Michael Schumacher sigue luchando por su vida luego del grave accidente de esquí sufrido el 29 de diciembre 2013. Poco se sabe de él y hay hermetismo en su entorno. Pero hace unas semanas una versión afirmó que solo se comunica por los ojos. La última persona con la que debe haber tenido una charla es su hijo, Mick, quien lo acompañó aquel día en los alpes franceses y está a un paso de conseguir su ansiado desembarco en la Fórmula 1. Más allá de que su debut en los entrenamientos en Alemania de este viernes se truncó por el mal clima, Alfa Romeo lo tiene en sus planes para el próximo año. Justo un equipo satélite de Ferrari, la escuadra con la que su padre se convirtió en leyenda. El joven germano este año tuvo un quiebre y empezó a demostrar su potencial con nombre propio.
Mick nació el 22 de marzo de 1999 en Vufflens-le-Château, un pequeño pueblo al suroeste de Suiza, cerca del límite con Francia y de unos 900 habitantes. Tiene las dos nacionalidades, pero corre con bandera alemana. Es el segundo fruto del matrimonio Schumacher detrás de su hermana Gina-María (23 años), quien practica equitación. Era un alumno aplicado en la escuela, y como mamó el automovilismo desde muy chico, su futuro estuvo cantado. Siempre fue muy tranquilo, de pocas palabras, y quienes lo trataron afirman que era muy agradable.
“Muy pronto me di cuenta de que quería ser piloto de F-1, un campeón. Salté a los karts cuando tenía tres años y pasé a las carreras nacionales a los ocho. Cuando tenía once o doce años, sabía que quería hacer esto de forma profesional”, contó en una carta que escribió en junio para el sitio Under-Armour (uno de sus sponsors).
Para no llamar la atención, cuando comenzó a correr en karting usó el seudónimo “Mick Betsch”, que es el apellido de soltera de su madre, Corinna. Aunque pronto el ambiente se enteró de que era el hijo de Schumi y comenzó la lluvia de comparaciones. Ferrari rápido le echó el ojo.
La aproximación llegó en 2016 por medio del equipo para el que sigue compitiendo, el Prema Powerteam, que viene a ser una estructura “junior” de la Scuderia. Ese año perdió el título de la Fórmula 4 Italiana contra un argentino, Marcos Siebert. “Mick para nada corre por su apellido. Lleva el talento en la sangre y está muy bien preparado. No pude tratarlo mucho, fue más un vínculo deportivo. Nos miramos con recelo todo el año porque disputamos el campeonato. Pero hubo mucho respeto entre ambos”, le dijo el marplatense a CORSA.
No fue fácil aquella derrota del teutón, ya que se considera muy competitivo. “Si hablaras con mi familia y amigos cercanos, te dirían que no puedo soportar perder en nada. No importa lo que sea: un juego simple, correr hacia un árbol, lucha de pulgares. No importa cuál sea el desafío; necesito ganar. Tuve pérdidas y reveses. Y los dolores reales y el ego me enseñaron cómo perder, y si te toca, hacerlo con clase. Perder también viene con oportunidades para lecciones sobre errores”, confesó Mick en esa carta a UA.
El levantarse y pelear lo llevó en 2018 a ser campeón de la Fórmula 3 Europea. Fue con motores de Mercedes, que tuvo intenciones de sumarlo a su programa de pilotos. Pero la Scuderia le ganó de mano a los alemanes y se aseguró sus servicios. En febrero del año pasado ingresó al Ferrari Driver Academy (FDA). Debutó en la Fórmula 2, aunque logró un solo triunfo y terminó 12º en el campeonato…
“Estoy seguro de que la experiencia que hice durante toda la temporada me han ayudado a ser un mejor piloto. En 2020, sin embargo, no solo quiero seguir mejorando, sino que también quiero poder pelear con los principales corredores de la F-2”, dijo en una entrevista con Infobae en marzo pasado.
En las cuatro primeras del presente ejercicio fue 11º, 7º, 4º, y abandonó. Los prejuicios y dudas siguieron ¿Tiene pasta de verdad o solo corre por su apellido? ¿Es un producto del marketing? ¿Y si de verdad es talentoso pero lo absorbe la presión? Para responder estos interrogantes siguió forjando una coraza en su personalidad. “Si no fracasás, no aprendés. Si no aprendés, nunca ganarás, al menos no en nada que realmente importe. Siempre pienso en lo que hice mal y en cómo puedo mejorar”, reflexionó.
Se dice que los padres hablan a través de sus hijos. Mick no perdió la cabeza y mantuvo el eje gracias a las enseñanzas de su Michael. “Nunca miré a mi papá solo como el ‘mejor piloto del mundo’. Siempre, ante todo, es mi papá. No doy por sentado las lecciones que me ha dado. Una de esas lecciones es mantenerse estable, nunca estar demasiado alto o demasiado bajo”, reveló.
Ese equilibrio fue clave. Al inicio de este campeonato lo superaron sus compañeros en el FDA, el ruso Robert Shwartzman y el inglés Callum Ilott. No obstante, a partir de la tercera fecha fue regular. Logró seis podios en diez carreras y en Italia dio el golpe: victoria y un tercer puesto lo depositaron al liderazgo de la tabla que todavía conserva. Misma performance en Rusia y a falta de dos fechas está cerca de alcanzar el título.
