Tras su último paso por Nueva Chicago en la B Nacional parecía que Daniel Alberto Díaz iba a colgar definitivamente los botines. Y la decisión pareció estar más que digerida cuando asumió como entrenador de una de las categorías menores de las inferiores de Boca en el proyecto formado por Juan Román Riquelme, vicepresidente segundo xeneize. Pero de un momento para otro el Cata pegó el portazo y volvió a España para ponerse nuevamente los pantalones cortos. Lo mismo sucedió con el Mono Carlos Fernando Navarro Montoya, quien optó por abandonar el país para radicarse en España y hacerse cargo de la dirección deportiva del Club Deportivo Guadalajara, en el ascenso.
El zaguero de 41 años firmó con el CD Móstoles, que compite en la cuarta división española y tuvo un arranque prometedor. Díaz fue titular en las tres presentaciones del conjunto de la comunidad madrileña y mantienen un invicto producto de dos empates y una victoria.
“La sensación de jugar un partido no se siente en otro lugar que no sea acá, en el verde. Solamente lo disfruto al fútbol ganando, no hay otra opción. Ojalá podamos seguir disfrutando de este deporte que es el más bonito que hay”, declaró ante las cámaras el experimentado defensor que vistió anteriormente las camisetas de Rosario Central, Cruz Azul de México, Colón de Santa Fe, Boca, Chicago y Getafe, Atlético Madrid y Fuenlabrada en España.
El programa “El día después” le hizo un seguimiento al argentino en el último compromiso y registró dos barridas tremendas para defender su arco y un resbalón en la jugada en la que el rival sacó ventaja. “La con... de mi p... madre”, gritó al aire para descargar su bronca por el error.
“Este tren de cercanías tiene 41 años y se retiró dos veces del fútbol profesional. Daniel Alberto el Cata Díaz. Un animal competitivo. Un maestro en el viejo arte de la brega. Nadie adora más ir a la guerra que él y pobrecito aquel que quiera ir a la guerra contra él”, mencionó la voz en off en el informe que le dedicaron.
Por su parte, su técnico Víctor González, explicó sobre su inesperado arribo: “Necesitábamos un central y salió el tema del hijo del Cata Díaz, pero jugaba en otro puesto. ‘Si es el padre, ese nos lo podemos quedar’, dijimos medio en broma medio en serio. Salió esa conversación y mira...”.
Se siente a gusto en lo físico y, aunque ya no compite en las ligas en las que llueven euros o dólares y están los principales flashes, el catamarqueño no está decidido a soltar su pasión. Su incursión en la dirección técnica quedó postergada porque todavía siente que tiene hilo en el carretel.
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