Comienza una nueva etapa en la recuperación de Diego Maradona luego de la operación por un hematoma en la cabeza y en pleno tratamiento por el cuadro de abstinencia. El astro, de 60 años, recibió el alta y ya está en su nuevo hogar, la casa que alquilaron en el barrio cerrado Villanueva de Tigre, que fue acondicionada para continuar con su rehabilitación, cerca de donde residen sus hijas Dalma y Gianinna, y de la Clínica Olivos, donde fue intervenido, previendo cualquier eventualidad.
Pelusa pasará su primera noche fuera del hospital respaldado por un enfermero, una acompañante terapéutica (la propiedad tiene una habitación privada para ellos), su sobrino Jonathan Espósito y su hermana Kitty. Los primeros días serán una continuidad de los 10 que pasó en el centro médico, con los especialistas 24 x 24 en su hogar (mañana también tiene cita con el psicólogo), la compañía de su familia y la búsqueda de que “descanse” y que tenga “paz”, sin conflictos a su alrededor.
Detrás de esa premisa se dio la reunión de ayer con la presencia de todo su entorno, que quedó reconfigurado ante la apertura de Matías Morla, su apoderado. Así, se sientan en la mesa de decisiones el doctor Leopoldo Luque (como voz cantante del equipo interdisciplinario que lo trata), las hijas Dalma, Gianinna y Jana, Verónica Ojeda y el abogado Miguel Ángel Pierri (en representación de Dieguito Fernando), las hermanas y hermanos del astro.
La nueva casa (la del barrio Campos de Roca de Brandsen sigue bajo la órbita del Diez) tiene un espacio verde para que el ex capitán de la Selección respire aire puro y, cuando tenga autorización, comience a realizar algunos ejercicios físicos. Todo indica que, por un tiempo, Diego no podrá volver al banco de suplentes de Gimnasia La Plata. Resta saber si el Lobo lo esperará (manteniendo en el comando del plantel al Gallego Sebastián Méndez y a Adrián González, sus ayudantes de campo) o buscará una salida elegante. Por lo pronto, el club se encuentra atravesando una crisis institucional, dado que renunció Gabriel Pellegrino, su presidente (aunque la Comisión Directiva no le aceptó la dimisión e intentará convencerlo, algo que parece, cuando menos, difícil).
Más allá de la evidencia de que debe tomar distancia de su rol como director técnico, Maradona ya venía exhibiendo síntomas de agobio ante la pandemia, los problemas familiares y el bajón anímico que derivó en la internación y en el chequeo general en el que le detectaron el edema. “Necesito vacaciones”, había señalado hace un par de semanas. Por el momento es imposible que se suba un avión por indicación médica. ¿Pero más adelante?
Desde su internación, fueron varios los gobiernos que se pusieron a disposición del campeón del mundo en México 86. Desde Alberto Fernández y su entorno, pasando por el de Venezuela y el de Cuba. En este último caso, volvieron a insistir en los últimos días. Tony Castro, hijo de Fidel, se comunicó con el círculo íntimo del ex enganche para ofrecerle estadía y privacidad para reponerse.
Y cerca de Diego no lo descartan pensando en una próxima etapa, para que pueda alejarse de la lupa que posa sobre él en Argentina. Claro que, en este nuevo contexto, para que se concrete debería contar con la aprobación de la familia y sus afectos. Y, de viajar, se contempla la chance de que lo haga con alguna de sus hijas y de un grupo de contención. Por ahora es sólo una propuesta, para más adelante y en evaluación.
Vale recordar que Maradona supo residir en Cuba, ante la invitación de Fidel Castro para tratar su adicción a las drogas en la clínica La Pradera. Hoy buscando rehabilitarse de la operación y dejar atrás el cuadro de abstinencia (vinculado al consumo de alcohol y de ansiolíticos), tal vez regrese al país en el que cuenta con más herramientas para ser anónimo.
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