Déjà vu
Fue en la cita rusa donde hizo una maniobra calcada a una de su padre. Le mostró el auto por afuera al japonés Yuki Tsunoda y luego lo superó por adentro tras una curva a la derecha. En 2002 Schumi hizo lo mismo con el colombiano Juan Pablo Montoya en Australia. Padre e hijo ganaron sus carreras. El Kaiser plasmó ese año su segundo título con Ferrari, e igualó a Juan Manuel Fangio con su quinto cetro en la F-1 donde ostenta un total de siete. Este año solo falta la consagración de Mick, que tiene un estilo de manejo parecido al padre, siendo agresivo en los momentos justos. En cambio aún no descolló bajo la lluvia, algo en lo que Michael brilló.
Que 20 años no es nada
El 8 de octubre de 2000, Michael Schumacher ganó en Japón y obtuvo el primero de sus cinco coronas con Ferrari. Cortó una sequía que venía desde 1979 sin un Campeonato de Pilotos para la Scuderia. Veinte años y un día más tarde, su hijo, Mick, integró de forma oficial la Máxima. De local, se quedó con las ganas de tener acción en la primera práctica libre del Gran Premio de Eifel, en referencia a la región alemana donde está el histórico autódromo de Nürburgring, en el marco de la undécima fecha de la temporada. El mal clima pospuso por ahora su estreno en pista...
Amor por la redonda
Al igual que su padre le encanta el fútbol. Aparte de las carreras, pocas veces se muestra de forma pública y una de ellas son los partidos de la entidad Champions for Charity (Campeones por caridad), donde también participó su papá, quien es hincha del Colonia. Michael de joven fue delantero del FC Echinchens, de la quinta división en Suiza. Quiso ser futbolista, pero al darse cuenta de sus limitaciones, apostó de lleno al automovilismo.
Bajo perfil
La mano derecha de Mick es la portavoz de su familia, Sabine Kehm. El hermetismo sobre el estado de su padre en ocasiones se traslada a él. Puede demorar meses lograr contactarse con el joven alemán o recibir una respuesta de su entorno para tener una entrevista. “Ningún piloto llega a la F-1 porque importe su apellido. Esa no es una garantía”, le dijo a este medio.
Es muy reservado con su vida personal y no se le conoce una novia o pareja. Sí admitió que le gusta compartir tiempo con sus amigos. “Disfruto mucho ir detrás de un barco junto con otros amigos. Eso es totalmente divertido. El verano, en el lago, simplemente es perfecto. También me gusta andar en bicicleta en la montaña o recorrer un bosque”.
Y por ahora no se le nota el carisma de su padre, pero al igual que Schumi, es muy predispuesto con los fanáticos para una foto o un autógrafo.
Se dice de mí
“Tiene un gran talento, como su padre, así que no creo que su apellido sea una carga. Creo que podría ser genial para la F-1”. (Lewis Hamilton).
“Hay muchas veces en las que veo a Michael en Mick. Lo conozco desde que era un niño. Creo que hubo un período en el que no estaba seguro, pero progresó mucho en los últimos doce meses”. (Ross Brawn, responsable técnico de la F-1 y trabajó en Ferrari con su padre).
“Con ese apellido y siendo hijo de Michael obvio que hay expectativas. Hasta ahora lo hizo bien y merece esta chance, pero hay que darle tiempo para hacer su trabajo”. (Sebastian Vettel).
“No tengo ninguna duda de que tiene el potencial para ser un piloto exitoso en la F-1. Tal vez algún día esté con nosotros, tal vez no”. (Toto Wolff, jefe de Mercedes).
La hora señalada
Si bien hubo algunos ensayos con Alfa Romeo y Ferrari, el de este viernes iba a ser el primero en un fin de semana de carrera. De todos modos, esta posibilidad es solo el comienzo para Mick. Sería un hecho que en 2021 debute como piloto titular junto a Kimi Räikkönen en Alfa Romeo y hasta el sitio oficial de la F-1 informó sobre esa posibilidad. De confirmarse, llegará a la Máxima 30 años después de que lo hizo su padre a quien define como su ídolo y modelo a seguir.
Se muestra confiado en sus posibilidades y lo demostró en la F-2. “Competir es con lo que sueño. Es con lo que me mantengo ocupado. Es agotador, es difícil, es desafiante y complicado ¡Es simplemente genial! Al final, confío en lo que puedo hacer. Tengo que serlo porque no me he dado otra opción. Estoy enamorado de lo que hago; de alguna manera, estuve haciendo esto durante 18 años de mi vida, y tengo 21”, aseveró.
Tarde o temprano, este esperado impacto emotivo para la familia Schumacher se dará. Michael puede estar tranquilo que formó a un chico que soñó con ser piloto y hoy es un hombre que llega a la F-1. Hay que estar en el lugar de Mick y ser el centro de todas las miradas. Ahora la lluvia de comparaciones con su papá se transformará en un tsunami. Si falla, las críticas se irán por las nubes y si hace las cosas bien, siempre se le exigirá más. Con él no habrá término medio. Portar el apellido más glorioso de la historia pudo abrirle puertas, pero también hizo camino al andar con nombre propio.
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