En un partido con mucho ritmo y plagado de roces a partir de su intensidad, el duelo entre Newell’s y Boca tuvo un pico de temperatura a los 17 minutos de juego. Allí, Mariano Bíttolo trepó por la banda izquierda y envió un centro al área gobernada por Esteban Andrada. El balón se encontró con un obstáculo en el camino: la resistencia de Jorman Campuzano, quien detuvo su recorrido... ¿Con infracción?
El esférico dio en el cuerpo del colombiano y luego en su brazo. El equipo completo de la Lepra y hasta el banco de suplentes reclamaron airadamente una infracción por mano y la sanción del correspondiente penal. El árbitro Mauro Vigliano dejó seguir las acciones.
¿Acertó el juez o debió haber marcado el punto del penal? Resultó correcta la decisión de la autoridad del encuentro, con el criterio de interpretación actual bien incorporado. ¿Por qué? Porque, al pegar primero en el cuerpo, la pelota luego se desplaza hacia la mano que se encuentra en una posición natural.
La clave del acierto es la postura no forzada del jugador, sin intención de ampliar volumen. Porque si luego de golpear en su cuerpo la pelota fuera hacia un brazo en posición antinatural, el juez hubiese estado habilitado para sancionar el penal. Pero no fue lo que sucedió.
Frank Kudelka, entrenador del dueño de casa, le protestó a la terna arbitral evocando la supuesta sanción de penal en una jugada similar en otro encuentro. Vigliano, con paciencia, hizo docencia. En el momento en el que debió salir lesionado el arquero Alan Aguerre, se tomó unos instantes para explicarles a Pablo Pérez y al lateral Ángelo Gabrielli la dinámica de la acción y por qué juzgó que no hubo penal de Campuzano. En los gestos y la lectura de labios se pudo adivinar la descripción aquí descripta. Una polémica que generó bronca en los protagonistas y la parcialidad rojinegra, pero que no admite discusión.
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