Leopoldo Luque había hecho los intentos, infructuosos, varios días antes. La constante respuesta negativa lo había alejado una y otra vez. Cuando Diego Armando Maradona pasó unos minutos por la cancha de Gimnasia de la Plata por su cumpleaños, la imagen recorrió el mundo y desde su entorno volvieron a contactarlo. El neurocirujano fue ese fin de semana a su casa y otra vez buscó convencer al Diez de que debía internarse.
“Lo fui a ver sábado y domingo por pedido de la gente que está cerca de él. Lo veían raro, confundido. Más allá del trastorno para caminar, deambular. Llamaron la atención algunas cosas raras en su personalidad, como su estado de ánimo. Y esto de estar confundido: emitir un comentario o una respuesta de algo que no se le había preguntado o se le estaba hablando. Es un trastorno cognitivo que no tendría por qué estar sucediendo. Mi primera pregunta fue si había tomado algo y me dijeron que no. Estaba confundido. Cuando yo iba, no pasaba en ese momento, pero eso no me aseguraba que no pasara después. Yo sospechaba. Sentí que era un buen momento para llevarlo y estudiarlo un poco”, relató el propio Luque en una entrevista con el programa radial Doman 910 que se emite por La Red.
“No hay una relación médico-paciente de un paciente muy interesado en su salud. Uno tiene que interceder. Ese día de la internación no me costó tanto convencerlo pero venía de varios intentos previos. Entré a su pieza, él estaba acostado, le dije ‘Diego, vamos’, ‘no, tordo’. La de siempre. Después, en el post operatorio, Diego salió a caminar conmigo en el sanatorio: Diego, te tenés que quedar y dijo que no. Se puso agresivo en el sentido de querer manejar la situación, como maneja todo siempre. Lo vimos con un cuadro que se interpretó como abstinencia; de sudoración, taquicardia y euforia. Si él se iba a su casa, no era solo por el cuadro en sí, sino porque peligraba la neurocirugía. Era esperable el cuadro, no nos sorprendió”, detalló sobre el proceso que debió pasar para llevarlo a la Clínica Ipensa de La Plata inicialmente.
Luque reconoció que son “días agitados” para él, donde comienza alrededor de las 5.30 de la mañana y se acuesta pasada la medianoche. “Maradona es un paciente que tiene principio de autonomía. La pérdida de salud de él o el deterioro que tuvo fue visto. El viernes en el partido eso lo notó todo el mundo”, reconoció.
Al mismo tiempo aclaró que, como se venía informando previamente, el cuadro de abstinencia está relacionado al consumo de alcohol: “Solucionados esos temas no están nunca, están tratados. Diego era tomar una copa y hacerle mal en el último tiempo, por los antecedentes. El punto es que esa copa por ahí la necesitaba. No es un gran consumidor, pero es todo un cuadro con los fármacos que toma. Los fármacos que toma son varios. Un poco de alcohol, no mucho, a ciertos fármacos les hace mal. Son varios para conciliar el sueño... No quiero entrar en detalle”.
“Si hay un paciente que llega a un punto que atenta contra su vida o de terceros, obviamente el médico intercede. Diego, a mi entender y del equipo médico y de la psiquiatra, nunca llegó a esa instancia. Lo que sí tiene es un deterioro de la salud marcado por esos hábitos. Trasciende mi trato de la medicina. Intervine y se logró llevarlo a una clínica”, destacó.
“Diego es una persona que me mira y con mucha lógica me dice: ‘Luque, ¿qué hago acá?’. No es el violento que se quiere ir. Se está barajando el alta. Me mira sonriéndome y me dice qué hago acá, me siento bien, me quiero ir. Tiene mucha lógica pero hay que pensar muchas cosas. Es una persona de 60 años que tiene autonomía y lucidez”, agregó sobre la reacción de Maradona durante los últimos días.
En los próximos pasos, la familia será clave para definir cómo seguirá la vida del Diez fuera de la clínica: “Hasta dónde uno puede interceder, invadir, proponer, son todas cosas que se están arreglando con la familia. La comunicación es muy buena. En ese sentido todos están permeables a escuchar, opinar y debatir siempre con respeto. Se está llegando a una decisión”. En esa línea, aclaró que sus principales diálogos sobre el tema los mantiene con Gianinna y Verónica Ojeda.
Luque reconoció que trasladarlo a una casa en Nordelta con todos los cuidados necesarios “es una de las ideas más fuertes”.
“En principio, a Maradona no lo pongo en un cuadro de adicción. Es un paciente que vive en extremos. Cuando él quiera, va a dejar de hacer eso que le hace mal, pero no se logra convencer él todavía de que tiene que hacer eso. Pero lo va a hacer. Yo tengo mucha fe”, detalló con sinceridad.
En relación a la posibilidad de seguir dirigiendo o no a Gimnasia de La Plata, dio su opinión: “Hay que discutir muchas variables y nadie va a tener la razón absoluta. A mí Leopoldo Luque, como médico y persona, a nadie hay que quitarle el trabajo, y más si lo apasiona. Si le da una vida, una rutina. Es mi sugerencia. Muchas personas pueden opinar diferente. Que no, que no tenga presiones, que esté relajado, no puede tener presiones... Diego donde menos sufre presiones es en una cancha. Esa es mi impresión”.
El neurocirujano habló sobre el desembarco de Alfredo Cahe al cuerpo médico que sigue las horas del Diez (“Me llamó y me pone contento. Yo respeto muchísimo las trayectorias”, aclaró) y también contó algunas particularidades que debió vivir durante esta semana: “No se lo imaginan... Aparecen cirujanos, médicos, recuperadores. Todo el mundo opinando sobre una persona que si esa persona los escucha, los echa. Para analizar el caso Maradona, hay que conocerlo un poco más allá. A punto tal que voy a operar y aparecen cirujanos... Millones de cosas anecdóticas que hacen que la situación sea extremadamente compleja”.
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