“Creía que mis condiciones futbolísticas no daban para una carrera como la que hice”.
Hubo un momento en la vida de Federico Lussenhoff en la que el jugador pasó a ocupar el lugar del hobby en la planificación de su historia. Nacido y criado en el campo de su familia en Venado Tuerto, bajo el influjo y la cultura del esfuerzo transmitida por su papá a cargo del tambo, se había convencido de la idea de estudiar para transformarse en ingeniero agrónomo. Y no le disgustaba.
“En el campo lo que más hacía era ayudar a mi papá con los animales; lo que me apasionaba era andar a caballo, el verde del campo, el aire libre. Mi papá se pasó toda la vida pendiente de la profesión, que es muy sacrificada. No hay Navidad, Año Nuevo, no hay nada, eh. Hay que ordeñar a las vacas cada 12 horas, fijarse que estén bien los animales, que no se enfermen...”, describe el ex defensor, que terminó edificando una gran historia en el fútbol, jugando hasta casi los 40 años. Pero en su adolescencia, el momento del relato en el que estamos situados, la pelota lo había desgastado.
“Lo que pocos saben es que yo, desde los 13 a los 15 años, viajaba los jueves a Buenos Aires, jugaba en la Novena de River, y volvía a mi casa. Era compañero de categoría de Matías Biscay, de Hernán Buján, los ayudantes de campo de Gallardo. Y a los 15 le dije a mi viejo que por el sacrificio que hacía no daba más”, detalla en diálogo con Infobae. Los botines quedaron en modo reposo, el destino le tenía preparada una revancha en Núñez ya más maduro, formado. El reencuentro con el fútbol se dio en Rosario Central, donde se convirtió en referencia.
“El click fue al terminar la secundaria, cuando surgió lo de Central. Y tuve bastante clara la idea de dedicarle el mismo tiempo al estudio y a llegar a Primera”, asegura. El fútbol le devolvió la apuesta con creces. “No es que no confiaba en mí, pero es algo que hablo con muchos padres. Quiero transmitir que uno tiene que tener un plan B, una alternativa, porque el fútbol no es matemáticas, y aunque seas el mejor por ahí no llegás a Primera. Es un mensaje realista, no pesimista. Para llegar necesitás de una mezcla de condiciones: perseverancia, una cuota de fortuna... Y si una pieza no encaja es difícil. Por más que los chicos sean más remolones, con el estudio, si le ponés pilas, siempre llegás a algo”, difunde el discurso que hizo extensivo el discurso que intentó hacer carne cada vez que trabajó con juveniles.
Y fueron precisamente la mentalidad, la inteligencia táctica, la personalidad y el trabajo los factores que complementaron sus condiciones innatas para que lograra construir una carrera que lo llevó a pasar por Rosario Central, River, San Lorenzo, la selección argentina y Europa, donde llegó a compartir equipo con Samuel Eto’o y a marcar a estrellas del calibre de Ronaldo.
-Alguna vez declaraste que llegaste a Primera por inteligencia y no por cualidades técnicas.
-Con una sola cosa no alcanza, el fútbol es una mezcla de todo. Hay jugadores técnicos a los que tildan de que les falta sacrificio, y en otros casos es al revés. Lo importante es que lo logré sabiendo mis limitaciones, qué virtudes y qué defectos tenía, minimicé al máximo los defectos para jugar en Europa, ser convocado por Bielsa a la Selección... Tuve la suerte de que se me dio todo muy rápido. El período que pasé por las Inferiores muy corto, Central necesitaba un recambio en Primera, fue subiendo muchos chicos, y en apenas 8 meses debuté en Primera. Fue una etapa lindísima hasta el torneo de la Conmebol en el que salimos campeones. Se renovó mucho el plantel, con Maxi Cuberas, Kily González, Vitamina Sánchez...
-Aquella Conmebol es histórica, con una remontada que dejó una huella. Perdieron 4-0 en la final de ida con Atlético Mineiro en Brasil y en la vuelta revirtieron el resultado.
-Fue mi último partido en Central, quedó para la historia la remontada, el 4-0. Resultó un broche de oro de la etapa, con expulsión incluida en el partido de ida; un poco por la garra, nos pasamos un poco de vuelta. Pero el equipo en Rosario logró la gesta. Mi función era darle seguridad a la defensa, estar al 100% en lo físico, porque no tenía la condición de pegada, como Petaco Carbonari, que tenía otras condiciones; yo trataba de ser férreo en la marca. Fue toda una aventura el torneo, los viajes, jugar más allá de la liga argentina. Y le dio mucha emoción extra la remontada, por ser la única copa internacional del club.
-¿Cuál fue el mejor momento de tu carrera?
-Hubo algunos buenos momentos. San Lorenzo, tal vez, por el rendimiento, ha sido lo mejor. Me posibilitó llegar a la Selección y dar el salto a Europa. Pero también tuve buenos momentos en Central, Tenerife, Mallorca...
-En la Selección el entrenador que te citó fue Marcelo Bielsa, ¿qué te dejó?
