Muchos se preguntaban qué era de la vida de los barrabravas en pandemia, cuando el negocio del fútbol se les redujo casi a cero. La respuesta es concreta: se dedicaron full time a sus otras actividades ilegales. Y ahora hay un nuevo botón de muestra: uno de los máximos capos de la barra brava de River acaba de caer acusado de robo, tenencia ilegal de arma de guerra y narcotráfico. Se trata de Alejo Ferreras, líder junto a sus tres hermanos de la facción Zona Norte de Los Borrachos del Tablón y considerado uno de los más peligrosos dentro del mundo de los violentos que dominan la tribuna Sívori del Monumental. Junto a él fue aprehendido su hermano menor Leonel en un allanamiento que en principio tenía como objetivo dar con ellos como presuntos autores de un robo a mano armada llevado adelante el 29 de septiembre y que terminó con una sorpresa policial cuando al ingresar a la casa familiar, se encontraron con un kilo de cocaína listo para ser estirado y pesado para su distribución en dosis de un gramo, balanzas, elementos de corte de la droga, una docena de celulares, una máquina para contar dinero y una cantidad de moneda extranjera que daba la sensación de estar allanando una cueva de la calle Florida: había pesos, obviamente, pero también euros, dólares, reales, guaraníes y hasta pesos bolivianos. Tras ese resultado se abrieron dos causas judiciales: una a cargo de la fiscal correccional Carolina Asprella por el robo con armas, y otra bajo la investigación del doctor Matías López Vidal, al frente de la fiscalía especializada de drogas ilícitas de San Isidro. Para entender un poco el botín que tenían los Ferreras, hay que tener en cuenta que un kilo de cocaína equivale a 1000 dosis de venta al narcomenudeo. Y que la dosis está según el grado de pureza entre 500 y 1.500 pesos. Pero un kilo además puede estirarse dos veces hasta obtener el triple de la cantidad. Es decir, tener 3000 dosis. En la cuenta más conservadora, los Ferreras tenían en su poder al menos 1.500.000 de pesos para distribuir por toda la zona Norte del Conurbano. Algo que según los investigadores del caso los convierte en principio en algo más que meros revendedores de sustancias ilegales. “Ya fueron indagados y están detenidos por mi causa, porque lo que se les encontró en materia de drogas es importante”, le dijo el fiscal López Vidal a Infobae.
El crecimiento de los Ferreras en la tribuna se produjo sobre todo en el último lustro, cuando en medio de la guerra interna por el poder de la barra armaron un ejército con gente reclutada en la villa La Cava, a pocas cuadras de su patria chica, Beccar. Pero venían destacándose desde una década atrás. El más popular en el submundo violento de la popular es Mauro, el mayor de la dinastía, quien saltó a la fama cuando fue señalado como el encapuchado que ingresó al campo de juego a amedrentar a sus propios jugadores en Córdoba, en el primer partido de la Promoción contra Belgrano de Córdoba, allá por 2011. Pero sus hermanos no se quedan atrás: dos de ellos le robaron la camiseta a Messi en el partido de Eliminatorias contra Colombia camino al Mundial de Brasil y el restante ingresó a la cancha en la final del Mundial de Clubes contra Barcelona en Japón para abrazarse a los jugadores de River. Increíble. Los cuatro, además, habrían estado involucrados en muchos episodios violentos de la barra, como el ataque a la casa del líder de la facción disidente, Ariel Calvici, la batalla contra el grupo del Oeste en Morón que dejó un apuñalado, el enfrentamiento en el estacionamiento del hipermercado de Vicente López que dejó dos heridos de bala y la tremenda batalla en la confitería de River previo al clásico con Boca. En River decir Ferraras es casi como invocar al diablo.
El apellido además saltó a la luz cuando se produjo el allanamiento a la casa de Héctor Caverna Godoy, donde se secuestraron siete millones de pesos y casi 300 entradas y carnets a nombres de los integrantes de la barra. Allí estaban con letra de molde los integrantes del clan Ferreras, que tienen derecho de admisión. De hecho en la investigación judicial se probó que uno de los Ferreras tenía entradas y carnet a nombre de una mujer, Jessica P., para burlar los controles. Insólito.
Ahora dos de ellos quedaron detenidos. Por actividades ilegales que se potenciaron en la pandemia mientras esperan como todo el mundo que llegue la vacuna, no tanto para poder circular sin miedo al contagio, como para volver a sumar a su portfolio de negocios todo lo que tenía que ver con el espectáculo deportivo que como capos de la barra de River tanto supieron usufructuar en desmedro de la felicidad de los hinchas genuinos.
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