Igual Masche se convirtió en héroe.
Su frase se hizo bandera. Fue antes de los penales con Holanda. Le habló mirándolo a los ojos a Chiquito Romero y lanzó la arenga histórica: “Hoy te convertís en héroe”. A los pocos minutos, con el arquero transformado en Goycochea por un rato, el país gritaba con esos jugadores porque Argentina iba a jugar la final del Mundial después de 24 años por el penal de Maxi Rodríguez. Fue la alegría más grande de la era moderna de la Selección. Festejamos, reímos, nos abrazamos. Y también lloramos con una angustia que se sentía como un puñal en el pecho. Esa madrugada unos asesinos en un auto robado habían chocado y matado al Topo López -nuestro querido compañero de Olé- que iba tranquilo en un taxi hacia su hotel. Algunos jugadores sintieron ese impacto en la previa. Por ejemplo cuando el Kun Agüero le contó la horrible noticia a Messi. Leo lo conocía como a casi ningún otro periodista desde sus primeros tiempos en Barcelona. Unos días antes, otra frase de Mascherano había sido la mejor para hacer una pintura del sentimiento argentino. Previo a jugar el partido con Bélgica, por los cuartos de final, los juntó a sus compañeros y les dijo: “Este partido lo vengo jugando hace 24 años. Ya estoy cansado de comer mierda”. Ese era el Jefe, apodo que tomó de Leo Astrada, el anterior 5 de River. El guardaespaldas de Messi, al que cuidó para que no se desgastara decenas de veces. El que debutó antes en la Selección de Bielsa que en River.
Siempre fue igual. Respetuoso, sencillo. Más de una vez reconoció que le hizo mal ser el capitán de la Selección cuando Maradona patentó el “Mascherano más 10”. Zanetti le pasó la cinta en ese debut con Escocia. Antes del partido hicimos una entrevista con los dos juntos, en el bar del hotel en Glasgow. “Te puede ir bien o mal, pero lo que queda es uno como persona. No sirve ser un gran jugador si afuera de la cancha sos malo”, bajó línea Masche. Así se manejó, aunque alguna vez hasta le hayan querido endilgar que armaba la lista de convocados. O que era el vicepresidente del “Club de Amigos”, una denominación repleta de falta de respeto. El Mundial 2014 fue su Mundial. Sabella le hizo recuperar las ganas de competir en la Selección. “Alejandro fue el técnico con el que más he conectado sentimentalmente en toda mi carrera”, contó Javier. Por varios de sus valores decidió terminar su carrera en Estudiantes. “Cuando vi lo que hicieron en el funeral de Cacho Malbernat, en el del Tata Brown, sentí que son cosas que lo hacen diferente a Estudiantes. Los dos despedidos en la sede del club por miles de hinchas fue algo muy fuerte. Desde afuera uno lo ve como algo mucho más familiar que un club profesional normal”. La pandemia le quitó la posibilidad de jugar más partidos, de brillar en sus últimas competencias. También a un amigo como la Gata Fernández, que se retiró aislado. “Este virus de mier... nos quitó la chance de poder disfrutar más tiempo adentro de una cancha”, posteó en @mascherano14. O como Andújar, otro que mientras que Masche estaba solo en China le metía fichas para que jugara en Estudiááán, como dice el cantito. El arquero podría ser parte de su cuerpo técnico si se define por ser entrenador.
Masche es consciente de que a los 36 años es más difícil trascender. Y también encontrar motivaciones grandes en un Estudiantes otra vez en formación y sin un enorme plantel. No es lo mismo que Tevez en Boca aunque tengan la misma edad. El siempre fue riguroso con él mismo. Por eso no lamentó del todo no poder volver al River de Gallardo para la última foto en botines. Llegó a tener charlas con Francescoli y con D’Onofrio, pero en los días que Masche daba vueltas olímpicas en Barcelona. Después no coincidieron los tiempos y las necesidades de cada uno. En España tuvo a Guardiola, su mejor entrenador. “Es el número 1 por todo lo que representa”, declaró. Con él aprendió a comprometerse con las dos facetas del juego, porque antes era sólo el corte defensivo. En River, en Corinthians, en West Ham, en Liverpool... Del mismo modo -exigente- había anunciado que Rusia 2018 era su último Mundial después de jugar cuatro. Siempre se fue él. Aun cuando haya tenido tiempos de turbulencias, o de sufrimientos en la Selección. Difícil olvidar cuando después de perder la final de la Copa América de Chile, en el 2015, Mascherano miró con dolor a la cámara y declaró: “Tal vez el problema sea yo”. Otra vez se había perdido una final... Ahí falló el diagnóstico por su propio dolor. Antes había ganado dos medallas de oro. Es el futbolista con más presencias con la camiseta argentina, con 147 partidos. Un ganador al que otros no le podrán transmitir su frustración tuitera.
Hoy ya es un ex que debe definir si será técnico -hace años que analiza el juego con excelente ojo y tiene terminado el curso- mientras pone mucha energía en el recién lanzado proyecto de la Academia Mascherano. “Ojalá podamos ayudar de alguna manera a nuestro fútbol con lo que creemos”, me contó hace unos días. La Bruja Verón hace unos meses lo había pensado dentro del modelo Estudiantes del futuro; así como Claudio Tapia, el presidente de la AFA, ha tenido charlas con él para sumarse al esquema de la Selección... Ellos lo habían tanteado aún antes de este anuncio de punto final. “No tiene nada que ver con el club, con un resultado. Tiene que ver con sensaciones, con sentimientos. Con ver que esa ilusión que uno tuvo de ser futbolista vaya apagándose. Volví en la pretemporada pensando que iba a volver a sentir esa ilusión. Eso que me hizo ser quien soy. Y la verdad, no pude. Por respeto a todos hoy es el momento de terminar con esta carrera”, declaró Masche. Y con su monólogo mató al jugador que todo el mundo del fútbol aplaude de pie.
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