-Bielsa es un fenómeno a nivel mundial. Por cómo se mantiene en el tiempo quiere decir que trabaja bien, me demostró que vive por y para el fútbol. Es un laburante, hay muchos que viven de la teoría del fútbol, pero no la trabajan. Él labura continuamente en mejorar las condiciones del jugador y por eso lo ponderan. Yo tuve un par de convocatorias, y me dejó bien claro cómo es un técnico serio.
-Y al mismo tiempo tenés una relación especial con el Coco Basile, otro técnico con rotulo de ofensivo, pero con otro perfil
-Claro, Coco con otro perfil, pero los mismos objetivos. Son otras sus formas para llegar al éxito, para llegar al jugador, con un perfil mucho más psicológico. Él estaba continuamente hablándonos, nos llegaba. Era muy cabulero; lo que tenía es que sabía lo que te pasaba, cómo ibas a reaccionar, la conducción de un plantel la tenía más que clara, ha dado muestras de su capacidad. Pregonaba el buen juego, pero en el caso de los defensores, no para llevarte a tener una mala salida por arriesgar; te daba la confianza de poder jugar.
-Al punto que te utilizó como mediocampista central durante varios tramos de la experiencia compartida
-De volante me sentí cómodo con Basile, tenía más libertad. Ese torneo me dio la posibilidad de jugar en Europa. Me sentí cómodo en las dos posiciones, en el medio y como defensor. De 5 no tenés tanta responsabilidad defensiva, al menos no tanta como marcador central.
-¿Cuál fue el mejor técnico que te dirigió?
-Los divido en grupos. Me gustaron Bielsa, Rafa Benítez; también el CAI Aimar, más estructurado, más táctico. Y Coco Basile, Javier Clemente, Luis Aragonés, otro crack; éstos más psicológicos, más de hablar con el jugador. Igual, más allá de mostrarse cercanos con el futbolista, todos con mucha personalidad. Una vez no sé qué le contestó Eto’o a a Aragonés y casi terminan a las piñas.
-¿Eto’o fue el mejor futbolista con el que jugaste en un mismo equipo?
-Un gran tipo, un fenómeno. Apenas llegué a Mallorca, me fracturé la tibia. Estaba en el hotel, golpean la puerta, y era Samuel. No me conocía y me vino a saludar. Siempre mostraba unas ganas de evolucionar, de hacer las cosas bien... Él estuvo en el Real Madrid de chico, y después mostró su mejor versión en el Barcelona. Yo siempre digo que nosotros con el Mallorca lo ayudamos a él a ganar la Copa del Rey (temporada 2002/2003)... No me olvido más de un partido de Liga que le ganamos 4 a 0 al Madrid en el Bernabéu. Cuando metía los goles le decía con gestos a la gente en las tribunas que él tenía que estar ahí.
-¿Cuál fue el delantero más difícil de marcar que te tocó enfrentar?
-Me tocó enfrentar jugadores de gran jerarquía, como Ronaldo y Kluivert, pero yo también destaco a los de nivel local, grandes futbolistas como Francescoli, Manteca Martínez, Márcico, Maradona, Latorre... Y a nivel internacional la pasé muy mal contra Alan Shearer. Fue por UEFA Europa League, no lo pude tomar nunca. Era un goleador que si tenía que jugar con roce lo sabía asimilar, si tenía que despegarse de los defensores lo sabía hacer. Sabía manejar el intercambio de palabras, hasta en inglés discutíamos. El fútbol también es psicológico, no era un delantero al que podías llevarlo por delante en lo físico.
-Como compañero también te tocó tenerlo al Loco Abreu
-Abreu es un loco bueno, una gran persona. Escucho cada nota de él y no tiene desperdicio, sacás cosas positivas. Para hacer lo que hace él hay que tener carácter, como ahora que es técnico y jugador. Yo jamás hubiese picado una pelota como él en un Mundial. Imaginate si hizo eso en un partido decisivo... Cero presión.
-En la temporada 2001-2002 viviste un episodio particular en Tenerife, que se puede ver en Youtube y seguido lo utilizan en los programas de TV de resúmenes: te peleaste con un hincha a las piñas. ¿Qué te pasa cuando lo ves, a la distancia? ¿Tus hijos lo vieron?
-Les expliqué a mis hijos (tengo cinco) que fue un error. Se trató de una reacción mía que no estuvo bien... Y sale en todos lados a fin de año, cuando falta material. Habíamos perdido 5-1 un partido, el equipo estaba condenado al descenso. Mis hijos cuando lo vieron la primera vez se lo tomaron a gracia y yo me puse serio, porque fue una reacción en caliente.
-Después de Europa fuiste a México, pasaste por Colón y recalaste en River. ¿Qué balance hacés de tu paso por Núñez?
-Mi etapa en River fue de más a menos. Estuve un año y medio, la primera mitad fue bastante buena; después no rendí y soy autocrítico. Y el equipo no estaba en su mejor momento. Lo disfruté, esos equipos necesitan siempre ganar, yo ya era un jugador de 30 y pico.
-En su momento quedaste en el blanco de las críticas y hasta te fuiste silbado. ¿Cómo se sobrepone un futbolista a una situación así?
-Cuando las críticas se enfocan en vos tenés que estar tranquilo. A mí no me gusta la crítica desmedida; hablar de que un jugador no rinde, lo mismo un técnico, está bien. No me gusta cuando se entra en la vida privada, en que un jugador es de tal o cual manera. Estamos expuestos, lo entiendo. El jugador sabe convivir con eso y lo toma de buena manera lo de los memes, por ejemplo. Lo que por ahí no lleva uno bien es cuando un profesional o un medio de comunicación van por una crítica totalmente desmedida.
-Tuviste como compañero a Marcelo Gallardo. ¿Entonces ya lo veías como un entrenador de proyección?
-Ya tenía cabeza de técnico, la mentalidad, la seriedad; se maneja muy bien con el plantel y en su vida, es un tipo muy serio. Yo ya tenía amistad con Biscay y Buján, formó un cuerpo técnico muy bueno, de muy buena conducción. El punto más importante es que sabe armar equipos y sabe darles la identidad a los equipos, se reinventa continuamente. Es fácil decir identidad, pero no trabajarlo. Con Chacho Coudet pasa lo mismo, son inteligentes.
-¿Al Chacho también lo veías técnico, a pesar de que era más bromista y extrovertido?
-La mayoría de los futbolistas son propensos a ser técnicos. A Coudet, Gallardo, Mohamed, les leías la personalidad. Con el Chacho yo lo analizo así: es verdad que era extrovertido, pero la visión la tenía clara; con distintas maneras de ser, lo que saben, lo vuelcan al fútbol.
-Jugaste hasta casi los 40 años, ¿por qué?
-Sí, hasta casi 40; los últimos partidos los quería jugar en Venado Tuerto, en mi ciudad, para que mi gente me viera, porque me fui a los 18 años. En principio era por un par de partidos, pero con Sportivo Rivadavia ascendimos al Federal B y me quedé un poco más. Después pasé a trabajar como técnico y en la formación, fueron casi dos años.
-En esa época habrás jugado con muchos chicos que podían ser tus hijos.
-Con muchos chicos. Me sirvió muchísimo entregarle al fútbol lo último que tenía, las últimas emociones, Desde que me había retirado en Talleres me habían quedado ganas. Eso sí, a veces los pibes me mataban. Me acuerdo de un partido con Coronal Moldes, perdimos 5 a 1, me pusieron a dos ligeritos... Pero fueron los menos.
-A los 46 años, de todas maneras, te das el gusto de seguir jugando con el equipo Senior de San Lorenzo, ¿hay alguno de tus compañeros al que el tiempo parece que no le pasó?
-Uno pasó por los clubes haciendo un trabajo honesto, con limitaciones, virtudes, pero entregando lo mejor. De todos lados me fui bien, con la dirigencia, los hinchas, en todos los equipos en los que jugué en Argentina me fui con buena relación. Hoy voy a todas las canchas y me siento cómodo. Estoy en el Senior de San Lorenzo, cuando puedo voy a Buenos Aires. Juegan Gorosito, el Beto Acosta, el Pampa Biaggio... El que es un fenómeno por calidad técnica es Pipo. Antes corría poco, hoy menos, pero su calidad está intacta.
-¿Hiciste radio también alguna vez?
-Sí, hice radio en Córdoba. El periodismo, la comunicación, son cosas que me gustan mucho. Era medio un hobby, hacíamos un programa con el Lute Oste, Alejandro Kenig, varios ex Talleres. Era un programa de fútbol, el día a día del fútbol, con notas a jugadores y ex jugadores, y a mí me servía muchísimo, porque nos interiorizábamos con lo que es el periodismo; salía bien. No medía la cantidad de gente que nos escuchaba, je, pero los comentarios eran buenos.
-Se te mencionó como posible manager de Rosario Central hace unos meses, ¿a qué te dedicás ahora? ¿Qué proyectás para tu vida?
-Durante el aislamiento estuve estudiando inglés; sigo con mi complejo de canchas en Venado Tuerto, hago cursos de capacitación cada vez que puedo... Siempre que estuve cerca de tener alguna oportunidad de hacer algo en el fútbol, no se ha dado. Cuando comencé el camino después de mi retiro, con Rivadavia, tuve una experiencia muy linda desde la dirección técnica.
-¿Y cómo te definirías como entrenador?
-Transmito lo que uno hacía en cancha, jugás con las emociones desde afuera. Me apasiona el armado de un grupo, la parte psicológica, la aplicación de una metodología de trabajo, esa conjunción. Ese tiempo como técnico en Rivadavia nos fue muy bien, ganamos el torneo local, llegamos a la final del Federal B con grupo muy bueno. Había equipos de gran jerarquía, pero formamos un equipo muy duro, llegamos a la definición y perdimos con Villa Mitre. La búsqueda pasa siempre por mejorar, progresar, no quedarse.
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